GUIA DE ESTUDIOS DESARROLLO DE HABILIDADES DIRECTIVAS.pdf
Desigualdad género mercado laboral
1. La desigualdad de género en el
mercado laboral.
Mi abuela Lidia era ama de casa y mi abuelo Jesus minero,
ambos habían nacido en 1900. Cuando mi abuela se enfadaba le
llamaba “ compañero” a lo que mi abuelo respondía: “eso sí que no,
el que baja a la mina soy yo”. Esta historia, contada muchas veces
por mi madre, supuso mi primer contacto con la desigualdad entre
mujeres y hombres en el mundo laboral.
La primera y posiblemente más enraizada desigualdad nace
fuera del mundo laboral y en sus condiciones más básicas.La
conforma las dificultades para el acceso al trabajo que tienen las
mujeres, la mayor incidencia en nosotras del desempleo y la
precariedad laboral en forma de empleos temporales y a tiempo
parcial lo que nos coloca en un mayor riesgo de pobreza durante la
vida laboral y en la jubilación. Las pensiones para las mujeres son
en España un 40% más bajas que las de los hombres.
Puede parecer demasiado negro el panorama pero los
números son muy evidentes. Según estadísticas todas ellas
publicadas por el Instituto de la Mujer en su web: en el año 2014 el
52,50% de las personas en desempleo era mujeres, entre las que,
por supuesto no se cuenta las que trabajan en sus hogares al
cuidado de las personas. El grupo de edad con mayor índice de
desempleo está entre los 35 a 39 años, curiosamente un tramo de
edad en el que los periodos reglados de formación ya han
finalizado y te encuentras en formación de tu vida familiar.
Visto desde otro lado, desde las personas que no forman
parte de la población activa, en ese mismo año, de las 15.560.000
personas que no están en activo 9.144.000 son mujeres. Y la
pregunta es ¿ porqué no buscan empleo? Entre las mujeres más de
3.500.000 no lo hacen porque se dedican a las labores del hogar,
2. más de un tercio. Sin embargo de los 6.435.000 hombres que no
trabajan 3.860.000 están jubilados, es decir ya trabajaron.
Intentando analizar las causas de esta situación, esas que
llevarían a repetir hoy a mi abuelo que su mujer no era “compañera”
porque no bajaba a la mina, hay que poner la mirada en la
educación y en la cultura, en las raíces profundas de una
desigualdad social que se traslada al mundo laboral pero que lo
trasciende.
La educación que recibimos estaba y sigue estando, llena de
estereotipos, definido como la Imagen o idea aceptada
comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable.
(Diccionario de la lengua española). la cultura de la que nos
impregnamos, los mensajes de las canciones, el cine y la publicidad
muchas veces los afianza.
Si mi abuela y mi madre vivieron escuchando coplas donde
se decían cosas como:
“ Te quiero más que a mis ojos,
te quiero más que a mi vida,
más que al aire que respiro
y más que a lamadre mia”
y escuchaba las novelas radiofónicas de Ama Rosa, llenas de
mujeres románticas sufriendo de amor,no muy diferentes a seriales
televisivos de las tardes actuales; nosotras y nuestras hijas hemos
escuchado a Amaral cantar. “ sin ti no soy nada , mi alma, mi cuerpo
mi voz no sirven de nada” y descubrimos que si a Pretty Woman le
pasaban cosas tan estupendas con su pasado,que no nos tendría
reservado el destino a nosotras, chicas buenas.
Cierto es que hay otros ejemplos al contrario,que felizmente la
publicidad ha entendido, a veces, que existen otros modelos de
relación y familia y que escritores como Mario Benedetti nos siguen
diciendo:
“Compañera usted sabe puede contar conmigo no hasta dos o
hasta diez sino contar conmigo”
3. El amor romántico, el que preconiza que besando sapos se
encuentran príncipes es un invento del sigo XVIII que ha
condicionado la forma de ver y organizar sus vidas a las mujeres
durante mucho tiempo y que corremos el riesgo de que siga
haciéndolo si no decimos con claridad que queremos un amor
cómplice que cuente con nosotras. Que defendemos relaciones de
igualdad que se traduzcan en compartir el cuidado de las personas
y que no relegue nuestros proyectos de educación y profesionales
en aras de un amor que no lo es cuando provoca desigualdad.
Estas situaciones se salvan con una educación para la
igualdad y con la defensa permanente y constante de nuestro
derecho a elegir si queremos ser ingenieras o amas de casa, si
queremos ser princesas o guerreras con , al menos, la misma
libertad que ellos tienen.
La presión en este momento que supone un mercado con
escasos trabajos y una sociedad envejecida que se preocupa por
quien pagará nuestras pensiones y vuelve a colocarnos en el
dilema de trabajo o familia, también se salva adoptando medidas
que premien a las empresas que trabajan por y con la igualdad.
Hay que avanzar hacia medidas reales, que vayan más allá
de reconocimientos públicos que quedan en marcas de calidad. El
permiso de paternidad debería ser obligatorio y sucesivo al de
maternidad, las empresas que tienen y facilitan guarderías de 0 a 3
años en horarios laborales deberían tener beneficios mayores en la
fiscalidad y las cargas sociales y las que ofrecen flexibilidad de
horarios para ambos padres, obtener estas mismas medidas.
