El presidente de CDC y de la Generalitat en funciones, Artur Mas, junto al coordinador general del partido, Josep Rull (i), durante la reunión del comité ejecutivo nacional de la formación, que se produce después de las primeras bajas tras las negociaciones con la CUP para pactar el proceso independentista y la investidura de Mas. EFE



Si tuviéremos que buscar al ideólogo de Artur Mas, deberíamos remontarnos a Tomaso di Lampedusa, el célebre autor de El Gatopardo. Decía aquel aristocrático autor que había de cambiarse todo para que no cambiase nada. Eso es justamente lo que ha puesto Mas encima de la mesa. Decidido a acabar con todo lo que pueda vincular a la imagen convergente, y la suya, claro, con los presuntos casos de corrupción, con Jordi Pujol y con la pesada herencia de décadas de gobierno monolítico nacionalista, el último conejo de la chistera es éste.

Si se hablaba de una posible refundación de CDC en febrero, ahora ya se ha dicho que se creará un partido de nuevo cuño, un modelo extraño, híbrido, curioso, si más no. Repasemos algunas de las señas de identidad de la nueva formación.

“Un partido bisexual”
Según Carles Campuzano, diputado convergente, deberá ser un partido bisexual. Y lo dice sin atisbo de ironía ni ganas de broma. Bisexual, explica, porque deberá conjugar en su seno el liberalismo y lo social. Es decir, el indigesto potaje que Mas pretende cocinar entre su formación, de derecha pura y dura, y las CUP, revolucionarias y radicales. El cómo se consigue eso se lo reserva Campuzano, acaso por miedo a que alguna firma internacional de refrescos le copie la receta, mucho mejor y más interesante que la de la Coca Cola.

“Un partido que luche en Madrid por la independencia”
En plena “desconexión” con España, dirigentes convergentes aseguran que se presentan a las elecciones generales para luchar por la república catalana en lo que se denomina el rompeolas de las Españas. Francesc Homs, que tantos momentos de gloria da a los comentaristas comparándose con una gacela y a los que no defienden la independencia con las hienas, dice  que ése es su objetivo como diputado. No olvidemos que Homs ha sido la mano derecha de Mas en éstos años de proceso y que tiene un lugar destacado en el próximo partido.

Difícil empeño el suyo, puesto que si en dieciocho meses Mas ha de proclamar la independencia, el escaño de Homs tiene una caducidad muy limitada. ¿Seguirá siendo diputado en una nación extranjera? ¿O será el embajador de Cataluña en Madrid? ¿Cómo se entiende decir que en poco menos de dos años te vas a independizar, a la vez que te presentas por cuatro años a unas elecciones españolas? Al menos, las CUP son coherentes y han declinado concurrir a las generales. ¿Bisexualidad política, también?

“Voy al Senado a pedir que se disuelva”
El mundo independentista “oficial” está lleno de genios. Santiago Vidal, el juez que redactó la futura constitución catalana y que dio el salto a la política, es ahora candidato al senado. Por Esquerra, claro, pero ¿acaso el partido de Oriol Junqueras no forma parte de Junts pel Sí, la formación que en el parlamento catalán quiere que Mas sea de nuevo presidente?

¿A qué va? A defender la independencia, claro, pero también a pedir que el senado español desaparezca. Esa es una petición que muchos españoles podrían compartir. La cámara alta ha demostrado ser un cementerio de elefantes, sin adoptar el papel de cámara territorial.

Pero debido a ser eso, un cementerio, es por lo que Vidal acude a ella. Sin lugar en el gobierno de la Generalitat, porque como decía Celia Cruz “No hay cama pa tanta gente”, el hombre se va a cobrar un sueldo por, no nos engañemos, poco trabajo.

Total, Mas ya ha dicho que él no se va ni loco, que cambia la razón social pero no el accionariado, y que la vida sigue igual. Convergencia continúa con los procesos abiertos por presunta corrupción, con las sedes embargadas, con dos tesoreros que están empapelados en los juzgados, con altos cargos que recomiendan a los farmacéuticos poner una vela a ver si así cobran. Eso, por no hablar de la familia del fundador del partido, Jordi Pujol, que cada día nos proporcionan nuevas noticias acerca de lo que algunos han entendido que es “fer país”.

Claro que Mas quiere otro partido. Claro que quiere seguir siendo presidente. Todo es una huida hacia adelante. Porque lo que le persigue es tan tremendo que cualquiera preferiría disfrazarse de lagarterana y esperar a que escampe, antes que asumir responsabilidades.

Bueno, cualquiera, no. El president Tarradellas no habría actuado así. Y Companys, mucho menos.