Hace más de dos meses, mientras viajaba en moto por la Avenida Menéndez Pelayo de Sevilla, ciudad en la que trabajo, vi a una pareja de señores mayores pidiendo en la puerta de un local comercial cerrado. Paré y me acerqué a ellos para ver más de cerca sus caras y, sobre todo, su mirada. Una mirada que no he podido quitarme de la cabeza desde entonces.

Fue así como entré en contacto por primera vez con Mari Carmen y Juan José. Ella tiene 64 años y es natural de Badajoz: él se llama Juan José, tiene 70 años y nació en Dos Hermanas (Sevilla). Poco a poco he ido conociéndolos y han pasado a formar parte de mi vida: les llevo comida y ofrezco conversación casi a diario. Y si pudiera, los metería en mi casa, pero mi actual contrato de alquiler tiene una cláusula que me lo impide.

El pasado viernes 18 de Noviembre daban el parte meteorológico por la TV para el fin de semana y hablaban de la caída de temperaturas y mal tiempo. Dios mío, no podía dormir ni comer pensando en ellos. El sábado, al llevarles su café con leche y algo de bollería por la mañana, vi que se encontraban peor y con miedo porque los fines de semana son más duros todavía: muchas personas salen  por la noche y algunos desalmados disfrutan intimidando, molestando, increpando y llegando incluso a quitarles parte de sus pertenencias (documentación y papeles).

Preocupado por la seguridad de Mari Carmen y Juan José, el sábado por la tarde paré a la Policía Local para hacerles saber de su situación, la cual conocían pues llevan un año prácticamente allí y me dieron un par de números del Centro de Acogida de Sevilla. Llamé delante de ellos y con Juan José a mi lado me cogieron el teléfono. Al contarles la situación, me dijeron que ellos tenían que seguir el protocolo y que mi llamada no servía de nada ni les iban ayudar si no era porque el 112 le dijese algo.

No me creía lo que estaba escuchando y puse el manos libres para que la autoridad (Policía Local) lo escuchase. Como tampoco les gustó lo que escucharon, los policías locales actuaron compadeciéndose de la situación y desde la emisora comenzaron con el protocolo de actuación en este caso, levantando acta con mis datos personales. Me aseguraron que en un rato se pasarían para ayudar a estas personas una furgoneta amarilla y que vendrían otras personas con unos petos amarillos y que traerían comida, mantas y ayudarían en lo que pudieran....estuve hasta los dos y media de la madrugada con Mari Carmen y Juan José esperando a que llegase esa ayuda y cuatro días después, todavía nadie ha llegado.

Mari Carmen y Juan José no pueden seguir en la calle. Han sido personas trabajadoras y honradas y nunca han dado ningún problema (he preguntado a muchos establecimientos y vecinos de la zona al respecto). Lo único que tienen es una paga de 360 euros que recibe Juan José por sus años trabajados y lo único que les ofrecen es la posibilidad de ir a un albergue, pero teniendo que separarlos en instalaciones diferentes. ¿Cómo van a separarlos a estas alturas de la vida, con lo muchos que se quieren y se ayudan?

Creo que no están difícil ofrecer a esta pareja un hogar con un alquiler social donde puedan disfrutar de sus últimos años de vida, pero parece que a la Administración le está costando. Por eso he iniciado esta campaña, para que entre todos demos voz a Mari Carmen y Juan José. Necesitamos reunir miles de firmas para que esta pareja pueda pasar las Navidades en una casa.

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