De dos años para acá se ha escrito mucho sobre Ayotzinapa. Témoris Grecko no quería que su libro fuera uno más por eso lo tituló Ayotzinapa: Mentira histórica. Estado de impunidad, impunidad de estado.

El libro, de Ediciones Proceso, tiene varias dedicatorias: “A los desaparecidos de México y el mundo, y a sus familias y amigos que no dejan de buscarlos. A Martín, Carlos y Pita Berumen, que juntos se llevaron la fiesta a otro lado, donde habremos de seguirla. A Jim Foley, Rubén Espinosa, Moisés Sánchez, Regina Martínez y mis compañeros secuestrados y asesinados en México, Siria y el mundo. A Andoni Lubaki y a Balint Szlanko, porque sobrevivimos y regresamos al trabajo.”

Viajero que le ha dado tres veces la vuelta al mundo y sabe que Julio Verne no lo envidiaría pues él se mueve en avión y tiene acceso a cajeros automáticos, Grecko presenta mapas de los municipios y localidades de Guerrero, la ubicación de cuarteles militares, de la fuerza aérea y bases navales; las carreteras que, unidas, comunican al “Pentágono de la amapola” donde se produce 42 por ciento de la amapola nacional, donde el gobierno ha abdicado de sus funciones y donde los cuarteles militares saben muy bien qué entra, qué sale y quién lo lleva y a partir de eso hacen su agosto.

De niño Témoris, cuyo nombre significa “El que ve caminos” en rarámuri,  quería ser astronauta, rockero y buscar huesos de dinosaurios. Luego vino el gusto por contar historias de ciencia ficción y hacer un periodiquito. Hoy en día quisiera estar en muchos lugares a la vez. Está claro que lo suyo es informar: ver la historia mientras se está haciendo, escuchar a la gente que no se deja caer, que lucha, que baila en la oscuridad para no ser vista por los francotiradores.

-¿Cómo es visto México en el mundo?

-En el 2009 estaba en una ciudad del sureste de Turquía, con un antiguo guerrillero kurdo, de unos 70 años. Él seguía siendo muy militante, muy antiturco. Me estaba hablando de la prisión, de la tortura y de la situación de los kurdos oprimidos en Turquía cuando en la televisión pasa una escena del circuito cerrado del Metro de la Ciudad de México. En un vagón un hombre empezó a disparar. La gente corre, un hombre mayor se le avienta para someterlo pero el agresor le dispara y lo mata. Cuando dijeron “México” el guerrillero volteó hacia la pantalla, vio la escena y me preguntó: ¿Por qué se están matando los mexicanos unos a otros? Aquí los turcos y los kurdos somos enemigos, históricamente. Pero, ¿los mexicanos, por qué se matan? Qué le decía yo… Ésa fue una.

“La otra: en el 2007 estaba en una ciudad al este del Congo. Esa zona ha tenido entre matanzas, hambruna, esclavitud y demás cosas espantosas más muertos que los que ha habido en los conflictos armados de todo el mundo desde el fin de la segunda guerra mundial. Además tiene un volcán que hace como quince años destruyó la ciudad de Goma. Ahí tengo un amigo, Eddie. Como ahí no hay empelo y él tenía uno era muy procurado por las chicas. Un día me presentó a una de las postulantes: mi amigo Témoris es muy viajero y pronto va a ir a Israel. La chica se asusta: ¿Israel? ¿Ahí por Palestina? ¿Por qué vas, es muy peligroso! Me le quedé viendo. ¿Cómo explicarle que dónde estábamos es más peligroso que Israel y Palestina juntos? Eddie intervino: Es que mi amigo es mexicano. Ella se asustó más. ¿México? ¡Ahí matan gente! ¿Cómo explicarle que el Congo sigue siendo veinte veces más peligroso que México? Pero te ayuda a darte una idea de la imagen que estamos proyectando, ¿no?”.

Para el investigador, guionista y productor del documental Mirar Morir. El ejército en la noche de Iguala, no hay tregua. Su “peli”, como le dice con orgulloso cariño, se presenta en 126 ciudades de casi 30 países. Cuando está en México suele reunirse con familiares y amigos, a los que besa y abraza profusamente. También imparte talleres sobre periodismo. Asiduo lector de Kapucinski, África le resulta entrañable. Grecko es autor de Asante: África, Canás. Francotiradores de la Siria rebelde, La ola verde. La revolución de Irán en 2009 y El vocero de dios.

El tercer capítulo de Mentira Histórica da cuenta de “la investigación judicial más importante de la historia reciente de México, la que debió ser realizada de la forma más honesta y profesional, fue convertida en un engaño tan grande como torpemente ejecutado. Un engaño en el que se acrecienta la importancia de lo que se quiere ocultar: las líneas rojas que las autoridades han defendido como las murallas de un convento medieval”.

-Con las cosas como están, cualquier cosa puede ocurrir. Nadie tiene el control y veo al gobierno improvisando, reacciona e improvisa mal.

-Y a la gente, ¿cómo la ve?

-Hay mucha gente que no va a dejar de luchar, pase lo que pase. Ahora estoy leyendo un libro de David Espino sobre las autodefensas en Guerrero y ahí se ve el espíritu de los pueblos por no dejarse aplastar ni por los gobiernos, ni por los cacicazgos criminales aliados al gobierno. Pero hay que decir que en el gobierno de Lázaro Cárdenas se originó la corporativización que es el eje cultural para la vida de los mexicanos, en cuanto a la forma de participar, de conducirte, de actuar, la corporativización informativa: la información viene de arriba para abajo y no hay cómo contestarla.

“Ciertamente hay más medios ahora. Pero la gente sigue informándose a través de Televisa. Les cambiaron a López Dóriga por Denise, pero el cuerpo informativo es el mismo. Cuando se mete a internet resulta que es un pueblo no entrenado a distinguir lo que es información, de lo que es propaganda, de lo que son mentiras o fantasías enloquecidas. Se regresan a la tele y les parece que un Gómez Leyva tiene el mismo valor informativo que lo que dice un periodista con una investigación bien hecha, honestamente hecha.

“¿Cómo vas a promover que el pueblo mexicano cambie si no sabe informarse, ni buscar la información ni entenderla para poder tomar decisiones. La mayor parte de los ciudadanos estamos desestructurados: no hay organización. No hay manera de exigir a los partidos políticos que trabajen bien, de exigirles cuentas porque la sociedad está desorganizada”.

Sin embargo, para Témoris Grecko banalizar la guerra es decirte que nada más hay sufrimiento, que la gente se rinde y que no hay nada que hacer. Es el tipo de información que recibimos en las cápsulas de 30 segundos que aparecen en los noticieros: así pretenden resumir lo que ocurrió en esta semana en la guerra en Siria. Bombas, sangre y disparos. Cuando la gente ve eso pierde la noción que las cosas pueden cambiar y se desinteresa. Piensa que ya no hay futuro, que ya no hay esperanza.

-Pero si cuentas de las niñas que no podían salir a la luz porque un francotirador que les iba a disparar, pero en la oscuridad se están riendo, se toman de las manos y dan vueltas, dices: “Las cosas pueden cambiar”. Esas niñas son la prueba que hay esperanza. Podría ocurrir que el 26 de septiembre del 2014 se convierta en un futuro en la fecha en que los mexicanos empezaron a cambiar las cosas.  **  **  **