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      Así comienza el libro más famoso de la Nobel

      Voces de Chernobyl es la obra más conocida de Alexievich. Lo escribió en 1997 y es el único libro de la autora que fue traducido al castellano.

      Así comienza el libro más famoso de la NobelCLAIMA20151008_0079 Voces de Chernobyl, de Alexievich, flamante Premio Nobel de Literatura 2015
      Redacción Clarín

      “ No sé de qué hablar... ¿De la muerte o del amor? O es lo mismo... ¿De qué?...

       ...Nos habíamos casado no hacía mucho. Aún íbamos por la calle agarrados de la mano, hasta cuando íbamos de compras... Yo le decía: “Te quiero”. Pero aún no sabía cómo le quería... No me lo imaginaba... Vivíamos en la residencia de la unidad de bomberos, donde él trabajaba. En el piso de arriba. Y otras tres familias jóvenes, con una sola cocina para todos. Y abajo, en el primero, estaban los coches. Unos camiones rojos de bomberos. Éste era su trabajo. Yo siempre estaba al corriente: dónde se encontraba, qué le pasaba.  

      En medio de la noche oí un ruido. Miré por la ventana. Él me vio: “Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto”.

       

      No vi la explosión. Sólo las llamas. Todo parecía iluminado... El cielo entero... Unas llamas altas. Y hollín. Una calor horrorosa. Y él seguía sin regresar. El hollín era porque ardía el alquitrán; el techo de la central estaba cubierto de asfalto. Sobre el que la gente andaba, como él después recordaba, igual que sobre resina. Sofocaban las llamas. Tiraban el grafito ardiendo con los pies... Se fueron sin los trajes de lona; se fueron para allá tal como iban, en camisa. Nadie les avisó; los llamaron a un incendio normal... Las cuatro... Las cinco... Las seis... A las seis nos disponíamos a ir a ver a sus padres. A plantar

      patatas. De la ciudad de Prípiat hasta la aldea Sperizhie, donde vivían sus padres, hay cuarenta kilómetros. A sembrar, arar... Era su trabajo favorito... Su madre recordaba a menudo cómo ni ella ni su padre querían dejarlo marchar a la ciudad; le construyeron incluso una casa nueva. Pero se lo llevaron al ejército. Sirvió en Moscú, en las tropas de bomberos, y cuando regresó sólo quería ser bombero. No quería ser otra cosa. (Calla.)

      A veces me parece o ír su voz... Oírle vivo... Ni siquiera las fotografías me producen tanto efecto como la voz. Pero no me llama nunca... Y en sueños... Soy yo quien lo llamo... 

      Las siete... A las siete me comunicaron que estaba en el hospital. Corrí allí, pero el hospital ya estaba acordonado por la milicia; no dejaban pasar a nadie. Sólo entraban las ambulancias. Los milicianos gritaban: los coches están irradiados, no os acerquéis. No sólo yo, todas las mujeres vinieron, todas cuyos maridos estuvieron aquella noche en la central.