domingo, 1 de septiembre de 2013

EL VINO



Rojo como el sorbo de la sangre de la uva,
ríos de curso de mezclas tintadas de rosados,
de burbujas chispeantes y traviesas de los cavas,
de esa tenue transparencia dorada de los blancos,
el cuerpo de alma de roble de los brandys,
el azúcar de elixir de pasa de los dulces, 
y el olor al caldo de bodega mas embriagado.


La copa del contenido más natural
fiel cómplice de comidas y manjares,
néctar de la madurez del sol a la viña de la tierra,
esa celestial exprimidura de los lagares
para las crianzas de bodegas viejas.

El ritual de la alegría,
el descorche sonoro de la fiesta,
la ceremonia del brindis,
el invitado perenne de barras y mesas,
el desenfreno ebrio de las mentes,
el reguero líquido de la  barrica a la botella,
el mojar ávido de los labios
ante el mas genuino sabor en boca,
que desciende por las gargantas
hasta enturbiar las cabezas,
de impregnarlas de olvido
y de sensaciones abstractas,
de esa gratificante ingesta,
del bienestar feliz de los cuerpos,
de los embrujos de Baco,
de la borrachera mas placentera ...

José Manuel Monge Alvarez (Sanlúcar de Barrameda 1964)

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