GentedelB@rrio felicita a todas las mujeres de #Cuba y del mundo


Hola Gente!!! Este 23 de agosto se celebra el aniversario 56 de la creación de la Federación de Mujeres Cubanas, una organización fundada por Vilma Espín (1930 –2007) para desarrollar políticas y programas encaminados a lograr el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer en todos los ámbitos y niveles de la sociedad con prioridad en la formación y el bienestar de las nuevas generaciones, cuyos excelentes resultados en Cuba son hoy paradigma para otras naciones del mundo. Llegue este día la felicitación de los autores de GentedelB@rrio, uno es mujer, federada y muy cubana, y les deseamos a todas muchas cosas buenas en la vida personal, laboral y social. La mejor manera que encontramos fue regalándole estas décimas de Jesús Orta Ruiz, nuestro Indio Naborí (1922 – 2005) dedicada a las mujeres y un collage de fotos en las se evidencian todo, o casi todo, lo que hacen las mujeres cubanas, calificadas por Fidel Castro Ruz como una Revolución dentro de la Revolución. Y como siempre, esperamos sus opiniones.

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Mujeres (del Indio Naborí)

Flor de Guamá, Casiguaya,
cuando muere su Guamá
empuña el arco y se va
por el monte y por la playa.
Lanza piedras, no desmaya,
parece agresiva estrella.
Dijérase una centella
sobre la inmensa rapiña
y trinchera de la niña
desnuda que va con ella.

Al fin presa es la serrana
por los hombres de arcabuz
y un cura le da una cruz
para que muera cristiana.
Toma la cruz la antillana
y esto se le oye decir:
“Solo me han de convertir
a los ritos del altar
si me dejan abrazar
a mi pequeña y morir”.

Antes del crimen nefando
le admitieron que abrazara
a su niña, que en la cara
mostraba un Guamá peleando.
La madre la fue abrazando
hasta matarla de amor
y gritó, bella en su honor:
“Ni Guamá, ni su mujer,
ni su niña podrán ser,
esclavas del invasor”.

Soltó la cruz con bravura
de pantera estremecida
y la cruz hizo una herida
sobre la frente del cura.
Luego, heroicamente pura,
“matadme”, dijo la hispana
turba que manchó de grana
la esmeralda de su Antilla,
y de tan brava semilla
viene la mujer cubana.

Viene de aquella inmortal
madre Mariana Grajales,
con sus once colosales
hombres de un mismo ideal.
Cuando se vuelve coral
un diamante de su roca,
no hay un sollozo en su boca
ni en sus labios un temblor;
y dice al hijo menor:
Empínate, que te toca.

Viene de aquella mujer
que Cambula se llamó
y en azul, blanco y punzó,
tejió nuestro amanecer.
Como en un reflorecer,
viene de la sementera
de Isabel Rubio, veguera,
que le abrió el pecho a las balas,
como si abriese las alas
una paloma guerrera.

Viene de aquella Lucía
Iñiguez de rayo y beso.
Le dijeron: Está preso
tu hijo Calixto García.
No es él, no es él, repetía
la madre en un tono fijo;
pero cuando alguien le dijo:
Un hombre acaba de darse
un tiro por no entregarse.
Lucía gritó: Es mi hijo.

De esa raíz tan sembrada
surgieron épicas rosas:
Melba y Haydee, las gloriosas
Heroínas del Moncada.
Y como flor alumbrada
por un rastro de carmín,
en torno del paladín
audaz del Segundo Frente,
surgió en las cumbres de Oriente
la estampa de Vilma Espín.

De esa raíz popular
Clodomira hirvió su hazaña,
secreto de la montaña
que el dolor no dijo al mar.
De esa simiente solar
levantó su rebeldía
Celia Sánchez; y bravía
se alzó como de diamante
Lidia Doce, tan radiante
como las doce del día.

Teté Puebla, generala,
de una tropa femenina.
Siempre tuvo un alma fina,
pero sin miedo a la bala.
Subió de escala en escala
hasta el triunfo de la Sierra
y hoy sigue firme en la guerra
de Ideas junto a Fidel,
contra el enemigo cruel
de los pobres de la Tierra.

Ya ves, gringo de papel,
que abuelas, madres y hermanas,
tienen nuestras milicianas
flor de bronce, fuego y miel.
Y si hoy pintan el clavel
de su labio arrobador
también pueden, ¡oh, pintor!
sobre su arena segura,
pintar su caricatura
con sangre del invasor.

 

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