Un movimiento similar al de los indignados reúne por cuarta noche consecutiva a miles de jóvenes en París

EVA CANTÓN

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Con la estatua de Marianne en el centro, el café acristalado que lleva el nombre de la divisa de París ‘Fluctuat nec mergitur’ (Tocada pero no hundida) y un roble que rinde tributo a las víctimas de los atentados del 2015, la Plaza de la República es un símbolo de resistencia frente al terrorismo en el que ahora prende también el germen del descontento.

Miles de jóvenes franceses, hastiados de un Gobierno que se dice socialista pero sigue la senda del neoliberalismo, ocupan su espacio desde el pasado 31 de marzo, cuando sindicatos y organizaciones estudiantiles salieron masivamente a la calle en contra de la reforma laboral de François Hollande que amenaza con abaratar el despido y precarizar el empleo.

Pero el proyecto de ley de la ministra de Trabajo, Miriam El Khomri, es sólo la gota que ha colmado el vaso, el catalizador de un malestar social creciente que transforma poco a poco la protesta en un movimiento donde resuena el eco de los indignados españoles del 15-M y la corriente Ocuppy Wall Street.  

Por cuarta noche consecutiva, se han sucedido los debates y las asambleas para dar continuidad al movimiento lanzado bajo el hashtag, #NuitDebout (Noche en pie), por ‘Convergencia de luchas’, un colectivo informal surgido de manera espontánea el pasado febrero para aunar diferentes reivindicaciones. Los motivos para acudir a la emblemática plaza son heterogéneos, pero la voluntad de convertirse en motor del cambio, es común. 

“En Francia estamos todos bastante de acuerdo en que no nos satisface el modelo de democracia que nos proponen, y por eso queremos que se produzca una trasformación”, comenta Cassien, un grafitero de 24 años que rocía con espray negro una plantilla con el lema de la movilización.

Bajo un toldo de plástico blanco, varios activistas informan a los participantes de las comisiones creadas el “viernes 32 de marzo” -acciones, animación, logística, moderación y democracia, comunicación y acogida-. Hasta allí se acerca Julia, de 29 años, que vive en Bruselas y ya participó en el 15-M de la capital belga. No ha dudado en presentarse este fin de semana en París “para apoyar la causa”. 

“Estamos intentando luchar por una Europa sin austeridad, en contra de los populismos, el racismo y la xenofobia”, señala, convencida de que es necesario que, no sólo en Francia sino en toda Europa, se reproduzca el espíritu del 15-M.Otro recién llegado, Josu, bilbaíno de 40 años, habla de lo que se está gestando en París como de algo "histórico".   

"DESOBEDECER LEYES INJUSTAS"

Entre los árboles florecen pancartas animando a “desobedecer leyes injustas”, criticando el estado de emergencia vigente en el país desde los atentados de noviembre –“la seguridad guiando al pueblo”, reza una de ellas- o exigiendo el derecho a la vivienda.  

En un tenderete está la enfermería. En otro la cantina y detrás un espacio habilitado para sentarse a debatir. La organización no tiene líder y cuando alguien coge el megáfono para hacer propuestas se alzan las manos como en la Plaza de Catalunya o la Puerta del Sol en la primavera del 2011.

“Hay que devolverle el poder a la gente, que pueda hablar para que nuestros dirigentes sepan que tienen que escucharnos”, dice Agathe, una joven estudiante que describía la plaza “más como un festival político que como una ocupación”. 

El colectivo desafía el estado de emergencia, que prohíbe las manifestaciones, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha recordado que los lugares públicos no pueden “privatizarse”. Sin embargo, nadie opone resistencia cuando la policía les desaloja sistemáticamente al alba para que trabajen los servicios de limpieza.  

FUTURO POLÍTICO

De sus eslóganes y frases -como la de Neruda "Podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera'- se deduce una dosis de utopía pero también una intención de permanencia. “Habrá que ver si algún partido capitaliza el descontento, si surge uno nuevo o si no tiene su reflejo en la política, que es lo que parecía que iba a pasar en España”, apunta Darío Martos, del círculo de Podemos de Silla (Valencia) y residente en París.

Mientras, un grupo cuya media de edad supera los 50 hace conjeturas sobre el futuro. “El sistema está agotado”, dicen recordando que Mayo del 68 también comenzó un viernes.

Los indignados están dispuestos a resistir en París, donde en la noche del domingo se concentraron unas 2.000 personas y otras 80.000 siguieron la velada en directo a través de Periscope. #NuitDebout se extiende también a otras ciudades como Lyon, Marsella y Toulouse.