sábado, 25 de octubre de 2014

Discurso de graduación del Diplomado de Liderazgo Social y Político de la Universidad Metropolitana



Discurso de graduación
Diplomado de Liderazgo Social y Político
Universidad Metropolitana

Caracas, 23 de octubre de 2014

Estimadas Autoridades Universitarias, profesores, familiares y amigos,
Queridos compañeros,

Me siento honrado de hablarles hoy en representación de la I Cohorte del Diplomado de Liderazgo Social y Político de la Universidad Metropolitana. 

I

Venezuela atraviesa hoy una crisis profunda, la peor de nuestra historia reciente: la escasez y el desabastecimiento cruzaron del mercado a la farmacia, poniendo en riesgo la vida de millones; la violencia sigue allí, incólume, diezmando a nuestra juventud; el año escolar arrancó con el mismo déficit de escuelas y los mismos salarios de hambre para los educadores; el empleo es insuficiente y precario; la vivienda continúa siendo un drama para la clase media y los sectores populares; los hospitales operan en condiciones deplorables; las misiones sociales están desmontadas; la inflación sigue su marcha invicta; los derechos políticos están cada vez más constreñidos.

Los venezolanos nos enfrentamos día a día a una realidad signada por la conflictividad, el enfrentamiento, la desconfianza y la anomia.

II

Ante esta situación tan grave, existe una juventud inquieta e inconforme, interesada, más que generaciones pasadas, en lo público, en lo colectivo, en lo social.  En lo político, pues.  Principales víctimas de la falta de oportunidades, del detenimiento de la movilidad social, de la violencia, el desempleo y el empleo precario, de la crisis de vivienda, muchos de esos jóvenes sólo han conocido este modelo, esta manera de hacer las cosas.  Aún así, hay en ellos un impulso poderoso al reclamo y una poderosa fuerza de esperanza signada por la voluntad de cambio y de progreso.

III

Fue con esa juventud en mente, de ímpetu caudaloso, que un grupo de venezolanos de bien promovió este Diplomado, preocupados por la formación del liderazgo emergente y empeñados tercamente en alentar una nueva dinámica que permita encauzar el país hacia el desarrollo pleno y la superación de tantas rémoras, algunas de décadas.  Y lo hicieron en momentos en que el aspecto formativo había sido dejado de lado por unas instituciones que, debilitadas, enfocaban su atención en otras áreas.  Así fue como el doctor Werner Corrales y Tayna Miquilena concibieron y desarrollaron esta idea que hoy vemos cristalizada con este acto de graduación.  Para ellos pido un aplauso como muestra de nuestro reconocimiento y agradecimiento eterno, no sólo por hacer realidad el Diplomado, sino por permitirnos, a todos, cursarlo sin el peso añadido de alguna carga económica.

Nuestro agradecimiento igualmente a la Universidad Metropolitana, al rector Sharifker y al profesor Vallés, por brindar, más que sus instalaciones, su prestigio y excelencia a este Diplomado y por apostar de manera responsable y valiente a este proyecto que para muchos resultaría incómodo en los tiempos que corren. 

Durante tres trimestres emprendimos una aventura, como toda primera cohorte, y en ese camino –retador, complejo – estuvo en todo momento el profesor Ysrrael Camero como garante de la excelencia académica, de la participación y de que todo marchara de la mejor manera.  Nuestro reconocimiento y agradecimiento también para Ysrrael que, además de excelente profesor y baquiano en todo el proceso sociohistórico venezolano, fue el timonel que mantuvo el barco del Diplomado por buen camino a pesar de las turbulencias.

