miércoles, 17 de abril de 2024

REESTRENO DE LEI IT BE: THE BEATLES





El documental, dirigido por Michael Lindsay-Hogg, estará disponible para verlo por primera vez en 50 años. La película sigue a los Beatles mientras graban 'Let It Be' y mientras actúan en lo que sería su última vez como grupo. Everett


Disney+ está ampliando su biblioteca de documentales musicales, trayendo a su lista un documental de los Beatles perdido hace mucho tiempo.


El servicio de transmisión agregará la película de 1970 Let It Be a su plataforma a partir del 8 de mayo de 2024. Será la primera vez que la película, dirigida por Michael Lindsay-Hogg, estará disponible para ver en 50 años.


Park Road Post Production de Peter Jackson restauró la película, con el apoyo de Lindsay-Hogg, lo que permitió su reestreno. Jackson, por supuesto, dirigió el documental de 2021 para Disney+ The Beatles: Get Back.


Let It Be sigue a los Beatles mientras graban el álbum antes mencionado y mientras actúan en lo que sería su última vez como grupo.


Disney dice que los antecedentes y la historia proporcionados por Get Back permiten que la película se aprecie más plenamente, y Jackson y Lindsay-Hogg ahora expresan su apoyo para que la gente vea ambos proyectos en un contexto más completo.


“Let It Be estaba listo para publicarse en octubre/noviembre de 1969, pero no salió hasta abril de 1970. Un mes antes de su lanzamiento, The Beatles se disolvió oficialmente. Y entonces la gente fue a ver Let It Be con tristeza en el corazón, pensando: "Nunca volveré a ver a los Beatles juntos". Nunca volveré a tener esa alegría’ y oscureció mucho la percepción de la película”, dijo Lindsay-Hogg en un comunicado.


El director añadió: “Pero, de hecho, ¿con qué frecuencia ves a artistas de esta talla trabajando juntos para convertir en canciones lo que escuchan en sus cabezas? Y luego llegas al techo y ves su entusiasmo, camaradería y pura alegría al tocar juntos nuevamente como grupo y sabes, como lo sabemos ahora, que era la última vez, y lo vemos con plena comprensión de quiénes eran y siguen siendo y un poco de conmoción. Me quedé estupefacto por lo que Peter pudo hacer con Get Back, utilizando todo el metraje que había filmado 50 años antes”.


Fuente: Alex Weprin/hollywoodreporter.com


Publicado en Fb Beatles Radio https://www.beatlesradio.com/the-beatles-let-it-be-film...



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martes, 16 de abril de 2024

SUSANITA, LA AVIADORA



Por Germán Tinti


El comandante Eduardo Valentini era, en 1986, uno de los pilotos de la flota presidencial. En ese carácter lo destinaron a buscar al Primer Mandatario a la ciudad de Mendoza. Horas antes de comenzar el viaje se dirigió a un geriátrico vecino a la base militar de El Palomar. Una vez allí habló con el dueño del lugar, un expiloto amigo suyo.

La idea de Valentini era llevar «de paseo» a una veintena de ancianos, invitarlos a un almuerzo en Mendoza y regresar acompañando a Raúl Alfonsín. Pocas horas después, el Tango 03 carreteaba por la pista de la 1ª Brigada Aérea con destino a la ciudad cuyana. Los pasajeros estaban tan felices por el inesperado viaje que parecían adolescentes en viaje de estudios.

Una vez en Mendoza, el piloto y su copiloto, Leonardo Sosa, llevaron a la delegación a una bodega cercana a la ciudad para que compartieran el almuerzo. Los anfitriones coincidieron en atacar una cazuela de mariscos. Como estaban en funciones debieron resignar acompañar el majar con algún buen vino blanco y debieron conformarse con bebidas sin alcohol.

