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Jerez de los Caballeros y la leyenda de la «Torre Sangrienta»

Por el pueblo del conquistador extremeño Vasco Núñez de Balboa, pasaron fenicios, romanos, árabes y cristianos. Pero fueron los Templarios los que dejaron una mayor huella

Jerez de los Caballeros y la leyenda de la «Torre Sangrienta»

f. j. calero

Grupos yihadistas actuales como Estado Islámico difunden casi semanalmente vídeos de decapitaciones de enemigos, entre ellos cristianos que atraviesan zonas bajo su poder, como los 30 etíopes de la última grabación. Esta barbarie se practicaba también en la España de la Edad Media, en Al Ándalus, territorio en el que una vez se halló la actual Jerez de los Caballeros (10.000 habitantes) , último bastión defensivo de la Orden del Temple en el suroeste extremeño y a la que se le asocia una leyenda sangrienta.

Situada estratégicamente sobre una colina, en este pueblo se alza una fortaleza de origen musulmán (Alcazaba), compuesta por torreones defensivos, entre los que destaca por sus dimensiones la «Torre del Homenaje», también llamada « Torre Sangrienta ». Cuenta la leyenda que en ella fueron degollados los últimos templarios rebeldes -en torno a 60- que se resistieron a entregar la Villa de «Xerez Equitum» al rey Fernando IV de Castilla, cuyos cuerpos fueron, además, arrojados desde sus almenas.

La «Torre sangrienta» es una de las paradas obligadas, incluidas en las excursiones organizadas por Pedro J. Sánchez, licenciado en Geografía y que está al frente de « Temple Tour », para los visitantes que quieran conocer más la historia de Jerez.

A los turistas les relata la « Leyenda de los tristes silbidos », según la cual los caballeros que murieron aquel trágico día, previamente habían jurado en nombre de Dios y del Templo de Salomón, que volverían a galopar en sus caballos hacia los Santos Lugares. Desde entonces, este lugar permanece encantado por los antiguos templarios, cuyas almas reaparecen a las doce de las noches sin luna, alzando la espada de Damasco y dispuestos a participar en las cruzadas de Tierra Santa. Y por ese tránsito de espíritus, se dice que por las noches se les oye silbar llamando a sus caballos.

Vista desde los jardines de la Alcazaba

En el interior de la fortaleza, de origen musulmán pero profundamente reconstruida por los caballeros del Temple, muchos, jerezanos y turistas, se tumban en los jardines de la Alcazaba, a la sombra de las palmeras. Desde ahí, el caminante descubre una maraña de calles estrechas de piedras talladas por la historia. Además, en un recorrido por el centro histórico, este puede adentrarse en las cuatro ermitas que protagonizan las panorámicas de Jerez: las iglesias de San Bartolomé, Santa María, San Miguel y Santa Catalina .

Por las estrechas callejuelas, el visitante se encontrará hileras de blancas fachadas, desde donde los jerezanos, asomados a los balcones, disfrutan del buen tiempo apostados bajo el sol y las vistas. Por Jerez, pueblo del conquistador Vasco Núñez de Balboa , pasaron fenicios, romanos, árabes y cristianos . Pero fueron los Caballeros Templarios los que dejaron una mayor huella. Así, cada julio, con motivo de la celebración del Festival Templario , los jerezanos, ataviados como mendigos, clérigos, mercaderes y por supuesto soldados, viajan en el tiempo a la Edad Media para revivir la derrota de la Orden del Temple y con ella el fin de una era.

«Por el tiempo maltratada,

por todos abandonada,

cumpliendo horrible condena.

Se ven en noches lluviosas,

vagar sombras misteriosas,

por sus quebradas almenas»

Poema de Francisco Redondo

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