EL DIA EN QUE DESAYUNE CON STEPHEN HAWKING (PARTE 1): Hawking, un “rock star” de la ciencia y el enfado del cosmonauta ruso

Conferencia de Stephen Dawking en Starmus 2014

Conferencia de Stephen Dawking en Starmus 2014

Stephen Hawking en Starmus 2014 de Tenerife

Stephen Hawking en Starmus 2014 de Tenerife

Garik Israelian: el "alma" de Starmus, y gran incentivador de las ciencias.

Garik Israelian: el «alma» de Starmus, y gran incentivador de las ciencias.

Alexei Leonov, el primer cosmonauta a realizar un paseo espacial.

Alexei Leonov, el primer cosmonauta a realizar un paseo espacial.

La segunda edición del festival-congreso Starmus – en su edición del 2014- está considerada como el “Davos de la Ciencia”. En el lujoso hotel Ritz-Carlton Abama ,en el sur de la isla canaria de Tenerife, se dieron cita entre los días 21 y 27 de septiembre algunos de los más importantes genios de la ciencia mundial, especialmente de la física y astrofísica.

La estrella principal del congreso llegó a Tenerife, desde las islas Británicas, a bordo de un crucero: era Stephen Hawking – el sabio aquejado por la esclerosis lateral amiotrófica – quien siempre vemos en una silla de ruedas, virtualmente paralizado, rodeado de cables que conectan un ordenador y pantalla para que se pueda comunicarse con el mundo exterior.

Tuve la dicha de ir al hotel para cubrir el gran evento para “Cuarto Milenio”. En el segundo día bajé a desayunar junto con el operador de cámara, Marcos Macarro y disfrutar de los pocos momentos que tendríamos libres antes de ingresar en un maratón agotador para intentar entrevistar a los participantes. De pronto vemos como un grupo de mujeres, una especie de cortejo femenino, se acerca a nosotros. Con sus alas protectoras conducen la silla de Stephen Hawking y ,para mi sorpresa, lo acomodan junto a una mesa a menos de un metro de donde estoy desayunando.

Las mujeres – algunas son sus enfermeras – le empiezan a preparar una papilla, aparentemente con gofio canario, mientras el sabio más importante de la física moderna procedía a mover un puntero sobre la pantalla de su ordenador personal. Lo hacia con los músculos de su boca. A derecha de la pantalla se desplegaba una especie de teclado y un menú con palabras más corrientes, como “which”, “for” o “they” que le ahorran tiempo a la hora de componer un texto. Éste se encontraba a la izquierda de la pantalla y me imaginé que estuviera contestando alguna pregunta demandada tres meses antes, tal como reza su protocolo personal, teniendo en cuenta la ardua tarea que debe ser escribir para Hawking con las dificultades inherentes a su enfermedad degenerativa.

Una de las mujeres empezó a suministrarle su desayuno con una cuchara mientras le sujetaba la cabeza. El genio aún disfrutaba en comer, uno de los pocos placeres carnales que le quedan ante su quebrantada situación física. Un día antes había presentado su charla en el horrible auditorio de Magma Artes & Congresos en Adeje. Digo horrible porque se trata de otra de las arrojadas obras arquitectónicas de hormigón, frío e desapacible, representativo de una escuela seguidora de Oscar Niemeyer sin alegría, sin verde y sin emoción.

En el auditorio le esperaban casi 1.500 personas que observaron la entrada de Hawking al plató con un silencio sepulcral. De pronto explota en el aire el sonido de una banda de rock (¿ACDC?) y estallan luces multicolores de focos que giran hacia todos lados. Al mismo tiempo la multitud empezaba a ovacionar y aclamar al encogidito sabio en su silla de ruedas tecnológica. Yo lo observé desde un pequeño anfiteatro, a una distancia de unos 7 u 8 metros y percibí que una sonrisa se esbozó en su sufrido rostro. El más grande de todos los sabios de la actualidad estaba disfrutando, estaba feliz por ver toda aquella gente que le esperaba para hablar de algo muy serie y sesudo: sobre el origen y destino de nuestro Universo.

Confieso que me emocioné en ver toda aquella turba tan emocionada como yo aplaudiendo a un minusválido, a un hombre prácticamente desvalido, pero cuyo cerebro prodigioso había alterado – para siempre – el rumbo de la física.

