Geraldine Sakuda y Caroline Gibu, organizadoras de la campaña #SoyNikkei. “Queremos que se valoren los aportes de la cultura japonesa a la peruana”, dicen. (Alonso Chero / El Comercio)
Geraldine Sakuda y Caroline Gibu, organizadoras de la campaña #SoyNikkei. “Queremos que se valoren los aportes de la cultura japonesa a la peruana”, dicen. (Alonso Chero / El Comercio)

En los siglos XIX y XX, el Perú pintaba para muchos asiáticos como la mejor opción para migrar. Se establecieron, sobre todo, en la costa y formaron familias. Sus descendientes revalorizan hoy esos orígenes.

—Caroline Sayuri Gibu Gibu—
Asesora empresarial de 46 años, creció en Jesús María, cerca del mercado San José. “Ahí había muchas tiendas de nikkeis que vendían la verdura cortada de una manera especial para las sopas y saltados. La gente se acercaba a mirar y siempre comentaba lo limpio y ordenado que estaba el puesto. Eso me hacía sentir bien”, recuerda.

Sus cuatro abuelos eran de Okinawa, Japón, y vivían en el campo. Llegaron al Perú antes de la Segunda Guerra Mundial. “El nombre de mi abuela paterna, Ushi, significa ‘vaca’, porque allá era costumbre ponerles a los hijos nombres de cosas valiosas. La vaca era el animal más preciado allá”, indica Caroline.

A Ushi Gibu sus padres la enviaron al Perú para que se case. “No conocía a mi abuelo más que por foto. Acá formaron una familia. Tuvieron 12 hijos, 21 nietos y 22 bisnietos”, cuenta Caroline. La abuela fue la encargada de mantener las costumbres okinawenses, como la de tener un altar de la familia en casa. “Cuando los nietos íbamos a verla nos decía: ‘Vamos a comer gojan’, que en japonés significa ‘arroz’. Para nosotros significaba arroz con lomo saltado”, recuerda.

—Geraldine Sakuda Oshiro—
Directora pedagógica de 46 años, creció en la avenida La Marina, en Pueblo Libre. Sus abuelos eran okinawenses, sintoístas, también dedicados al campo. Cuando llegaron (en la década de 1930), se convirtieron al catolicismo. “Mi abuelo materno vino al Perú de adolescente escapando de la pobreza y la hambruna. Alguien le dijo que en el Perú iba a poder comprarse una bicicleta”, cuenta. Sus abuelos paternos, los Sakuda Moroma, vinieron para mejorar las condiciones de su familia y no pudieron regresar a su patria sino hasta después de 30 años. “Cuando mi abuelo volvió a Japón no lo reconoció. Todo había cambiado con la guerra, incluso el idioma era un poco diferente. ‘Este no es mi país’, dijo. Y se subió al avión”, agrega. Su hogar, decía el abuelo, era Breña.

En el 2004, Geraldine Sakuda viajó a Suecia con otros nikkeis. “Los europeos creían que éramos japoneses por los ojos. Pero los nikkeis peruanos éramos más ruidosos que los japoneses. Éramos criollos. Yo bailo más salsa que cualquier odori (baile festivo japonés). Y esa vez me fue más fácil relacionarme con los latinos que con los asiáticos”, recuerda.

—Rodrigo P. Campos—
Director de teatro de 26 años, se identifica como un “tusán mestizo”. “Mi padre es peruano; mi madre, tres cuartos china”, dice. Su apellido original, explica, era Gan, pero cuando sus abuelos llegaron al Perú, el registrador no comprendió la pronunciación y los inscribió como Campos.

Idelfonso Campos Ku y Alicia Campos Rojo, los abuelos, vinieron en la década de 1920. Eran cantoneses, de la etnia hakka. Acá mantuvieron varias de sus costumbres, como la de salar el pescado un mes. “Mi abuelo lo colgaba en el mismo cordel donde secábamos la ropa. Varias veces fui al colegio oliendo a pescado y mis compañeros se reían. Entonces me avergonzaba. Ahora lo veo de otra manera”, dice.

Karla Castilho muestra la foto de su padre. Era de Macao, China.
Karla Castilho muestra la foto de su padre. Era de Macao, China.

Más de 100 años

Olas migratorias. La primera llegada masiva de chinos al Perú se dio en el siglo XIX, durante la era del guano. La mayoría provenía de Guangdong (o Cantón).

La calle capón . La colonia china en el Perú donó en 1971 la Portada China de la calle Capón. La construcción tiene tallada la frase “Bajo el cielo, todos los hombres son hermanos”.

En el barco Sakura Maru. En 1899 arribaron al puerto del Callao 790 trabajadores nipones para trabajar en el campo. Venían, principalmente, de Niigata, Yamaguchi, Hiroshima, Okayama, Tokio e Ibaraki.

Un jardín para Lima. En 1974, la Sociedad Central Japonesa (hoy Asociación Peruano-Japonesa) donó a Lima el Jardín Japonés del Parque de la Exposición.Carla Castilho muestra la foto de su padre. Era de Macao, China.

Rodrigo creció hablando el español y el dialecto hakka. Tiempo después aprendió el mandarín. Hace año y medio fue a estudiar a China y aprovechó para conocer Beijing, Hong Kong y el pueblo de sus abuelos, Youfulong.

—Karla Castilho—
Nutricionista de 28 años, es hija de chino y peruana. “Mi papá es de Macao, una ex colonia portuguesa. Por eso mi apellido no es chino sino portugués”, explica. Su padre tenía unos primos de cariño que vivían en Huacho y lo habían animado para que fuera donde ellos. “En Huacho conoció a mi mamá”, indica Castilho. Su padre terminó quedándose en esa ciudad y abriendo varios chifas. A su hija le enseñó a comer tofu.

—Carlos Chong Rodríguez
Artista visual de 68 años, cuenta que su padre, un cantonés, llegó al Perú en 1923. Tenía apenas 15 años. “Vino a buscarse otra vida. En cuanto consiguió empleo, comenzó a enviarle dinero a su madre, a quien no volvió a ver hasta después de 40 años”, dice.

Como la madre de Chong es trujillana, en la casa hubo la misma devoción por la comida china que por la norteña. “Pero todos los platos los comíamos con palitos”, recuerda. Y agrega: “Son 168 años de presencia china en el Perú. Nuestra cultura es importante para los peruanos. Ahora, cuando celebramos el Año Nuevo Chino, se ofrecen baños de ruda en la calle Capón. No hay ruda en China, pero la fiesta se ha peruanizado”.

—Julia Wong Kcomt—
Gestora cultural de 52 años. Su papá era de Cantón. Su mamá, mitad china, mitad peruana. “Mi abuela materna murió cuando mi madre era pequeña. Como mi abuelo era hakka, mi madre aprendió a hablar su dialecto antes que el castellano”, afirma.

Julia Wong: “Lo que más rescato del tusanaje es el respeto a los padres” / Carlos Chong: “Se han cumplido 168 años de presencia china en el Perú”.
Julia Wong: “Lo que más rescato del tusanaje es el respeto a los padres” / Carlos Chong: “Se han cumplido 168 años de presencia china en el Perú”.

“Lo que más rescato de ser tusán es el respeto que nos inculcan por los padres. Te enseñan a adorarlos. De la cultura peruana me gusta la capacidad que tenemos de hablar con ironía sobre nuestros problemas”, dice. 



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