Ciencia

DIVULGACIÓN

Una obra desmonta los falsos mitos de mal estudiante y creador de la bomba atómica

Einstein, idolatrado y perseguido

Albert Einstein en su despacho en 1929. ULLSTEIN BILD

VÍDEO: Pero, ¿qué diablos es la Relatividad?

El siglo de Einstein: cien años del Universo relativo

Nadie ha encarnado como Einstein dos de los rasgos más sobresalientes del siglo XX: el progreso acelerado de la ciencia y la lucha contra los totalitarismos. Nadie como él ha concentrado tampoco, debido a su inmensa celebridad, tal cantidad de falsos mitos que aún hoy circulan por muchas cabezas. El físico y ensayista Vincenzo Barone se ha propuesto revisarlos todos en el libro Albert Einstein, constructor de universos, que publica Biblioteca Buridán.

Una de las conclusiones de este volumen esclarecedor es que Einstein gozó de una fama desmedida, tanta que en ocasiones le ofrecían fortunas por escribir un artículo sobre "lo que quisiera", y al mismo tiempo fue perseguido por tirios y troyanos. Por este orden: primero lo masacraron en Alemania quienes eran sus compatriotas hasta que renunció a la nacionalidad; en Estados Unidos fue el FBI el que lo vigiló de cerca por filosoviético, mientras los rusos desconfiaban de él por hacerle el juego al imperialismo.

Para comenzar por lo más inocente, el ensayo de Barone desmonta la leyenda -muy tranquilizadora para quien suspende matemáticas- de que el pequeño Albert tenía problemas con los números en el colegio. En realidad, "sus notas en las asignaturas científicas eran excelentes", y buenas en latín y griego. De hecho, había empezado pronto a estudiar álgebra y geometría por su cuenta gracias a la ayuda de su tío Jakob, ingeniero eléctrico.

Descontando su valor científico, la teoría de la relatividad pegó tan fuerte porque, después de la I Guerra Mundial, Europa estaba necesitada de "héroes, no de las armas sino del intelecto", escribe Barone, y ahí se produce la transmutación de Einstein en icono del siglo. Otro físico teórico eminente, Paul Dirac, afirmó que la teoría "llegó en un periodo en el que todos, vencedores y vencidos, estaban cansados. La gente quería cosas nuevas. La relatividad vino a satisfacer este deseo y se convirtió en un tema central del discurso público".

A partir de entonces, Einstein estaba perdido como investigador y hombre anónimo. Con las heridas de la guerra aún en carne viva, se desatan los sentimientos ambivalentes que perseguirán siempre a Einstein. Las primeras verificaciones de la teoría de la relatividad se realizan en Gran Bretaña, que encumbra el trabajo pero minimiza la relación de su autor con su madre patria. En Alemania saludan que la potencia vencedora glorifique al hijo genial de una nación derrotada y humillada. Sin embargo, una pequeña pero ruidosa parte de la comunidad científica comienza a mirar a Einstein como un judío extranjero (vivía entonces en Zúrich).

Vemos que las semillas del fanatismo ya estaban prestas a brotar. La camarilla encabezada por Johannes Stark y Philipp Lenard, que sería un nazi de primera hora, empezaba a hablar de una "física degenerada" muy propia del pueblo judío, "propenso a las abstracciones y a las fantasías". Es sabido cómo derivó aquella locura criminal institucionalizada, así que no parece descabellado el rumor de un complot para matar a Einstein justo antes de que se trasladara a Princeton, en Estados Unidos.

Un físico teórico como Barone no puede dejar de refutar una de las proposiciones que más fortuna han hecho en el lenguaje común, esa de que "todo es relativo". Más cosas de la fama, que es incontrolable: lo que afirma la teoría de la relatividad es precisamente lo contrario, que las leyes que rigen todo fenómeno físico no son relativas sino absolutas. Einstein era consciente de la ambigüedad del nombre y se pensó ponerle uno alternativo: teoría de la invariancia. Pero, claro, nada habría sido lo mismo.

Mucho se ha escrito sobre la fe religiosa, o falta de ella, del científico de Ulm. Desde luego no creía en un Dios personal, antropomórfico y vengativo; más bien era adepto a una religiosidad cósmica deudora de Spinoza que, en su caso preciso, se manifestaba en una "admiración infinita por la estructura del mundo revelada por los descubrimientos de la ciencia". Análogamente, su sionismo estaba desprovisto de contenido religioso y revestía sólo un carácter cultural.

Que los nazis odiaran a Einstein tiene mucho que ver no sólo con su condición de judío y de extranjero, sino también con su antimilitarismo radical. De los tocados por el furor castrense decía que "sólo por error han recibido un cerebro; con una médula espinal les habría bastado". No obstante -otro estereotipo que ha gravitado sobre él-, nunca fue comunista y, de hecho, declinó siempre viajar a la URSS para no ser instrumentalizado. "Sus simpatías políticas estaban con un socialismo democrático y liberal", zanja Barone.

Esto era de por sí bastante peligroso para alguien como Edgar Hoover, el temido director del FBI, que mandó abrir un dosier en cuanto el físico pisó suelo americano. El supuesto extremista filosoviético llegó a acumular en su expediente casi 1.500 páginas de insinuaciones y testimonios insulsos. La paranoia anticomunista desatada por el senador McCarthy llenó de pena e indignación a Einstein, que vio a su nuevo país expuesto al ridículo internacional.

Más malentendidos que se cernirían sobre nuestro hombre en EEUU. A raíz de una carta que envió a Roosevelt llamando su atención sobre el potencial del uranio, algún titular lo catalogó como "el padre de la bomba atómica", dado que además su famosa ecuación E = mc2 había hecho posible teóricamente el artefacto.

