El Ayuntamiento de Barcelona retoma la señalización de los núcleos de barracas

El próximo 25 de noviembre se instalará la primera en la playa del Somorrostro, tras cuatro años de trabajo de una comisión ciudadana

Una de las fotos incluidas en el libro 'Somorrostro/crónica visual de un barrio olvidado'

Una de las fotos incluidas en el libro 'Somorrostro/crónica visual de un barrio olvidado'

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Los numerosos turistas y barceloneses que pasean por la playa del Somorrostro –en la Barceloneta– contarán a partir del 25 de noviembre con una ayuda extra para comprender la transformación radical que ha vivido el litoral de la capital catalana en el último medio siglo. Se trata de una placa conmemorativa situada entre el Hospital del Mar y el Parc de Recerca Biomèdica, un elemento tan barato como eficaz que recordará a los que (mal)vivieron en aquellas barracas sobre la arena e incluirá los datos básicos de su historia. En las semanas posteriores a la inauguración de esta primera placa se instalarán otras en diferentes puntos de la ciudad en los que también hubo núcleos destacados de barraquismo.

La actuación municipal surge de un proyecto memorialístico de largo recorrido, que impulsa la Comisión ciudadana para la recuperación de la memoria de los barrios de barracas de Barcelona. Desde hace cuatro años trabaja para conseguir un reconocimiento formal a estas precarias barriadas, largamente ignoradas –sino escondidas– por la historiografía oficial. Las chavolas respondían a una emergencia habitacional que llegó a su punto álgido a finales de los años 50, cuando casi un 7% de la población de la ciudad –unas 100.000 personas– subsistía en barrios de barracas de toda índole. El Somorrostro es uno de los más conocidos, por su ubicación en una playa céntrica y porque en él nació la aclamada bailaora Carmen Amaya. Pero hubo muchos más: el Camp de la Bóta en el Besòs, Can Valero en Montjuïc, La Perona en Sant Martí de Provençals, Los Cañones en el Turó de la Rovira... Los últimos núcleos se derribaron poco antes de los Juegos Olímpicos de 1992.

Cuatro placas grandes y siete pequeñas
La señalización comprenderá dos tipos diferentes de placa: una de gran formato para las cuatro mayores áreas de barracas (Somorrostro, Montjuïc, Carmel y Sant Martí de Provençals) y otra más pequeña para siete núcleos menos extensos pero significativos para la ciudad (Camp de la Bóta y Rere Cementiri, Poble-Sec y Can Tunis, Raimon Casellas en Can Baró, Santa Engracia en La Prosperitat, Diagonal, Santa Gemma en Les Corts y Hospital Sant Pau). Recorrer los diferentes enclaves permitirá formarse una idea de conjunto de la vida en la ciudad informal de la posguerra.

De la televisión a la calle
La iniciativa surgió a raíz de las sentidas peticiones de testimonios recogidos en el reportaje Barracas, la otra ciudad del programa 30 Minuts y en el documental Barracas, la ciudad olvidada del espacio de TV3 Sense Ficció. Antiguos barraquistas lamentaban que la ciudad hubiera borrado toda huella de la lucha cotidiana de tantas personas que, como la propia ciudad, soportaron condiciones degradantes para salir de la miseria y conseguir un futuro mejor. Las súplicas televisadas movilizaron a un grupo de periodistas, vecinos, activistas y académicos que dieron forma a una petición ciudadana, que logró el apoyo de más de 80 entidades y 800 profesionales.

La entregaron al Ayuntamiento de Barcelona en 2010 y éste se comprometió a hacer realidad las dos principales peticiones: recuperar el nombre original de 'playa del Somorrostro' y señalizar los espacios donde estuvieron los principales núcleos de chavolas. La primera actuación cristalizó muy pronto: el nomenclátor oficializó el cambio de nombre en noviembre de 2010, con un acto inaugural el 23 de marzo de 2011. Sin embargo la segunda petición ha tardado más en llegar, pero podría resolverse en breve, antes de que acabe el mandato.

Desde aquella queja televisada de los barraquistas hace cuatro años han tenido lugar numerosas acciones divulgativas en toda Barcelona. Una de las investigaciones más destacadas fue la que resumía la exposición del Museo de Historia de Barcelona Barracas, la ciudad informal del siglo XX, que mostraba los resultados del estudio realizado por historiadores y antropólogos del grupo Pas a Pas. La publicación de monografías, artículos y entrevistas y la celebración de actos conmemorativos en los barrios también han contribuido a recuperar una memoria que corría el peligro de extinguirse. Con la instalación de placas, las próximas generaciones de barceloneses y miles de visitantes podrán incorporar esta otra historia de Barcelona al relato de la ciudad.

Una visita de la bailarina Carmen Amaya, en 1952, al barrio de las barracas del Somorrostro (Barcelona), donde nació. La fotografía pertenece al libro 'La Barcelona Desapareguda', obra del periodista Josep Maria Huertas y su hijo, el documentalista Guillerm Huertas

Una visita de la bailarina Carmen Amaya, en 1952, al barrio de las barracas del Somorrostro (Barcelona), donde nació. La fotografía pertenece al libro 'La Barcelona Desapareguda', obra del periodista Josep Maria Huertas y su hijo, el documentalista Guillerm Huertas

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