sábado, 28 de noviembre de 2015

El Arca

El Arca


Varios grupos humanos de la antigüedad, de todo el mundo, relatan la extinción masiva de millones de seres vivos, mediante una inundación; algunas tradiciones cuentan que en un arca fueron salvados una pareja de cada especie animal y un pequeño grupo de personas, y que con ellas se repobló la Tierra.

Es obvio que estos relatos son una metáfora de un acontecimiento que sí sucedió; porque si las cosas hubieran ocurrido tal como se narra ya nos hubiéramos extinguido las personas y los demás animales debido a la endogamia.

La palabra endogamia define a la reproducción entre individuos de una misma familia, lo que aumenta las posibilidades para que la descendencia sea afectada por deterioros genéticos. Metáfora  es la descripción o relato en sentido figurado y no literal.

Los primeros animales que vivían en el océano primitivo eran ciegos porque su hábitat era oscuro, no tenían cerebro sino apenas células especializadas para controlar sus tareas corporales que eran simples, por lo tanto no contaban con una manera de comunicarse.

Al no poder comunicarse, no podían enseñar a su prole las tácticas de supervivencia, pero es obvio que las trasmitieron, sino hubiera sido así no estaríamos presentes; por esto considero que la única manera que esta información fue pasada de padres a hijos es mediante los genes del ADN, y lo que es más extraordinario, es que de esta manera llegó hasta nosotros.

El ácido desoxirribonucleico o ADN guarda en los genes la información para el desarrollo, funcionamiento y trasmisión hereditaria de todos los seres vivos.

Los animales que en la actualidad viven en la Tierra, incluido el hombre, se originaron de los animales que lograron sobrevivir a las diferentes extinciones masivas, no podría ser de otra manera, y aunque me resulta incómodo decirlo, lo hago para que quede bien claro este tema.

Actualmente todos los seres vivos llevamos un enorme tesoro genético con la información que nos permitió sobrevivir a más de cinco extinciones masivas; en esta información, están incluidas las conductas que debíamos adoptar para sobrevivir.

A esta información genética acumulada en el ADN, en el resto del libro la llamaré Arca.

Todo el conocimiento que adquirimos se agrega al Arca, por esto es que siempre está evolucionando.

El Arca permitió que después de cada extinción masiva la vida continúe con los pocos especímenes sobrevivientes, y las nuevas especies que aparecían continuaban con este proceso de agregar en el Arca más información.

Las personas tenemos guardado en el Arca información con las experiencias para sobrevivir desde que éramos gusanos marinos hasta la actualidad, tenemos miles de millones de años de existencia pero con diferentes formas anatómicas.

Las personas somos poderosas gracias al Arca, en los genes atesoramos información que podemos usarla cuando queramos, sólo debemos querer hallarla y de trabajar para lograrlo.

Muchas veces esta información aparece sin un esfuerzo consciente nuestro; cuando tomamos una actitud sin que la hayamos pensado, decimos que fue “por instinto”; pero, es un hecho probado que todo lo que hace nuestro cuerpo es resultado de acatar las órdenes que mediante impulsos eléctricos emanan del cerebro -y posiblemente del corazón-, en consecuencia, es innegable que el cerebro también emite ordenes sin que obre nuestra voluntad.

No estoy hablando de las órdenes nerviosas involuntarias pero fundamentales para la vida como el funcionamiento de los órganos, sino de actitudes que después que las tomamos nos preguntamos ¿por qué lo hice?.

Entonces, si nosotros no damos la orden para que adoptemos una actitud “por instinto” ¿quién lo hace?, la respuesta la encontrará en el subcapítulo el Alma; pero le adelanto que el Arca contribuye a la toma de estas decisiones.

A partir del desarrollo de la electrónica el Arca evolucionó más todavía porque el conocimiento creció más aprisa que en las centurias anteriores; por lo tanto el Arca de las personas actuales está mucho más evolucionada que el de las personas de hace 100 años y mucho más que hace 500 años.

La información genética es energía, lo mismo que los impulsos que controlan el cuerpo, por lo tanto, la energía es un componente fundamental en la vida de las personas.

Desde la concepción somos más energía que materia, pero las personas no somos ninguno de estos dos componentes por separado (energía o alma y materia o cuerpo) sino el resultado o manifestación de su interacción continua.

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