martes, 30 de septiembre de 2014

Aquellas elecciones libres



Armando Yero La O

El 31 de diciembre de 1901 el Gobierno Interventor Americano bajo el mando del General Leonardo Wood, celebró las primeras elecciones presidenciales en Cuba. Contendieron dos candidatos: Tomás Estrada Palma y Bartolomé Masó, resultando electo el primero y tomando posesión el 20 de mayo de 1902.


De esta manera, poco más o menos, reflejaban los viejos libros de Historia de Cuba, la inauguración de la república. Según los textos, el candidato “derrotado” fue Bartolomé Masó, cuya fulgurante trayectoria revolucionaria quedaría reducida a insultantes pisapapeles de bronce y piedra durante casi 60 años de sucesivos gobiernos “libremente elegidos” por el sufragio popular.

Claro que en aquellas elecciones “libres” el hombre de Bayate no tenía posibilidades de salir electo presidente.

El compañero de Céspedes en el 68, el organizador del levantamiento del 95, el patriota dignísimo y austero que presidió la República en Armas hasta el mismo cese de la dominación española, encarnaba la más firme garantía para que el parto de la nueva república se hiciera libre de cualquier intervención extranjera. Y ello era bastante para que mermaran sus posibilidades.

Era el general manzanillero un cabal defensor del sufragio universal y de la independencia absoluta frente al criterio del Gobierno Interventor que negaba el voto a las clases pobres y analfabetas (80 por ciento de la población) y propugnaba el anexionismo descaradamente.

Leonardo Wood
Quiso el general interventor Leonardo Wood, que era partidario de una elecciones municipales “para ir ejercitando a los cubanos en las práctica democráticas”, conocer previamente el criterio de Masó.
La respuesta del general mambí fue terminante: “Voto universal, yo quiero que voten todos los cubanos, sin limitación alguna”.

Ante la disensión de aquel general “poco manipulable”, el interventor Wood precisaba: “pienso que debe restringirse el derecho electoral; que voten sólo los que sepan leer y escribir, los miembros del Ejército y los mayores de 21 años que posean 250 pesos por lo menos…”

Había una diferencia insalvable entre el interventor y el patriota. El procónsul no estaría de acuerdo jamás con el independentista, por lo tanto, la derrota de Masó estaba garantizada.

El historiador Rafael Martínez Ortíz, amable y condescendiente partidario del interventor Wood, interpreta la posición vertical de Masó de la siguiente manera: “mostrar un criterio así era perder de antemano la presidencia de la República. Masó le había enseñado las cartas y Wood no se dejaría ganar la partida…”

Bartolomé Masó Márquez
Para los historiadores “a lo Martínez Ortiz”, que no fueron pocos, la valiente actitud de Masó constituía “un grave error”, llegando a decir que tal posición demostraba “la mella que la guerra y los años habían hecho en su inteligencia”.

En cambio, para Estrada Palma, algo más viejo que Masó, el mismo historiador aseguraba que “llevaba bien sus 70 años” y por supuesto, tenía mucha más inteligencia al ponerse de acuerdo con los yanquis y aceptar la Enmienda Platt.

Las presiones de Wood permitieron las elecciones municipales como era su deseo, con el voto restringido y con la anuencia de las autoridades locales para toda clase de maniobras en pos de evitar la elección de aquellos que rechazaban la intervención.

Y como el Gobernador Wood detentaba el poder real, vetó y destituyó a todos los alcaldes contrarios a la anexión. En este panorama de coacción, fraude y favoritismo, llega Cuba a las elecciones presidenciales del 31 de diciembre de 1901. Eran las primeras elecciones de nuestra mal nacida República.

Tomás Estrada Palma
A estas alturas, la “elección” de Estrada Palma era cosa segura, pero habían que arreglar un pequeño problema: él no era elector cubano. Desde 25 años atrás residía en Estados Unidos y ostentaba la nacionalidad norteamericana.

El “inconveniente” se arregló mediante un poder de Estrada Palma a Diego Tamayo para el Juzgado de La Habana. De un plumazo, el ex maestro ex patriota y ex revolucionario, fue convertido nuevamente en ciudadano cubano, listo para estrenarse como Presidente.

Como era de esperarse, los partidarios de Estrada Palma amparados por el Gobierno Interventor yanqui, protagonizaron el primer fraude electoral de nuestra historia republicana. En las juntas de escrutinio quedaron bien delimitadas “la mayoría” y “la minoría”. Y ya sabemos a quien  correspondió la primera.

Aquellas inaugurales “elecciones libres” elevaron a la condición de héroes a los que pactaron con el vecino del norte y entregaron en bandeja de plata nuestra soberanía, pisoteando la dignidad de patriotas irreductibles como Bartolomé Masó.

Durante casi 60 habrían de repetirse en el escenario electoral cubano, los vergonzantes manejos y fraudes al estilo de aquellos primeros comicios.

Casi 60 años de farsa peliculera, de inmoralidad y descaro, de desprecio hacia la ética y el civismo ciudadano.

2 comentarios:

  1. Es vergonzoso que defendiendo voto universal y la "dignidad" de Masó al querer darle voz a todos, sin embargo, los comentarios sean sujetos a aprobación. Verguenza y más verguenza!

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