Los sordos demandan un intérprete más para suplir sus necesidades

I.M.L. / Aranda
-

Este servicio les permite llevar a cabo trámites administrativos con la administración, las entidades bancarias o incluso acudir a una tienda y solucionar cualquier problema que surja

El colectivo de personas sordas de la comarca ribereña reivindican la necesidad que tienen de ampliar el servicio de intérpretes con el que cuentan para poder desenvolverse en el día a día con la mayor normalidad posible. En la actualidad, tienen a su disposición a dos personas que les sirven de enlace para comunicarse en las situaciones donde precisen, una de ellas contratada para 30 horas a la semana por la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Castilla y León (Fapscl), y otra a media jornada, gracias a una subvención de La Caixa Caja de Burgos, con las que no logran cubrir todas las demandas de ayuda que reciben.
Además de la limitación de horas, estos intérpretes tienen que atender las solicitudes de poblaciones de Soria y Segovia, lo que dificulta que se pueda dar el servicio que ellos demandan. «Creemos que con dos personas es suficiente, pero las necesitaríamos a jornada completa las dos», considera Román Mencía, presidente de la Asociación de Personas Sordas de Aranda y la Ribera (Apsar).
Estos intérpretes, que coincide que en Aranda son dos mujeres, facilitan la comunicación de las personas sordas en situaciones en las que el hacerse entender es fundamental. «Ellas nos acompañan cuando tenemos que hacer algún trámite con cualquier administración o a un juicio o, incluso, cuando tenemos que solucionar un problema en alguna tienda, para poder acceder a toda la información completa, porque si vamos solos podemos perdernos algún detalle importante y sería una pérdida de tiempo», pone por ejemplo Mencía. Este tipo de situaciones hace imprescindible tender puentes de comunicación entre el colectivo de sordos y el resto de la sociedad.
Más allá de esta reclamación, los sordos ribereños se sienten integrados en la sociedad y consideran que en su día a día no se encuentran con muchas trabas para comunicarse. «Hay que reconocer la Aranda y la comarca es un entorno amable para vivir y no nos resulta complicado hacer lo que hace todo el mundo, siempre teniendo en cuenta nuestras limitaciones», apunta Mencía. Es cierto que en los últimos años se ha ganado en visibilidad de este colectivo, para el que se contrata el servicio de intérprete para que puedan participar como espectadores en algunos actos sociales, como el pregón de las fiestas patronales, para que puedan seguir tanto la lectura del pregón oficial como los discursos de los intervinientes y la presentación del evento que sirve de inicio a los festejos. Aunque nunca es suficiente.
La asociación Apsar se creó hace diez años y cuenta con 35 socios, personas sordas algunas y otros no que viven tanto en Aranda y en la Ribera como en algunas localidades cercanas de las provincias de Soria, Valladolid y Madrid. Además del servicio de intérpretes, cuenta con una técnico de empleo contratada, ofrece atención a familias, desarrolla un importante movimiento asociativo y cuenta con servicios de formación organizando talleres y un curso de lengua de signos. Sus responsables estiman que en la comarca habrá entre 40 y 50 personas sordas. Por parte de este colectivo, una de las reivindicaciones es que se erradique la idea de que todos los sordos son también mudos, ya que los sordos sí pueden comunicarse. «Depende de la capacidad de cada uno, algunos no tenemos problemas porque podemos escribir, pero otras tienen más dificultades para comunicarse», reconoce Román Mencía.
 
Una década.
Para celebrar los diez primeros años de existencia de Apsar, ayer se reunieron cerca de medio centenar de sordos para compartir una jornada de celebración. En el acto central, celebrado en la Casa de Cultura y al que acudió la edil de Acción Social y primer teniente alcalde del Ayuntamiento arandino, Azucena Esteban, y el presidente de Fapscl, Luis Miguel Jiménez, compartieron inquietudes y pusieron sobre la mesa las necesidades a las que se enfrentan en el día a día.
A modo de acto lúdico, la compañía de teatro ‘El Grito’, formada por personas sordas, interpretó un diálogo basado en el lenguaje del abanico para demostrar que vocalizar palabra alguna se puede decir mucho.