Bromea
Federico Utrera. Asegura que él se ha enterado "por los leones", que son unos "indiscretos". Que él es un "mero transmisor". Las más de 400 páginas de su libro son la constatación de que los políticos no son ni más ni menos que personas normales.
A los parlamentarios se les supone seres sin mezcla alguna de impureza, invulnerables a las más bajas pasiones y a los vicios, ajenos a los defectos de sus representados y sin contaminaciones bastardas, señala uno de los primeros párrafos. Ni siquiera los presidentes del Gobierno se libran de este perfil terrenal.
El Congreso de los Diputados es como cualquier patio de vecinos. Hay hasta motes. Javier Arenas es "el terror de las nenas". El calificativo viene de su propio partido. El hoy candidato a la Junta ha despertado comúnmente "pasiones" entre las mujeres que lo han rodeado, señala Utrera. "Se le han declarado muchas", añade. En este terreno,
Francisco Álvarez Cascos es también protagonista. Es conocido por conquistar a rubias. "Antes que María Porto, su actual mujer, bellísima, ha estado emparejado con mujeres que han tenido el mismo perfil". Cuenta el cronista que el político desplegó sus artes ante todos en Granada, en plena caravana electoral: "Triunfó en la discoteca más que en el mitin. Tiene muy buen gusto para las mujeres y para el arte".
Detalla el libro distintos ejemplos de matrimonios rotos y nacidos por el "roce" entre la política y el
periodismo en la Cámara. "Hay más promiscuidad de la que se sabe y cuenta. Es normal que brote el amor con tanto contacto y momentos de intimidad". Como es lógico, también hay grandes desencuentros. La labor de controlar toda acción del poder, propia del profesional de la información, incomoda a más de uno.
No menos curiosa es la extraordinaria relación entre dirigentes que la opinión pública cree nefasta. Sabida es la amistad entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Eduardo Zaplana en los tiempos más tensos del mandato de José María Aznar. Bofetadas dialécticas ante cámara y taquígrafos y abrazos, cordialidad y cenas en la vida privada. Explica
Los Leones del Congreso la curiosa empatía entre José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero "para disgusto de Felipe González". Quién lo diría en vista de las sesiones plenarias que protagonizaron uno y otro. Arenas y Alfonso Guerra, otro extraño caso.
Sobre el presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, Utrera destaca sus escapadas de juventud a Cuba. Su pasión por los puros guarda vínculo con esto. El pasaporte del gallego previo a su boda hace ver su gusto por este país "pese a su sólida postura sobre la falta de libertades en él", matiza el periodista. Manuel Fraga fue otro visitante habitual de la isla.
De Rubalcaba, "habitualmente templado y equilibrado", detalla el libro "un día que perdió la cabeza con motivo del posible conflicto bélico con Marruecos por
Perejil". Da buena cuenta de ello
Los leones del Congreso. También de las lecturas de cabecera de los citados. Rajoy recurre a Benito Pérez Galdós, pasando por José Ortega y Gasset y hasta por Ildefonso Falcones o Ken Follet. No puede faltar su periódico predilecto: el
Marca. Rubalcaba suele tener entre manos novela negra. Se confiesa lector de
Millenium, la trilogía de Stieg Larsson, y de relatos suecos similares, como los de Asa Larsson.
En lo que respecta a la escritura, descubre Utrera, distintos diputados han "perpetrado versos", nunca publicados y que en este libro ven la luz por primera vez. Como tantos otros aspectos desconocidos de una sobria Cámara y unas sobrias señorías de las que, ahora descubrimos, poco o nada sabíamos más allá de sus intervenciones públicas. Es la crónica de un corresponsal parlamentario que sabe tanto como los leones que presiden el edificio.
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