En eso estaban cuando Valentini recibió la información de que el Presidente había decidido regresar a la Capital en auto, aprovechando el recorrido para visitar algunos pueblos en el camino. Así, el regreso previsto para las 8 de la noche, se adelantó dos horas.


Y… ¿dónde está el piloto?

En el regreso, Valentini decidió dejar la puerta de la cabina abierta para poder tener contacto directo con los pasajeros. Pero cuando parecía que el alegre recreo que habían disfrutado los ancianos se encaminaba hacia un tranquilo final, sucedió lo inesperado.

Cuando el avión había alcanzado los diez mil metros de altitud y se dirigía de regreso hacia El Palomar, Valentini comenzó a sentirse mal, y cada vez peor. Fiebre y vómitos reiterados lo obligaron a ceder el mando a Sosa. Pero lo cierto es que su segundo no estaba mucho mejor. La conclusión era obvia: esos mariscos de la cazuela no eran precisamente frescos (entre nosotros, ¿quién va a Mendoza y pide cazuela de mariscos?).

La situación era gravísima. Sosa informó a la torre de control de El Palomar de la situación, advirtiendo que, atento a su estado de salud, no sabía si podría afrontar el aterrizaje, lo que dejaba la puerta abierta a una verdadera tragedia. Las azafatas informaron a los pasajeros de la situación y los instruyeron con respecto a la posición de impacto que deberían adoptar durante el aterrizaje forzoso.

«Andá vos»

Fue entonces cuando, desde el fondo del avión, se escuchó a uno de los ancianos decir: «Susanita, andá vos». Entonces, una de las ancianas se levantó de su asiento y encaró a una de las azafatas: «¿El primer oficial puede todavía realizar sus funciones como copiloto?». Ante los balbuceo de las sobrecargo, Susanita se dirigió a la cabina y, una vez allí, se hizo cargo de la situación. La dama le pidió las coordenadas a Sosa y acto seguido activó el radio y se comunicó con la torre. El diálogo que se dio a continuación forma parte de la historia de la aviación argentina:


Tango 03: «Informo unidad en problemas técnicos. Inicio viraje por izquierda rumbo dos-siete-cero, autorizar 150km ILS pista dos-cuatro Palomar, mantengo dos mil quinientos pies hasta establecido. Fokker Tango 03. Cambio».




Torre de control: «Aquí torre de control, Palomar. Autorizado 150 km ILS pista dos-cuatro. Solícito informe T03 nombre comandante a cargo. Cambio».

Tango 03: «Hola chicos. Soy Susanita Ferrari. Bueno, hace 23 años que no vuelo y no sé si me acuerdo del protocolo. Acá les estoy dando una mano a los muchachos, cualquier cosa en que me puedan ayudar, les voy a agradecer».

Torre de control: «……….»

Tango 03: «¿Chicos? ¿Torre de control Palomar, están ahí?»

Torre de control: «Señora, informados del inconveniente técnico a bordo, desplegamos en pista los sistemas de contingencia según protocolo. ¿Ud. será la señora Susana Ferrari de Billinghurst? Cambio».

Tango 03: «Así es chicos. Me sorprende que alguien se acuerde del nombre de esta vieja jajajaja. Cambio».

Torre de control: «Sí, señora, ¡cómo no vamos a recordarla! Comandante, la unidad y el personal a bordo queda enteramente a su cargo hasta los 150 km ILS. Esperamos sus órdenes para tomar el control final y conducirla a pista dos-cuatro Palomar. De parte de la torre Palomar, Ezeiza y Don Torcuato, es un honor que esté usted ahí. Cambio y fuera».

Pionera

En el interín, Valentini tuvo tiempo de recomponerse y, en un acto de respeto, le solicitó a Susanita permiso para volver a hacerse cargo de la nave. Hubiera podido aterrizar el  Tango 03 sin ningún problema, pero consideró que estando el comandante en condiciones, no hacía falta.


