EL PAíS › ENTREVISTA AL MINISTRO DE CIENCIA Y TECNOLOGíA, LINO BARAñAO

“Soy coherente con la gente que me acompañó”

El doctor en Química Lino Barañao se muestra convencido de poder seguir con el programa científico-tecnológico que empezó con el kirchnerismo a pesar de la suspensión de proyectos como Arsat 3 y Atucha 3. “Tengo el aval”, dice sobre el presidente Mauricio Macri y elige confiar.

 Por Nora Veiras

Hace poco más de ocho años, Lino Barañao fue elegido por Cristina Kirchner para crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología. En ese momento cosechó el consenso casi unánime de la comunidad científica. Decidió continuar en el gabinete de Mauricio Macri y lo recibió una solicitada con la firma de 7500 investigadores alertas por el modelo de ajuste y exclusión del nuevo gobierno. Cómodo en su moderno despacho del edificio inteligente que alberga al ministerio, una prueba de lo mucho que se invirtió en el área, Barañao dice que tiene el aval del Presidente para que todos los proyectos sigan en pie y se siente el garante de esa continuidad. Relativiza el impacto de la suspensión de la construcción del Arsat 3 y de la central nuclear de Atucha 3. Apuesta al financiamiento externo para sostener la inversión.

–Usted dijo que todo aquel que pueda darse el lujo de ser coherente ideológicamente tiene el deber de hacerlo, pero que usted tiene otras responsabilidades. ¿No se siente coherente ideológicamente?

–Tengo una coherencia prioritaria con la gente que me acompañó y que no se hubiera quedado si yo me iba y eso hubiera provocado un daño irreparable en la gestión. De hecho no hubiéramos tenido financiamiento BID, lo dan porque saben que la gente que administra es la que ellos conocen desde hace doce años, si esa gente se iba esa plata iba a otro lado. Es fácil opinar cuando no hay consecuencias de lo que uno hace. Estoy convencido de que ha sido una decisión correcta, por lo menos ha sido avalada. Esta es una política de Estado que trasciende una política de Gobierno. Lo que estamos haciendo ahora va a fructificar dentro de diez años, quince. Estamos viendo recién el incremento de la matrícula en carreras científicas después de ocho años de gestión en promover la ciencia, en Tecnópolis por ejemplo.

–Uno ve a Macri decir que recibió un país en ruinas pero los papers con los que viajan al exterior, incluso usted, muestran una Argentina de oportunidades y un panorama que dista de ese discurso público. ¿Cómo se ensambla usted, que viene de la gestión anterior?

–Es comprensible desde la política. Entiendo que a lo que se refieren es a que encontraron un déficit producto de una determinada visión, de priorizar la distribución de los ingresos de una determinada manera, planes sociales y demás en un contexto de restricción internacional tremenda. Yo entiendo de esa gestión que hayamos llegado a esta situación y cuál era la lógica, ahora nos encontramos con que hay una deuda que pagar, hay que blanquear algunas cosas, se pone énfasis en eso porque hay que tomar medidas que son bastante desagradables. Me consta que nadie en el gabinete está feliz de aplicar correcciones a las tarifas o de ver el incremento del gasto familiar por la inflación. Hay una cantidad de otras cosas que son logros que están en ese documento y también repito: la relación deuda PBI que tiene Argentina es envidiable para cualquiera. Hay que comprender por qué la gente dice lo que dice. Para mí no es fácil recibir las críticas de una gestión de la que he participado. Es la política.

–Con Adrián Paenza, quien dijo que le parecía una traición continuar , ¿volvió a hablar?

–El se ofendió porque le dije que no iba a seguir y después seguí. Se ofendieron también mis dos hijos. Pasó que en dos días cambió el contexto: primero, nunca me habían ofrecido este cargo; segundo, vi cuáles eran las alternativas si yo no aceptaba; y tercero y principal, hablé con la Presidenta en ese momento y me ratificó que tenía que aceptar. Entre la opinión de mis hijos y Adrián, prioricé a la Presidenta. Los argumentos que me dio eran lógicos. Adrián en octubre decía que sea cual sea el presidente yo debía seguir en el ministerio. Se ve que nunca pensó que iba a ser Macri.