En los salones de esta Universidad nos reunimos, todos los viernes y sábados (incluido un sábado antes de las elecciones del 8D en la que muchos teníamos responsabilidades directas), personas de distintas procedencias y pareceres: líderes estudiantiles y partidistas, jóvenes independientes, líderes sociales y de ONG, jóvenes disidentes.  Personas familiarizadas con las ciencias sociales y otras provenientes de llamadas ciencias duras.  Profesionales y estudiantes, y estudiantes que se convirtieron en profesionales a lo largo de estos tres trimestres.  Jóvenes de distintos estratos y actividades.  Gente más conservadora y gente más progresista.  Algunos que llegaron solos y otros en grupo, de la mano de creyentes de esta iniciativa como Gabriel y Boris.  Esa diversidad fue, sin duda, un factor que enriqueció al máximo la experiencia de esta Cohorte que hoy se gradúa.

Atravesamos momentos difíciles, como las protestas estudiantiles y de calle del mes de febrero, que nos hicieron más conscientes de nuestras diferencias y que tuvieron por protagonistas a muchos de los compañeros que están aquí y a otros que, pese a no estar, formaron parte de este grupo y siguen haciéndolo. 

A pesar de todo, supimos mantener la vista en la pelota y ver el panorama completo, más allá de lo inmediato.  Nos mantuvimos comprometidos con nuestra formación, en aras de poder aportar más a un país que necesita urgentemente el concurso de personas capaces.  Formamos un espíritu de cuerpo forjado entre lecturas y asignaciones, pero también en la informalidad de un grupo cada vez más integrado.  Creamos una RED, con el compromiso de fortalecerla y, ahora como Egresados, convertirla en un vehículo para seguir promoviendo la formación y el avance del liderazgo emergente.  Por esa red agradecemos al profesor Gerardo González toda su guía.

En una ocasión nos tocó a Kizzy y a mí ir a un programa de radio, como voces de dos maneras distintas de ver las cosas y, fuera del aire, el presentador nos increpó, casi molesto, que por qué no peleábamos, que parecíamos estar de acuerdo en casi todo.  Y es que, más allá de las militancias partidistas y los compromisos políticos, hay una generación que cree en la UNIDAD, en una unidad más allá de lo electoral y más allá de las tendencias políticas.  Los jóvenes estamos unidos en la idea de un mejor país.

IV

Allí, los retos que tenemos son enormes.  Esta generación, toda esta generación que le tocó vivir esta Venezuela, desde el más joven hasta el mayor, tiene la responsabilidad de lograr el cambio y la unión de todos los venezolanos, de promover la reconciliación y el avance.  El Diplomado nos enseñó el tamaño de nuestro compromiso histórico: La superación del Rentismo, que ha castrado las potencialidades económicas del país.  Del Clientelismo, cáncer que desangra el erario público y, como grotesca garrapata, engorda una administración ya fofa, lenta y amorfa, gemelo de la corrupción e  hijo del modelo rentista.  La superación de la pobreza, la importancia de creer en los venezolanos y en la gente de trabajo.  Cambiar la forma de hacer las cosas, de llevar el liderazgo, de ejercer la política recuperando su perfil como labor pedagógica y apostolado de las causas democráticas.  Sustituir la rosca por la participación, la pantalla por el trabajo, la piratería por la excelencia.

V

A mis compañeros, hoy amigos, les agradezco la oportunidad de decir estas palabras.  A nuestros profesores, a todos, nuestro agradecimiento por su invaluable aporte.  Han tocado muchas vidas, y han cambiado muchas vidas, no sólo en lo personal, en el plano individual, sino en el corazón de las instituciones que representamos y cuyas dinámicas se ven hoy influenciadas y enriquecidas por lo que hemos aprendido en este Diplomado.

Los que salimos seguiremos ejerciendo nuestro liderazgo, creciendo, comprometidos con la causa colectiva que representa la reconstrucción de la República, de la democracia, de la justicia y la libertad.

A los que llegan, a los que se incorporan a la II Cohorte, les deseamos mucho éxito.  Aprovechen al máximo la experiencia, empápense en ella, y cuenten con nosotros.

En nombre de la I Cohorte del Diplomado de Liderazgo Social y Político, no me queda sino despedirme agradeciéndoles nuevamente a todos y reiterando nuestro compromiso de lucha por llevar a Venezuela al desarrollo y el progreso, con inclusión y en libertad.

Muchas gracias.





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