Susana Ferrari Billinghurst era, desde hacía mucho, una verdadera leyenda de la aviación comercial en nuestro país. Nacida en 1914 en la ciudad de Buenos Aires, era hija del militar condecorado Alfredo Ferrari, sobrina del aviador Lisandro Billinghurst y nieta del empresario Mariano Billinghurst, quien introdujo el tranvía inglés en Buenos Aires.

En 1937 se convirtió en la primera mujer piloto aerocomercial de Argentina. Para ello debió acreditar cuatro mil horas de vuelo, el doble de lo que se le exigía a los pilotos varones. En su foja de servicio se destacaba el vuelo realizado desde Panamá a Buenos Aires en el anfibio Sikorsky, realizó el primer vuelo nocturno sobre la Cordillera de los Andes, lo que inauguró una banda horaria hasta entonces inédita en la aviación mundial. También inauguró el tramo Buenos Aires – Montevideo.

Eduardo Valentini se encargó personalmente de que a Susanita se le acreditara oficialmente el tiempo que estuvo a cargo del Tango 03. Por eso, su historial consigna un total de 8.117 horas de vuelo y 38 minutos. Falleció en 1999, poco después de cumplir 85 años.


Fuente: https://www.altagracianoticias.com/susanita-la-aviadora/


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lunes, 15 de abril de 2024

SUSAN BARRANTES: UNA ARISTOCRATA INGLESA EN NUESTRAS PAMPAS




Susan Barrantes. La madre de Sarah Ferguson, una aristócrata que se separó de sus hijas por un amor argentino.

Se enamoró del polista Héctor Barrantes y dejó todo para construir una nueva vida junto a él en las pampas. Aun hoy, la duquesa de York señala aquel abandono materno como la raíz de los traumas que la atormentan. Quién fue y cómo vivió Susie, la dama del polo

29 de agosto de 2021






Durante años luchó contra el dolor, pero nunca logró arrancarlo de raíz. Para Sarah Ferguson (61), el abandono de su madre cuando era una adolescente se volvió un trauma difícil de superar. Tanto que necesitó de un paciente trabajo de introspección y mucha terapia para salir adelante. “Cuando crecí y tuve a mis hijas, cada vez que las miraba, de los 12 a los 18 años, pensaba: ‘¿Cómo pudo haberme dejado mi madre?’. Y fue así como se instaló la podredumbre de sentir que no era lo suficientemente buena. Sin embargo, creo que ellas son muy fuertes gracias a que yo pude romper el patrón”, dijo Sarah en una reciente entrevista de tapa en ¡HOLA!, y en la que la duquesa de York –ex mujer del príncipe Andrés– abrió su corazón y mostró aquella vieja herida.



La madre de Sarah, la mujer a la que nunca dejó de amar y logró perdonar después de mucho tiempo, era Susan Mary Wright, una pelirroja apasionada, descendiente de una familia de hacendados y banqueros con títulos nobiliarios. Cuando conoció en 1955 al teniente Ronald Ferguson en un baile de debutantes y se casó con él un año después, estrechó aún más los lazos que la vinculaban con la realeza. Ferguson, ascendido a comandante, jugaba al polo con el príncipe Felipe de Edimburgo (murió el 9 de abril de este año, con 99) y, gracias a esa relación, se convirtió en el manager del joven príncipe Carlos en ese deporte. Ronald y Susan tuvieron dos hijas, Jane Louisa y Sarah Margaret, y durante un largo tiempo fueron, a la vista de todos, una familia inglesa ideal. Sin embargo, Susan contaría tiempo después que era profundamente infeliz porque su marido le era infiel y que la había engañado con otras mujeres, incluso, mientras ella lloraba la pérdida de un embarazo.


De amarillo, en el balcón de Buckingham el día de la boda de Sarah y el príncipe Andrés, el 23 de julio de 1986. A su derecha, Ronald Ferguson, su ex marido.