–El Gobierno anunció la suspensión del Arsat 3, ¿usted dice que no va a impactar en la cantidad de investigadores y técnicos comprometidos desde el Invap en el desarrollo de ese proyecto?

–No, de hecho yo he hablado con el Invap, que está haciendo también desarrollos para la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), Le preocupan otros temas como los drones para aplicaciones de Defensa que se está discutiendo la continuidad o no. Tenemos un convenio firmado con Arsat para el desarrollo de la nueva generación de satélites después de Arsat 3 que le vamos a destinar, en primera instancia, 5 millones de dólares con financiamiento BID, que vamos a abrir a una convocatoria a universidades públicas y al Conicet. Por otro lado, vamos a financiar a Invap para el desarrollo de proveedores para que las pymes que puedan desarrollar esos componentes puedan realizarlos. Estamos hablando de una generación que va a estar en órbita dentro de 10 años. En cuanto al Arsat 3, según yo tengo entendido, se trata de la postergación hasta poder contar con los fondos para la construcción, no se ha suspendido.

–¿Esa postergación tiene un tiempo definido?

–Uno de los convenios tiene un plazo.

–¿De cuánto?

–No tengo idea, no está en nuestro ámbito de acción. Se solicitó una prórroga para recabar los fondos. Estamos apostando al largo plazo porque creemos que el área satelital es altamente sofisticada, conocimiento intensivo y un país que es capaz de poner satélites en órbita tiene la posibilidad de testear componentes que luego puede ofrecer al mercado global. Estamos apostando a integrar el desarrollo de Arsat, Invap, la Conae e incluso compañías privadas como Satellogic, que tiene que ver con el desarrollo de los satélites del futuro. No entiendo cual sería el beneficio para el país de parar el sistema científico.

–La duda, obviamente, es por el modelo del gobierno nacional: cada vez que se aplicó una política neoliberal se desmanteló el sistema científico-tecnológico.

–Yo no estoy seguro de que sea así o por lo menos no en todos los rubros. Pongo otro ejemplo en el que estamos trabajando, el desarrollo de una cadena productiva que es la acuicultura. Según la FAO, el país tiene dos récords Guinness: es el de mayor potencial en acuicultura y el que menos ha invertido en esta área. Vamos a hacer una experiencia piloto en Tierra del Fuego, y una vez que demostremos que es rentable producir trucha orgánica en estas condiciones va a haber una nueva cadena productiva no sólo de los que cultivan los peces, sino de los que fabrican las jaulas, los que proveen los medicamentos, los que procesan las algas, los mejillones y hasta las centollas que van a formar parte de esa plataforma multitrófica. La Universidad de San Martín a partir de esta iniciativa creó la carrera de acuicultura. Tenemos un sólo ingeniero en acuicultura que se había formado en Chile y lo volvimos a perder. En el caso de Pampa Azul –en lo que se enmarca esto–, estamos apostando a que en unos 10 o 15 años un porcentaje sustantivo del PBI, que puede llegar a ser el 10 o 15 por ciento, venga del mar. Todo esto va a requerir nuevas tecnologías en uso de energía marina, estamos probando una turbina para generar energía a partir de una corriente del Estrecho de Magallanes.

–Los científicos están planteando que los salarios se retrasaron y que el deterioro se acentuó por el impacto de la megadevaluación. ¿Está previsto algún aumento de emergencia?

–Durante todo el año pasado estuvimos gestionando un aumento que recién se otorgó en noviembre. Va a haber una paritaria en junio, un aumento general. Está también en algún momento la corrección de Ganancias. Luego se verá si es necesaria otra corrección. Desde el año 85, yo he sido más tiempo gremialista del Conicet que ministro y si sigo estando acá es porque tengo el apoyo de la comunidad científica que sabe que voy a defender el salario. Sabemos que están desfasados respecto de otros países. Obviamente siempre hay que negociar.

–Ahora un becario cobra 11 mil pesos. Es muy poco.

–Las becas se ajustan con el ajuste salarial de los investigadores.

–¿Qué porcentaje prevé?

