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HISTÓRICO
El mejor país del mundo
  • Juan Gómez Martínez | Juan Gómez Martínez
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Juan Gómez Martínez | Publicado

Después de suspender esta columna por participar en las precandidaturas para la Gobernación de Antioquia y después de un viaje a la Ciudad Eterna, donde tuve tiempo para reflexionar sobre tantas cosas que pasan en nuestra Colombia, me atrevo a decir que vivimos en el mejor país del mundo.

Pocas personas entenderán esta afirmación después de tantas críticas que he hecho a lo que sucede en Colombia, pero me atrevo a afirmarlo por lo que voy a opinar.

Colombia padece una justicia politizada que condena a quienes defendieron a los magistrados y a la justicia toda cuando el ataque a su sede. En cambio, se basa esa justicia en falsos testimonios entregados por un testigo con diferentes apellidos y de quien se sabe, sin ninguna duda, que no presenció los hechos como se ha comprobado fehacientemente.

Una justicia que no investiga los nexos de los políticos que aparecen en los computadores de Raúl Reyes , que han servido a otros países para detener amigos de los guerrilleros colombianos, que se sabe, por los estudios de agentes internacionales, que el contenido es real, que no se ha modificado nada, pero para nuestros jueces politizados valen más los detalles que la verdad.

A pesar de nuestra justicia, esa justicia que visita presuntos narcotraficantes y, mientras tanto condena a parlamentarios por visitar autodefensas para buscar salidas para nuestro país, Colombia sigue para adelante. A pesar de las injusticias, nuestros soldados y sus jefes siguen combatiendo a la subversión aun con el peligro de ir a la cárcel como el general Arias Cabrales y el coronel Plazas Vega.

Colombia es un país que no tiene vías de comunicación aptas para un comercio internacional eficiente y competitivo, pero nuestros empresarios siguen para adelante y exportan sus productos en inferioridad de condiciones. Tenemos sólo un puerto en el Pacífico, porque el Valle del Cauca se opone a la construcción de otro en Chocó y, sin embargo, se recorren cientos de kilómetros de más para exportar y para traer los productos de importación por el Pacífico.

Colombia acabó con los modos de transporte más eficientes como son el ferrocarril y el fluvial y, sin embargo, sigue exportando a mayores costos y los empresarios siguen sufriendo esa ineficiencia, pero insisten en exportar e importar para el bien de los colombianos. La guerrilla y los demás grupos subversivos siguen tratando de acabar con el país con el apoyo de unos anticolombianos protegidos por una justicia ineficiente y apoyada en cuestiones secundarias y, sin embargo, Colombia sigue mostrando índices de crecimiento positivos. No se aprueba el TLC con EE.UU. ni la ampliación del Atpdea y el Producto Interno Bruto sigue en aumento.

Cabe preguntarnos entonces: ¿cómo sería Colombia si viviera una situación de paz, si tuviéramos modos de transporte eficientes, si no hubiera corrupción en funcionarios del Estado y particulares que los inducen, si pudiéramos poner a producir nuestras tierras, si los mercados del mundo se abrieran de verdad a nuestros productos, si se pudiera construir un puerto en el norte de Chocó, si tuviéramos oportunidades para los jóvenes colombianos y, sobre todo, si Colombia gozara de una verdadera justicia, no politizada y operante?

Sobre esto último, he pensado que deberíamos volver a los jurados de conciencia. Ese grupo de personas que después de escuchar a acusadores y defensores se reunía para emitir su opinión si consideraba al reo culpable o no.

Eran varias opiniones imparciales, libres de todo compromiso político que en conciencia decidían. Ahora vemos lo que pasa cuando un solo juez decide.

Para terminar, después de analizar esto que he planteado, a pesar de todas esas cosas negativas, y Colombia sigue para adelante es porque, definitivamente, Colombia es el mejor país del mundo.

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