Yom haShoá, sobre el libro “El rescoldo” de Sara Strassberg-Dayán

Briefmarke-Warschau-Ghetto-Aufstand3R.LEIB: En tantos de ustedes, se ve como luchan con las huellas del tesoro; se lo ve en sus ideas, en sus actos, aunque ustedes mismos no se den cuenta, y aunque eso moleste a ciertos judíos «piadosos» que se creen los custodios del judaísmo pero no lo son… Buscar la verdad en cualquiera de sus formas es siempre judaísmo.

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MADRE: ¿El ghetto está ardiendo, verdad?
URI: En parte, sí; el asfalto arde bajo nuestros pies, chorrea y se pega a nuestros zapatos, un humo negro cubre las calles, hay cadáveres por todos lados, y el olor de la carne quemada nos descompone, pero la lucha sigue.

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URI: Una vez Reb Leib nos dijo que ésta era una época de poda para el árbol de Israel, ¿te acuerdas? (Masha asiente.) Tenía razón; la poda sigue, pero nuestro árbol no puede ser talado, ¿sabes por qué? Ahora lo sé, lo comprendí en este último tiempo. No puede ser talado porque nuestras raíces no están en la tierra. Nuestra raíz es un sueño, y un sueño no puede ser destruido por la violencia ni por el fuego. Nacimos como pueblo pidiendo justicia, odiando el odio y la esclavitud, y no podemos traicionar ese sueño que marcha delante de nosotros, pidiendo fe y realización. Nacimos soñando con un futuro de libertad y dignidad para todos los seres humanos, y ese sueño no puede ser destruido, a menos que sea destruida toda la humanidad, ¿comprendes?

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GENERAL: Esto se acabó. Himmler me ha tele-grafiado ordenándome terminar  ya esta lucha absurda. Vamos  a destruir completamente el ghetto, lo arrasaremos hasta sus cimientos, ¿entiende?

CORONEL: ¿Y los talleres y fábricas, señor?

GENERAL: Bombardeen todo. Esos judíos saben pelear con nuestros soldados, veremos cómo pelearán ahora con las bombas que les arrojarán nuestros aviones, con el fuego de nuestros lanzallamas, y con el gas con que llenaremos sus refugios.

CORONEL: ¿Gas, señor?

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MASHA: Desde que estuve allá, en Treblinka, no había podido llorar; pero esa noche, mientras miraba arder el ghetto, mientras a mi espalda escuchaba brindar a los polacos, volví a llorar. Supe que entre esas llamas estaba el pueblo que yo creía que ya no existía; supe que yo era parte de ese pueblo y que el pueblo estaba en mí; supe que me quemaba el mismo fuego que los quemaba a ellos; pensé: ¿por qué no estoy también yo ahí, muriendo con mi gente? Supe quién era yo, por fin, ¿comprendes?

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«Si comprender es imposible, conocer es necesario…», las palabras de Primo Levi sirven de prefacio a la obra teatral «El rescoldo» de Sara Strassberg-Dayán, donde a través de ésta, cobra realidad el hecho histórico, al convertirse en coetáneo, al permitirnos reflexionar sobre las condiciones históricas en que tuvo lugar la vida humana en una época nefasta de la Humanidad.

Los roles actorales se funden en la piel de los personajes, cobran visibilidad ante el lector-espectador, son personas de otro tiempo con las cuales podemos identificarnos, desde el acuerdo o el desacuerdo de sus posturas, reacciones, miedos, creencias, recelos, desconfianza, etc.

En el caso del lector, la obra se transfigura en lo que podríamos calificar una novela en tres dimensiones, ya que la dinámica de la estructura de los actos, la ubicación en escena de aquellos seres-personajes en ese espacio físico y temporal, en una dimensión historia-presente, hace ágil la lectura y comprensible la situación planteada.