–El que se aplique para el Estado.

–¿La repatriación de científicos continúa?

–El programa Raíces está vigente por ley. Continúa. Ahora no tenemos un problema de drenaje, tenemos un problema de rebalse de cerebros. Los doctorados una vez que terminan, en lugar de hacer lo que hacíamos nosotros es decir formarse en el exterior y volver al país, se están quedando y eso se está reflejando en la disminución de la cooperación internacional, a la larga va a afectar la productividad científica. Estamos viendo cómo promover la salida al exterior de los investigadores. El plan Becar ha sido muy útil. Tenemos unos cuantos ex becarios que han traído no sólo nuevas tecnologías científicas sino en gestión. Se ha creado una asociación de ex becarios Becar, sobre todo aquellos que han pasado por Corea del Sur, que están actuando como gerentes tecnológicos, promoviendo proyectos en las provincias, asesorando a las autoridades en cómo presentar proyectos para el financiamiento. Estamos incorporando ahora algunas áreas como la conservación. Estuve en la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre en Nueva York y vamos a hacer un programa particular de Becar para formar jóvenes profesionales en conservación de especies y ecosistemas. Es urgente entrenar a los jóvenes en prevención. En los próximos 35 años habrá 2000 millones más de habitantes, la presión sobre el ecosistema será enorme. Lo que se pierde como biodiversidad en la biotecnología no lo podemos recuperar. Estamos por inaugurar el Centro Latinoamericano de Formación Interdisciplinaria becando a chicos para que vengan a estudiar la problemática de la región y todo eso cuenta con financiamiento de largo plazo, de distintas fuentes. Desde afuera no se ve ningún indicio de que haya un problema en Argentina. Muy por el contrario he estado en la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en Washington porque a ellos sí les preocupa lo que puede pasar con un cambio de gestión.

–Desde que usted asumió durante el kirchnerismo, ¿en cuánto se incrementó la cantidad de investigadores?

–Es el país de América latina que más incrementó la cantidad de recursos humanos dedicados a la ciencia. Eran 3000 en el 2003 ahora hay más de 9000 investigadores en el Conicet. Si uno incluye universidades, Conae, Conea, aumentó el 39 por ciento la dotación de investigadores en la Argentina.

–El Plan implicaba un incremento del 10 por ciento anual, ¿ese objetivo sigue?

–Hasta llegar a un número óptimo de investigadores.

–¿Cuál es?

–Va a tener que ir regulándose anualmente. Estamos apostando a unos 13 mil, 14 mil investigadores, sobre todo pensando en las demandas del interior del país. La Ciudad de Buenos Aires tiene una proporción de investigadores igual a la de Israel y hay provincias que tienen menos investigadores que Uganda. Tenemos que subsanarlo. Estamos creando centros interinstitucionales. Un caso es el Centro en Palpalá, Jujuy, empezó con una investigadora que repatriamos de Bélgica que está trabajando en litio: Va a haber un centro de arquimetría, que va a tratar piezas arqueológicas de toda Latinoamérica, un centro de punta para camélidos. Hay cinco investigadores que van a venir del exterior a ese centro en Jujuy, cosa que era impensable hace tres o cuatro años. Estamos tomando a Catamarca como caso testigo, no tiene un desarrollo científico tecnológico, su potencial está en la riqueza arqueológica y turística. En El Shincal, la gente llegaba porque se enteraba en Cuzco que ahí terminaba el Camino del Inca. La hemos puesto en valor, se ha incrementado el turismo y esto hace que la provincia pueda encarar un proyecto de explotación turística. Es la visión detrás del Plan Argentina Innovadora 20-20: Hacer ciencia básica inspirada en el uso como le propuse en su momento a la presidenta. Muchos de mis amigos científicos básicos temen que al hablar de esto vayamos a disminuir el apoyo a la investigación básica. Hay 9000 investigadores en el Conicet, de los cuales sólo 320 hacen transferencia, podemos cuadriplicar ese número sin por ello afectar los recursos que trabajan en temas más teóricos o de más largo plazo. Tenemos que balancear un poco porque si no va a ser muy difícil de defender la inversión en ciencia a largo plazo.