Pensé que aún hay esperanza en el seno de nuestra sociedad, de que no sólo Cristianos Ronaldos, Messis y Neymares son los astros. Que un viejo sabio puede ser casi tan popular como los deportistas me pareció extraordinario y encomiable.

En ambos lados del auditorio se proyectaban las palabras de la charla de Hawking -traducidas al castellano- titulada “El Origen del Universo”. Al fondo se proyectaban imágenes, como la de un Dios iracundo o un fragmento de la serie televisiva Star Trek en que aparece Hawking junto con Einstein. La ya conocida voz metálica que emite la computadora del físico reverberaba en el amplio auditorio. Aunque pudiera haber cambiado el tono de voz y el acento, el sabio prefirió mantenerlo, alegando que con el “acento norteamericano liga más que con el inglés”. El humor es otra de las características del gran sabio, una arma poderosísima para encarar su terrible enfermedad y alegrarnos a todos nosotros.

Algunos blogueros, más tarde, criticaron toda la parafernalia mediática que rodea a Hawking pero, digo yo, ¿por qué los científicos no tienen derecho a ser “estrellas mediáticas”? Si logran que la ciencia se acerque e entusiasme a más gente, a mi me parece muy positivo.

Antes de Hawking se presentó el músico e astrofísico Brian May, célebre por ser el guitarrista del grupo Queen. Nos proyectó bonitas imágenes en 3 Dimensiones, la mayoría manipuladas en el ordenador por él mismo a partir del viejo principio de uso de gafas para ver fotos de planetas, galaxias, satélites, etc. Pena que el afamado músico no estaba de buen humor y no quiso conceder entrevistas a la mayoría de los medios de comunicación.

Lo mismo le pasó al excosmonauta ruso Alexei Leonov, el primer hombre a realizar un paseo en espacio fuera de su cápsula, la Voskhod 2, en 1965. Leonov, que asistió la conferencia de Hawking, estaba de mal humor. Resulta que una noche antes él no consiguió plazas en el en el restaurante Mirador del hotel Ritz-Carlton-Abama. Por ello quedó apartado de los demás conferenciantes – científicos y astronautas – y acabó cenando con su esposa, hija y amigos rusos en un restaurante dentro del hotel, en frente de donde yo también cenaba.

Claro que eso, para un héroe de la antigua URSS – que ostentaba en el pecho sus medallas durante el día inicial del congreso – le debe haber sentado muy, muy mal. Se peleó el bueno de Garik Israelian, astrofísico armenio organizador del congreso que, a bien de la verdad, se vio desbordado por el gran número de periodistas, participantes y séquitos personales de los conferenciantes.

A raíz de este problema, Leonov no quiso atender a la prensa. En una ocasión me acerqué a él, le di la mano para saludarle y le dije brevemente que me gustaría entrevistarle. Me miró y se retiró sin darme respuesta. Vi que el célebre cosmonauta no estaba para bromas y, desgraciadamente no conseguimos la entrevista. Un día más tarde el ruso estaba un poco más tranquilo y ya firmaba algunos libros “Starmus: 50 years fo man in space” durante uno de los momentos de pausa de las ponencias. De hecho me firmó el libro en el capitulo dedicado a su hazaña cósmica y una foto que le presenté de él mismo vestido con el traje de cosmonauta, gesto que me hizo mucha ilusión pues, desde niño he admirado a toda aquella primera generación de cosmonautas rusos.

En una ponencia Leonov reveló su participación en el programa lunar soviético – que se llevó a cabo en secreto – como organizador del equipo de cosmonautas que debería viajar a la Luna. Lo más interesante es que él mismo Leonov había sido elegido para ser el primer hombre en pisar la Luna. El proyecto fracasó porque los norteamericanos se adelantaron y la mala suerte que tuvieron los soviéticos con los lanzamientos de grandes cohetes después de la muerte de Koriolov, uno de los padres de la cosmonáutica soviética.

En una ocasión vi a Alexei Leonov y Garik Armenian en el desayuno del hotel aparentemente fumando “la pipa de la paz”. Pero, infelizmente, ya era tarde para una entrevista: ya tenía una agenda muy llena de conferencias y de ocio. Además no contábamos con un traductor de ruso puesto que a Leonov se le olvidó el poco inglés que hablaba en la época de la misión Apollo-Soyuz de 1975.
Alexei Leonov

Garik Israelian

Stephen Hawking

conferencia Hawking (1)

1 comentario

  1. archimaldito said,

    21 octubre 2014 a 8:16 am

    Reblogueó esto en archimaldito.


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