Finalmente, el matrimonio se rompió: Susan se enamoró locamente de Héctor Barrantes, un polista argentino de 35 años, temperamental y seductor. Se habían conocido en 1967 durante un torneo de polo, en Sussex, y volvieron a coincidir en 1971 en otro campeonato, en Deauville, para el que los Ferguson se alojaron en el mismo hotel que Barrantes y su entonces mujer, Luisa James. El día en que Héctor y Susan se reencontraron, en 1974, él ya era viudo y ella estaba lista para dejar a su marido. Lo que no imaginó entonces fue que también debería separarse de sus hijas.



No podía traerlas con ella a la lejana Argentina y tampoco deseaba renunciar al amor. Jane y Sarah permanecieron con Ferguson en una casa de campo en Hampshire, mientras Susan iniciaba su vida en las pampas junto a Héctor, con quien se casaría al año siguiente en una ceremonia civil. Susie, como la conocían los polistas, adoptó el apellido de su segundo marido, tal vez en señal de que ella y el “Gordo” (así le decían cariñosamente por su robustez física) Barrantes realmente funcionaban como una unidad. Formaron una de las parejas favoritas del ambiente y siguieron siéndolo cuando Héctor dejó de jugar profesionalmente y se dedicó a la venta de petisos. Alternaban sus días entre un departamento en la elegante calle Posadas, en la capital, y la estancia El Pucará, un campo bonaersense de 1200 hectáreas en Salliqueló, a 550 kilómetros al oeste de la ciudad, que poseía su propia cancha de polo.


El casco de la estancia no se parecía en nada a los castillos ingleses que Susan conocía bien. Era una buena propiedad, de arquitectura simple y sin lujos, aunque cómoda y decorada con buen gusto. Tico Medina, un periodista de ¡HOLA! que la visitó, reveló que en la sala se lucían unas acuarelas pintadas por el príncipe Carlos, que él mismo le había regalado a Susan.


Jane y Sarah se hicieron adultas lejos de su madre. Susie mantenía con ellas un vínculo telefónico y las visitaba cada tanto, especialmente cuando los torneos de polo la llevaban con Héctor a Reino Unido y le permitían no sólo reencontrarse con sus hijas, sino también con potenciales compradores de caballos y con sus amigos royals. Era común verla conversar junto a los palenques con el príncipe Carlos, la princesa Diana o la mismísima reina Isabel, de quien terminó siendo familia política cuando los hijos de ambas, Sarah y Andrés, se casaron el 23de julio de 1986. Las fotos muestran a Susan feliz, vestida de amarillo en el balcón del Palacio de Buckingham, a la derecha de los novios y a la izquierda de su ex, Ronald.


Susan provenía de una familia aristocrática, pero fue el polo lo que más la acercó a la familia real. Con el príncipe Carlos después de un partido, en 1986. El heredero de la corona también tenía una excelente relación con Héctor Barrantes.



Junta a Diana, en un torneo de polo en Windsor, en 1987. 


Estuvo junto a sus hijas en todo cuanto pudo, también cuando Sarah enfrentó un escándalo por su infidelidad y tuvo que separarse de Andrés, en 1992. Para entonces, Susan vivía su propio duelo porque había perdido a su gran amor. En 1990, Héctor Barrantes murió de cáncer y con él se fueron los quince años que ella siempre recordó como los más felices de su vida.


Además de sobrellevar la tristeza, Susan debió hacerse cargo de los negocios. Él había proyectado un emprendimiento de cría y exportación de caballos para el que pidió un crédito millonario con la estancia El Pucará como garantía. Héctor murió antes de que el negocio pudiera dar ganancias y a Susan se le hizo imposible enfrentar las deudas. El banco le reclamaba las tierras, incluso las del campo de polo donde estaba enterrado Barrantes. Para pagar, le vendió 900 hectáreas al patrón de polo australiano Kerry Packer y conservó el resto. “No me iré de aquí hasta después de muerta y, aun así, dejaré escrito que me dejen donde está Héctor, el amor más grande de mi vida”, le dijo Susan a ¡HOLA!

