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Siete hábitos cotidianos que están reduciendo tu inteligencia a cero
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COSTUMBRES DIARIAS MUY PERNICIOSAS

Siete hábitos cotidianos que están reduciendo tu inteligencia a cero

Nuestro cerebro puede verse afectado por nuestro comportamiento, pero también por el tipo de sociedad en la que nos ha tocado vivir

Foto: ¿Son los adolescentes de hoy en día más o menos inteligentes? (iStock)
¿Son los adolescentes de hoy en día más o menos inteligentes? (iStock)

Desde los años 30, el coeficiente intelectual medio de la población no ha dejado de crecer, gracias a unas mejores condiciones de vida y una mayor educación. Pero de un tiempo a esta parte hay científicos que advierten que nuestra inteligencia no sólo no ha dejado de crecer, sino que podría estar, incluso, disminuyendo.

Dejando a un lado el hecho de que reducir la inteligencia a un número –qué es si no el CI– es simplificar demasiado algo complejo y diverso, lo cierto es que en el mundo moderno se han generalizado ciertas costumbres que cercenan nuestra capacidad para resolver problemas.

India Sturgis ha recopilado para The Independent 7 hábitos del mundo actual que, según las últimas investigaciones científicas, afectan a nuestra inteligencia.

1. Consumir demasiadas grasas saturadas

Aunque las grasas saturadas están viviendo una nueva juventud, pues han sido exculpadas de provocar problemas cardiovasculares, su consumo excesivo disminuye la producción de dopamina, un neurotransmisor fundamental, responsable entre otras cosas de la motivación. Diversos estudios han mostrado que las dietas ricas en grasa alteran la flexibilidad cognitiva, ralentizan los tiempos de reacción, dañan la memoria y provocan sentimientos depresivos.

2. Tratar de hacer demasiadas cosas a la vez

La multitarea es una característica fundamental de nuestros sistemas operativos, que pueden ejecutar varios procesos a la vez, pero nosotros no somos como un ordenador. Como explica Earl Miller, neurocientífico del MIT, “el cerebro no está diseñado para realizar múltiples tareas. Cuando la gente piensa que está realizando varias cosas a la vez, sólo están cambiando rapidamente su atención de una tarea a otra, y esto tiene un coste cognitivo”.

Nuestro cerebro se cansa más rápido cuando está a muchas cosas pero, además, realiza peor las labores. “La multitarea impide el pensamiento profundo y creativo, ya que estamos todo el rato conectando y desconectando”, explica Miller. Y además, puede ser peligrosa: no podemos hablar por el móvil a la vez que conducimos sin abandonar parte de la atención que deberíamos estar prestando a la carretera.

3. No memorizar nada

Si por algo se caracteriza el mundo de hoy en día es por la ingente cantidad de información a la que podemos acceder gratis y en cualquier momento. Esto, claro está, es muy útil, pero como apuntaba Nicholas Carr en Superficiales (Taurus) la sobreabundancia de información también influye en nuestra memoria, nuestra atención y nuestra inteligencia en general.

Es evidente que Internet ha alterado nuestra forma de recordar datos. Una investigación publicada en la revista Science en verano de 2011 lo corroboraba: cuando las personas confían en tener acceso futuro a la información a través de la red recuerdan muchos menos datos concretos, pero se acuerdan mucho mejor de dónde están las fuentes para encontrarlos. Es como si Internet se hubiera convertido en un disco duro externo. Esto no tiene que ser necesariamente malo, pero sí nos hace perder capacidades memorísticas, y la memoria es una parte importantísima de la inteligencia.

4. Comer demasiado azúcar

Un estudio de 2012 de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) mostró que las ratas que consumían demasiada fructosa resolvían más lentamente los problemas, dado que alteraba los niveles de insulina, que es necesaria para convertir el azúcar en energía.

“Las neuronas necesitan glucosa para funcionar, pero consumir demasiado en poco tiempo provoca un subidón de azúcar que hace que se sobrecarge el cerebro”, explica la doctora Sarah Brewer.

5. Ver televisión basura

No existe una prueba concluyente de que la caja tonta nos haga menos listos, pero sí hay estudios que corroboran que puede influir en nuestra inteligencia.

El psicólogo australiano Markis Appel realizó una investigación con 81 personas que tuvieron que ver un reality sobre la vida diaria de un hooligan. Tras su visionado tenían que completar un examen de cultura general. Aquellos que no habían visto el programa sacaron mejores notas que los que sí lo habían visto.

Appel cree que aquello que vemos y oímos influye en nuestro comportamiento. “Aquello sobre lo que has estado pensando recientemente está en un nivel más superficial de tu conciencia, así que tu cerebro está predispuesto en esa dirección”, apunta otro psicólogo, la especialista en comunicación Joanne Cantor.

6. Sufrir trastornos del sueño

Según han desvelado estudios con animales, la alteración continuada de nuestros ritmos circadianos reduce a la mitad la tasa de renovación de las neuronas del hipocampo (el área del cerebro que procesa la memoria) y los efectos pueden notarse hasta un mes después del último trastorno. El sueño irregular influye también en nuestra habilidad para aprender.

Como explicó en una de estas investigaciones el profesor Lance Kriegsfeld, de la Universidad de California en Berkeley, “ya seas azafata, médico o cualquier trabajador por turnos, el trastorno continuado de los ritmos circadianos tendrá un impacto a largo plazo en tu comportamiento cognitivo”.

7. Masticar chicle

Sí, según un estudio reciente, masticar chicle hace que realicemos peor las tareas relacionadas con la memoria a corto plazo, como recordar los nombres de una lista. “Cuando la gente mastica chicle durante horas tiene problemas de distracción”, aseguró la autora del estudio, la doctora Sarah Brewer. “Tan pronto desaparezca el sabor recomendamos que se tire”.

Desde los años 30, el coeficiente intelectual medio de la población no ha dejado de crecer, gracias a unas mejores condiciones de vida y una mayor educación. Pero de un tiempo a esta parte hay científicos que advierten que nuestra inteligencia no sólo no ha dejado de crecer, sino que podría estar, incluso, disminuyendo.

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