Tantas veces desde la ignorancia o la indiferencia, el desconocimiento o la soberbia, muchos han dicho: «por qué se dejaban conducir como ovejas al matadero», y la pregunta debería ser ¿cuál habría sido la decisión que hubiésemos tomado nosotros, en el caso de que se nos exigiera proporcionar una lista con varios miles de nombres para cubrir la cuota requerida para el próximo transporte a los campos de la muerte a cambio de que no mueran todos?, ¿cómo repartiríamos la exigua ración de comida o los medicamentos a todos los hambrientos y enfermos o sólo a aquellos con más posibilidades de sobrevivir?, ¿qué hacer, para conservar la vida un día más?, ¿cómo actuar ante la disyuntiva de que un padre sólo podía salvar a un hijo, a cual, de ser transportado?

Y una vez ya en los campos, la humillación, y la deshumanización el rapado total, el despojo de la ropa y de todos los efectos personales, el tatuaje de un número, la falta absoluta de privacidad en las barracas, el dormir en el camastro junto a dos o tres extraños, la indescriptible suciedad, la desaparición de todas las jerarquías que determinan usualmente una gran parte de nuestra identidad, la ausencia de toda ceremonia, la imposibilidad de llorar a los muertos. Y la misma muerte.

¡Y resistieron y lucharon!

Este libro es un humilde homenaje a aquellos jóvenes que presentaron lucha a la bestia nazi, para elegir siquiera la manera de morir. Los hubo no sólo en Varsovia, también en Bialistock, Cracovia, Chestojova, Tarnov, Bandin y en los mismos campos de concentración y los de exterminio.

ElRescoldoNovedadEncontrará el lector en «El rescoldo», a aquellos seres-personajes que a través de la resistencia judía, entonces, intentaron elevar la dignidad humana tanto como fuera posible, tanto como les fuese posible. Los que escribieron un periódico en la clandestinidad, los que enseñaron en escuelas, aquellos que impartieron clases de hebreo, de sionismo y de Torá, quienes tocaron en orquestas, quienes actuaron en los teatros para un público hambriento de pan; los niños contrabandistas; los judíos creyentes que siguieron cumpliendo las mitzvot, los tradicionalistas que continuaron yendo a las sinagogas y festejaron las festividades. Todos ellos fueron y serán nuestros héroes.

«El rescoldo», nace como el resultado de la necesidad pesonal de la autora, de enfrentarse con el tema del Holocausto desde su condición judía, por medio de su herramienta natural que es la dramaturgia, a la que nos tiene acostumbrados en su prolífica trayectoria como escritora.

Juan Zapato

Acerca de Juan Zapato

Desde temprana edad mi incursión por las palabras escritas fue delineando mi perfil intelectual hacia la literatura. Ángela, mi abuela, con su cálida voz y esa facilidad para transmitir oralmente las historias que solían acompañarme por las noches –preparación para el sueño– despertó en mí la pasión por los libros. Luego vino el amor, junto con las primeras palabras que dibujaran versos adolescentes, impulsos quebrados en forzosas rimas, la intención que conlleva la pureza de plasmar sobre una hoja un universo de fantasías reales y de realidades fantásticas, trampas que el inconsciente juega a nuestros sentidos. Trasnochadas de cafés compartidas con poetas, salvadores del mundo, sabihondos y suicidas. Horas sumergidas en librerías buscando los tesoros de la literatura olvidados en algún estante. Cartas que nunca partieron hacia ningún lugar. Conversaciones perdidas con la gente que ya no está”. Ver todas las entradas de Juan Zapato

2 respuesta a «Yom haShoá, sobre el libro “El rescoldo” de Sara Strassberg-Dayán»

  • analuisa

    EL ISRAELITA NACIO PARA EL EXITO, RAZON POR LA QUE SIEMPRE EN DOQUIER SE LES ENVIDIA, AM SEGULAH ES DIFEENTE DEL CIELO A TIERRA, POR ESTO. ODIAN TU TALLA DE GIGANTE EN FE CIENCIA Y TODO LO HABIDO BUENO Y SABIO ES POR EL PUEBLO DE MANOS ISRAELITAS, SU ENANISMO DELANTE DE SU CONOCIMIENTO JAMAS LO PERDONARAN ANA

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  • Martha villatoro Bruno

    Importante obra y verdad.

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