En busca de nuevos ingresos, Susie creó una productora de documentales llamada SB, sus iniciales, con la que realizó videos sobre el mundo del polo. No era un gran negocio, pero ayudaba a pagar sus cuentas. También editó un libro titulado Polo, ilustrado con fotos espectaculares de jinetes y caballos en movimiento, que fue presentado en Buenos Aires y en Londres, con el prólogo firmado por un autor de lujo, Carlos de Gales: “Lo menos que puedo hacer es escribir este prólogo para el libro de Susie como un tributo personal a Héctor”, escribió el príncipe. Susan ya pensaba en nuevos proyectos cuando murió de forma trágica. La noche del 19 de septiembre de 1998, volvía a El Pucará después de visitar a la administradora de su campo junto a su sobrino Rafael Barrantes, y chocó de frente con una camioneta en la ruta 23, en la localidad de Tres Lomas. Su sobrino sobrevivió, pero ella fue decapitada por las chapas de su Rover 420 color verde, que quedó irreconocible por el impacto. La muerte de Susie, la mujer que a los 61 años tenía un espíritu joven y podía alternar entre reyes y peones, lucir alta costura o montar a caballo con bombachas y alpargatas, conmovió a quienes la conocían a ambos lados del Atlántico. El vocero de la Corona comunicó la “tristeza” que embargaba a la pareja real, Isabel y Felipe. Y lo mismo hizo el presidente argentino, Carlos Menem, que envió flores.


Sarah en la tumba de su madre y su padrastro, en El Pucará.Maria Teresa De Jesus

La noticia sorprendió a Sarah en Italia y a Jane en Australia. Las dos volaron a Argentina de inmediato para hacerse cargo de los preparativos del entierro de su madre y asegurarse de que se cumpliera su última voluntad: ser enterrada junto a Héctor, en El Pucará. Y así se hizo. Al costado del campo de polo hay dos tumbas tan juntas que parecen una sola, con cruces rústicas y una placa de madera grabada que dice en inglés: “Héctor y Susie Barrantes, juntos en paz”.

Texto: María José Grillo


El casco de la estancia (en 2002 fue escenario de la boda de Pampita con Martín Barrantes, sobrino de Héctor y Susan).




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domingo, 14 de abril de 2024

LOS MISTERIOS DE LA LAPIDA DE BORGES


—¿Cómo se interesó por la lápida de Borges en Ginebra?


—La lápida me intrigó desde siempre, es decir, desde la primera vez que la vi. Borges murió en Ginebra, Suiza, el 14 de junio de 1986, y fue enterrado en el cementerio de Plainpalais, en esa ciudad. Es un lugar muy pacífico, agradable, con árboles. Creo que fue recién en 1996 que empezaron a circular las primeras fotos de la lápida en los diarios, por el décimo aniversario de la muerte de Borges. Lo primero que pensé al verla es que era un gran enigma. No estaba claro para mi qué significaban los textos ni los diseños tallados en la piedra. Yo ni siquiera sabía cómo había llegado ahí.

Lo más importante fue vincular esos elementos con la genealogía y la vida de Borges y el uso que él hacía de esos elementos en su obra


—¿Y cuál fue el resultado de esa búsqueda?


—Bueno, no fue inmediato, fue un proceso muy gradual, que duró décadas. Primero tuve que entender en qué idioma estaban los textos, luego, de donde procedía cada símbolo tallado en la piedra. Y con esto, de tratarse de otro objeto, se hubiera terminado quizá el análisis. Pero en este caso hubo además otra larga etapa, la más importante, que consistió en vincular esos elementos con la vida, la genealogía, la historia personal de Borges y –sobre todo- con el uso que él hacía de estos elementos en sus obras. Y esa segunda etapa fue desarrollándose sola y en paralelo, a medida que releía la obra, la analizaba y publicaba otros libros sobre otras facetas de la vida de Borges.