En opinión de Barone, la intervención ante el presidente no fue decisiva para el inicio de las investigaciones atómicas, que comenzaron realmente dos años después. En cuanto a la ley de equivalencia entre masa y energía, "atribuir a su descubridor la responsabilidad de la bomba atómica es como atribuirle a Galileo (y a su ley del movimiento parabólico) la responsabilidad de los misiles balísticos", sentencia el ensayista italiano.

Una paternidad que sí es justo otorgarle es la de la teoría cuántica, pero las relaciones con su criatura fueron tan difíciles como las que mantuvo con sus hijos, como le reprochaba el único que tuvo posibilidad de hacerlo, Hans Albert. Una concepción del mundo en la que el azar y la probabilidad (que es su medida) desempeñan un papel ineliminable, como subraya la mecánica cuántica, chocaba con el determinismo de Einstein, que en esto no se alejaba un ápice de Newton y la tradición entera de la física occidental: el Universo tiene que estar regido por leyes causales y Dios no se dedica a "jugar a los dados" con él, según otra célebre frase suya que tampoco ha sido interpretada siempre con acierto.

Un Einstein cada vez más especulativo -más filósofo y menos físico, diríamos- se pasó los últimos 30 años de vida buscando una teoría unificada que armonizase la gravedad con el electromagnetismo, por un lado, y las partículas y los campos por otro. Irónicamente, fue la mecánica cuántica la que consiguió conciliar esta última dicotomía en la década de los 50.

Einstein fue un hombre marcado por las paradojas. Como señala Barone, siendo "depositario de un saber para pocos, se comprometió sin descanso a favor de toda la humanidad". Chaplin le dijo una vez: "Me aplauden a mí porque todo el mundo me entiende, y a usted porque no le entiende nadie". Él lo llevó a una esfera más personal al resumir con dolor: "Es algo extraño ser tan conocido y de todos modos sentirse tan solo".

42 Comentarios

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@Treblast #5 He ahí uno de los grandes males de la sociedad actual: "buscar en Google", no "vete al colegio o instituto donde estudió Einstein, revisa sus archivos y encuentra sus notas" (como seguramente habrá hecho el autor del libro), no, eso no, busca en Google que es más fácil. En Google puedes encontrar que el CI de George W. Bush es de poco más de 80, que el menú en la cafetería del congreso de los diputados cuesta 3 euros mientras que en los comedores escolares cuesta casi 8 o que en la tumba de Groucho Marx pone "perdonen que no me levante" ¿A quién le importa que en realidad el vedadero CI de Bush sea medio-alto (casi 120), que menú del congreso cueste casi 13 ¤ mientras que el de los comedores escolares no llega a 5 (y la mayoría de familias ni los pagan) o que en la lápida del nicho (no tumba) de Groucho Marx solo aparezca su nombre y una estrella de David?

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La mecánica cuántica es incompatible con la existencia de un Dios, así que por favor dejen de flipar algunos!

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Es alucinante como alguno aquí cree saber como pensaba Einstein, no sabemos ni como piensan lo que tenemos al lado como para asegurar lo que pensaba Einstein, anda yaaaaaaa!!!!

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La Naturaleza, El Universo por extensión, bien podría, en mi opinión, cumplir todos los "atributos" exigibles a una divinidad como "Dios manda" !! Si, según la Física, todo lo que existe puede ser explicado en términos de energía, E = mc2, y teniendo en cuenta que la energía "no se crea ni se destruye, sólo se transforma" podemos concluir que, para empezar, el Universo sería "Eterno" ... Después le podemos poner los atributos "ordinarios": Omnipotente (Que todo lo puede); Omnisciente ( conoce todas las cosas reales y posibles) ; Omnipresente (Que está presente a la vez en todas partes) y todos los "omni" ... La verdad es que para ser tan materialista, la Naturaleza resulta "adorable" ...

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Escriba aquí su comentario @telecomar #31 Mencionar la existencia de un "ser inteligente" y mencionar a Einstein es faltar a la verdad o demostrar un profundo desconocimiento del pensamiento de Einstein. Einstein, al igual de Spinoza, no cree en un Dios personal y consciente que crea de acuerdo a un orden y premia al bueno sobre el malo. Einstein es panteista y por lo tanto cree que toda la materia es Dios. Mi mano es parte de Dios, al igual que mi gato, o el zurullo que me he tirado. Y ese DIos no tiene otra consciencia quie la de los seres conscientes que componen el universo. No existe nada fuera del universo. Solo existe el universo material. Ni espíritus, ni Dioses conscientes, ni fuerzas vitales. Solo un todo, ordenado o desordenado, de tremenda belleza sobrecogedora cuyas claves están o estarán al alcance de la mente humana. Ese pensamiento, que solo existe la realidad material y que esta es de una gran belleza, lo compartimos tanto panteistas como ateos.

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@LaBusqueda #24 No se porque me diriges esas parrafadas a mí. Nada de lo que he dicho te puede hacer suponer que no estoy de acuerdo con lo que dices. El término Dios tal como lo define un Panteista no es más que la realidad material. Efectivamente, es un Oximorón, Einstein al declarase deista panteista no hace más que hacer una declaración críptica sobre su ateismo en un momento en que por un lado en EEUU declararse ateo era peligroso (plena caza de brujas) y por otro lado los soviéticos lo hubiesen instrumentalizado. Por eso, repito, dice que su pensamiento respecto a Dios, desde el punto de vista de un jesuita no es otro que el de un ateo.

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