Estamos hablando de empresa, de economía, de rentabilidad
y si no se traduce en beneficios económicos poco vamos a avanzar.
Estos estereotipos de género también se manifiestan en la
distribución de los puestos de trabajo. Mientras que los trabajos
mayoritariamente masculinos se consideran más cualificados
ocurre lo contrario con los considerados, mal considerados,
femeninos que suelen ir asociados a baja cualificación y como
consecuencia a temporalidad, tiempo parcial y bajos salarios.
4. Sobre un censo de 8.200.000 mujeres trabajando en 2014 ,
4.650.000 lo estaban en ocupaciones relacionadas con trabajos
administrativos, restauración, comercio , servicios y personales.
Mientras que de los 10.210.000 de hombres solo 2.799.000 están
en estos puestos.
La temporalidad viene asociada, el 49,17% de las mujeres
trabajadoras tienen contratos temporales. Y todo ello pasa mientras
las mujeres están en la educación en igualdad y en ocasiones
superando a los hombres. No aprovechar ese potencial es tirar por
la borda la inversión que la sociedad hace en las personas.
La imagen establecida de que existen trabajos femeninos y
masculinos tenemos que derrotarla, la realidad demuestra que las
mujeres profesionales son capaces y aportan valor en todo tipo de
ocupaciones, estamos ante el dilema de defender la habilidad frente
a la fuerza, la formación que nos iguala y el conocimiento que
compartimos sin pensar que el sexo condicione nuestras
capacidades.
Y así llegamos a los puestos directivos, la desigualdad vertical
, la que conocemos como techo de cristal y en la que la estadística
nos aporta una realidad que exige mucho y mejor esfuerzo.
De los 89 presidentes de las Cámaras de Comercio de
España, solamente 3 son mujeres,entre los 481 directivos de las
empresas del IBEX 35 solo 75 son mujeres.
Tampoco el mundo sindical se libra , ni el intelectual
curiosamente. De los 794 cargos sindicales que existen en España,
solo 269 son mujeres y entre los 536 miembros de las academias
españolas, entre las que se encuentra desde la de bellas artes,
hasta la de medicina o la de la lengua, tenemos 50 mujeres.
El techo de cristal se ha limpiado muchas veces con discursos
correctos , pero limpio no deja de desaparecer.La causa está en las
escasas medidas para conciliar la vida personal y laboral, en la falta
de responsabilidad en el cuidado de las personas del hogar y en el
cierre a muchas mujeres de esos círculos de poder e influencia,
5. donde se decide que vale más “ lo malo conocido que lo bueno por
conocer”.
Y la sociedad en su conjunto pierde, perdemos talentos,
conocimientos, valores, perdemos con nuestra ausencia otra forma
de ver el mundo del trabajo más empático y humano y en
ocasiones, nosotras mismas nos perdemos enzarzadas en luchar
por los escasos puestos en vez de unirnos para que se
incrementen.
Desde la experiencia de 14 años dirigiendo equipos de
trabajo, en los que siempre ha habido más mujeres que hombres,
tengo claro que la desigualdad y la injusticia que lleva consigo, es
antieconómica. La injusticia en el mundo laboral provoca
desafección con los objetivos de la empresa, baja la productividad,
provoca conflictos y hace que las empresas no progresen en lo que
son y deben ser: mecanismos de riqueza para la sociedad.
No puedo dar diagnósticos de efectos en la salud, pero sí sé
que cuando la angustia y el stress producen baja de defensas,
contracturas, dolores de estómago o subidas de colesterol, es que
he vuelto a chocar con estas situaciones.
Pero soy optimista y sé que haremos caminar la igualdad
desde la educación y desde la unión de esfuerzos para que seamos
compañeras en el trabajo, en casa, en el ocio y en nuestro bien
ganado espacio de mujeres y hombres.
6. donde se decide que vale más “ lo malo conocido que lo bueno por
conocer”.
Y la sociedad en su conjunto pierde, perdemos talentos,
conocimientos, valores, perdemos con nuestra ausencia otra forma
de ver el mundo del trabajo más empático y humano y en
ocasiones, nosotras mismas nos perdemos enzarzadas en luchar
por los escasos puestos en vez de unirnos para que se
incrementen.
Desde la experiencia de 14 años dirigiendo equipos de
trabajo, en los que siempre ha habido más mujeres que hombres,
tengo claro que la desigualdad y la injusticia que lleva consigo, es
antieconómica. La injusticia en el mundo laboral provoca
desafección con los objetivos de la empresa, baja la productividad,
provoca conflictos y hace que las empresas no progresen en lo que
son y deben ser: mecanismos de riqueza para la sociedad.
No puedo dar diagnósticos de efectos en la salud, pero sí sé
que cuando la angustia y el stress producen baja de defensas,
contracturas, dolores de estómago o subidas de colesterol, es que
he vuelto a chocar con estas situaciones.
Pero soy optimista y sé que haremos caminar la igualdad
desde la educación y desde la unión de esfuerzos para que seamos
compañeras en el trabajo, en casa, en el ocio y en nuestro bien
ganado espacio de mujeres y hombres.