—Una indagación muy borgeana…


—Sí, sin duda, y un proceso gradual en el que los conceptos fueron acumulándose a medida que yo investigaba otras facetas de la obra y la personalidad de Borges. Fue decantando a lo largo de muchos años. Finalmente, toda esta investigación culminó en un libro que trata exclusivamente sobre la lápida: Siete Guerreros Nortumbrios. Cuando les presenté el libro a mis editores, se sorprendieron. ¿Un libro sobre una lápida? Pero es mucho más que eso. Porque, como digo, apunta a toda una serie de significados sobre la obra de Borges. Y resultó muy bien. Quise hacer un libro muy fácil de leer, que pueda entender cualquier persona con interés, sin necesidad de conocimientos previos. Y entonces el libro termina también funcionando, paradójicamente, como una introducción a la obra de Borges.


—¿Y cuáles son esos enigmas de la lápida?


—Es una lápida aparentemente simple. Pero esa simpleza es la punta del ovillo, ya que lleva a una red de significados e ideas. En el frente, tiene tallada la imagen de siete guerreros que blanden sus armas. Y, debajo, una frase en inglés antiguo que pertenece a un antiguo poema que conmemora la batalla de Maldon, ocurrida en el año 991, en el que un ejército sajón debió enfrentar a una horda de vikingos. La frase es AND NE FORTHEDON NA, "y que no temieran", parte de la arenga que el líder sajón da a sus hombres antes de la batalla: les dice que no teman ante la muerte, y que tengan coraje.

Morir sin temor era una de las grandes ambiciones de Borges.


—Un tema recurrente en Borges, el coraje…


—Absolutamente. Borges, curiosamente, sintió la nostalgia del destino épico de sus antepasados criollos militares. En un poema, lamenta: "No haber caído, / como otros de mi sangre". Y en una conferencia recuerda que su padre y su abuela inglesa "murieron ciegos; ciegos, sonrientes y valerosos, como yo también espero morir". Y luego agrega: "Se heredan muchas cosas (la ceguera, por ejemplo) pero no se hereda el valor. Sé que fueron valientes". Y esa es la clave para comprender este diseño. En la batalla de Maldon, un grupo de sajones, sintiéndose ya vencidos, decide arremeter de todas maneras contra los vikingos, aún sabiendo que no pueden ganar, que los espera la muerte. Deciden luchar hasta el final, sin miedo. Esto remite a la muerte del abuelo paterno de Borges: el coronel Francisco Borges, quien murió heroicamente en la batalla de La Verde, buscando también la muerte para demostrar su honor. Y esa era una de las grandes ambiciones de Borges: morir sin temor. Esta lápida es paradójicamente muy criolla


—¿Es decir que hubo un diseño intencionado de su lápida?


—Así es. Sabemos que Borges recitaba y tenía en mente este poema hacia el final de su vida. Por eso digo que esta lápida es paradójicamente muy criolla, muy argentina, pero de una manera indirecta. Recordemos que Borges tenía dos mandatos ancestrales: el primero, su destino literario, heredado de sus antepasados británicos, los Haslam, unos ingleses a la vez eruditos y excéntricos. El segundo mandato, más asociado con su lado criollo, era el de tener el mismo coraje que sus ancestros criollos y militares. Estos dos mandatos formaron un contraste toda su vida y fueron uno de los motores que lo impulsaron a escribir. Y la lápida de Borges constituye una síntesis de esos dos impulsos: lo criollo representado a través de lo sajón





—Hay un cruce de significados.


