MORAL Y LUCES

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martes, 3 de marzo de 2015

Aglutinar voluntades

Por FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX

Federico Henríquez Gratereaux.
Hace muchísimo tiempo escribí: “Si como buenos estudiantes volviéramos sobre los conceptos de pueblo, Estado, nación, sería una excelente manera de empezar. Un pueblo es un grupo humano que habita un territorio, con cierta comunidad étnica y de costumbres, etc. El Estado es un organismo de autoridad, mando, coerción, etc. Nación es un proyecto atractivo de vida común, un “plebiscito cotidiano” según Renan, un acuerdo diario sobre cuestiones primeras. Cuando un pueblo tiene una empresa que todos quieren, puede decirse que hay nación. Descubrir el comienzo de una nación es advertir los gérmenes de una voluntad común, los indicios o conatos de un acuerdo general sobre las cosas básicas”.
“La nación inglesa se compone de varias clases sociales que discuten sus diferencias, con acidez incluso; pero por debajo de esta discusión hay una zona firme de esencial concordia. Todos quieren y sienten de igual modo, en tratándose de asuntos fundamentales para Inglaterra. Y ese es el secreto del vigor de Inglaterra. Allí hay nación. Cuando existe un proyecto nacional, algo que todos quieren, que representa la voluntad de las mayorías, el Estado, como maquinaria de violencia, de fuerza, es el encargado de realizar ese proyecto. En este caso el Estado tiene la misión, el objetivo, de llevar a cabo el proyecto nacional. Entonces, nación y Estado forman una sincrónica orquesta ejemplar”.
“El gobernante que dirige ese Estado se ve obligado a respetar el proyecto colectivo. Pero eso no ocurre siempre. Los países que se independizaron políticamente de España no son naciones. Algunos de ellos no lo son en absoluto. Otros están en trance de serlo, en camino o a punto. La vida social e histórica parece tener grados de realidad. Se puede ser más o se puede ser menos nación”.
“En Santo Domingo no existe aun, de modo pleno, la cristalización “espiritual” que es la nación. No hay un programa en cuya ejecución estén todos empeñados. El Estado por eso no tiene blanco sobre que ejercer su fuerza y autoridad. Al carecer el Estado de proyecto que cumplir y siendo, no obstante, una máquina de coerción, se vuelve contra la sociedad y la aprieta y estruja; nuestro Estado ha sido violencia sin objetivo nacional”. (Lecturas Dominicanas, Playor-Madrid, 1977).

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