—Exactamente. Es una referencia indirecta. Los dibujos y textos de la lápida remiten, a través de un combate sajón y medieval, a los antepasados criollos de Borges, a los compadritos y cuchilleros del barrio de Palermo, a Evaristo Carriego, y a la "secta del cuchillo y el coraje" que fueron tan significativos en su obra. Lo nórdico y lo sajón están directamente emparentados en la obra de Borges con la Argentina. Por eso todo el conjunto es tan apropiado. Borges sentía un profundo cariño por Buenos Aires, pero era a la vez un hombre reservado, y cuanto más cariño sentía por algo, menos probable era que representara o nombrara de manera explícita en sus textos. Así que me parece muy bien que su lápida aluda a la Argentina, al coraje, a Buenos Aires, al Palermo de su infancia, pero de manera indirecta, sutil. Es así como él procedía en sus obras.


—¿Quién eligió los contenidos de la lápida?


—María Kodama, quien le encargó la talla a Eduardo Longato. Y creo que esos contenidos fueron muy bien elegidos: esta lápida es un gran homenaje, ya que plasma muy acertadamente ejes centrales de la vida y la obra de Borges, y los pensamientos que él tenía en el último tramo de su vida. Hay un testimonio interesantísimo de Héctor Bianciotti en el que cuenta que visita a Borges en Suiza, y Borges se pone a recitar el poema de Maldon. Al plasmar la batalla de Maldon en piedra, entonces, la lápida alude a sus anhelos y sus temores, y a líneas fundamentales de su creación literaria. Borges quería morir sin temor, como murió el Coronel Borges, y como murieron también su padre y su abuela inglesa.


—¿Y qué hay del reverso?


—Tiene también tallada una frase: "Hann tekr sverðit Gram ok leggr í meðal þeira bert", que proviene de la Völsunga saga, una serie de relatos que fue escrita en el siglo XIII y significa: "Él toma la espada Gram y la coloca entre ellos desenvainada". Este es a su vez el epígrafe de un cuento de Borges, "Ulrica". Es una referencia al amor. Y debajo hay una talla de un barco que, fue –muy acertadamente- tomado de una piedra vikinga. Ese barco simboliza la eternidad y el viaje final del hombre.

El coraje guerrero era un tema recurrente en Borges.


—¿Qué lo llevó a usted a investigar a Borges?


—Bueno, yo también tuve una suerte de "abuela inglesa", y me crie también en una biblioteca de libros ingleses. Originariamente estudié informática, egresé del Massachusetts Institute of Technology y estudié inglés antiguo y escandinavo antiguo en Harvard e hice otra maestría, en antropología, en Texas y además soy lingüista, o como me gusta decir a mí, filólogo y me fascina estudiar idiomas, cuanto más extraños, mejor. He estudiado japonés, chino, galés, hebreo, árabe, sánscrito y tantos otros… También me interesan las religiones, las mitologías, todos temas que fascinaban a Borges y aparecen recurrentemente en su obra.


—¿Qué siente al haber realizado este desciframiento?


—Que pude entender mejor a Borges. La lápida, como he dicho, representa los núcleos de su creación literaria. Tuve una confirmación cuando, después de publicar Siete Guerreros Nortumbrios, leí el siguiente texto de Estela Canto:

La herencia manifiesta en Borges era conspicua: su abuela paterna inglesa y su madre. Su abuela inglesa era el mundo; su madre, la voluntad de arraigarse, de ser argentino ante todo. Las dos tendencias estuvieron siempre contrapuestas en él. Y es probable que los entreveros de los anglos[ajones] del siglo X y las riñas de maleantes criollos lo hayan llevado al intento de unificar en un símbolo las dos vertientes más marcadas de su ser.

El símbolo tallado en el frente de su lapida representa magníficamente esta unificación, de una manera sutil, indirecta. Y esto es, como he dicho, muy apropiado. Como decía el mismo Borges en Otras inquisiciones: "Ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder […] esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético".


Autor: Martín Hadis, https://www.infobae.com/cultura/2016/06/14/los-misterios-de-la-lapida-de-borges/



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