–Actualmente la inversión en ciencia es del 0,65 del PBI. Cambiemos dijo que se incrementaría al 1,5, ¿cómo se haría?

–A partir de la mejora en la situación crediticia de la Argentina. El BID permitió ampliar lo que se presta a Argentina. Estamos negociando un tramo por 750 millones de dólares. La operación más grande que habíamos tenido históricamente era de 250 millones. Esto nos va a permitir tener financiamiento asegurado mínimo por cuatro años. El Banco Mundial nos dio 43 millones de dólares más para terminar este año y el que sigue. Tenemos una operatoria vigente de la Corporación Andina de Fomento por cuatro años con la que estamos financiando proyectos estratégicos como el Polo de Biomedicina de La Matanza, que habíamos empezando con Espinoza y ahora con Magario y Débora Giorgi. Estamos formando médicos que van a ir al tercer cordón, e ingenieros que van a desarrollar instrumental médico que van a testear en el Hospital Ballestrini. Va a ser una especie de Silicon Valley del instrumental médico.

–Alcanzar el 1,5 por ciento de inversión implica un incremento sustancioso del presupuesto nacional, no de crédito externo.

–El crédito externo lo estamos pagando con fondos del Estado.

–No es plata que asigna el presupuesto nacional.

–Yo tengo en el presupuesto autorización para gastar el financiamiento que va a venir del BID, fuente 22, fuente 11 es presupuesto nacional. A mí Economía me tiene que girar los fondos para que yo reciba los pesos. El Estado podría decidir no tomar ese crédito para ciencia y tecnología y tomarlo para hacer una represa o alguna otra cosa. La otra componente que tiene que ir aumentando es la inversión del sector productivo. En Alemania, el 70 por ciento de la investigación se hace en empresas y 30 por ciento lo financia el Estado. En Estados Unidos el 30 por ciento empresas, el 40 son fundaciones y el 30 es el Gobierno. Nosotros tenemos el 70 por ciento o más que financia el Estado.

–¿Esto ha cambiado en algo en los últimos años?

–Ahora que exportamos más software que carne, la ley de software obliga a invertir el 3 por ciento en investigación y desarrollo. Todas las empresas que usan el beneficio fiscal tienen que invertir. Lo que se ve es que a medida que aumenta el desarrollo, aumenta la contribución de ese sector. El sector farmacéutico argentino invierte en proporción lo mismo que las grandes empresas multinacionales pero son pequeñas en tamaño. El sector alimentos es el que tiene una mayor incidencia en el Producto Bruto sin embargo invierte muy poco en IyD. Ahora viajo a Roma para firmar, con la equivalente a la Unión Industrial italiana, un fondo que invierta en pequeñas empresas de alimentos para darles calidad y poder de exportar. Queremos productores que elaboren aceite de nuez, por ejemplo, o licor de ciruela para exportar a China ahora que se cerró el mercado de Brasil. En Malargüe, Mendoza, está la antena de 50 metros de la Estación Espacial Europea, desde donde se controló la sonda que aterrizó en el asteroide. A 20 kilómetros la comunidad Payun Matru lo único que sabía era arriar guanacos. ¿Qué hicimos? fueron dos investigadores especialistas en comportamiento animal. Les enseñaron a hilar la fibra del guanaco, el Conicet construyó un galpón en medio de ese paisaje lunar, se trajo una máquina de Canadá. Ahora están produciendo ovillos de fibra de guanaco que cuestan 700 dólares el kilo y como esas máquinas son eléctricas, tienen electricidad y los ingenieros de la estación espacial les pusieron antena y tienen internet. Esa gente saltó cinco siglos. Estaba en la época de los Incas y con un mínimo esfuerzo del Estado hay una entidad productiva sostenible. Ese es el tipo de cosas que tenemos que hacer.

–La duda es si este Estado apoya esas cosas.

–Mientras yo sea responsable de la política de ciencia y tecnología eso va a seguir ocurriendo. Estamos hablando de crear actividades productivas. Este gobierno ha dicho que quiere eliminar la pobreza, la única manera es generar trabajo de calidad.

–Hasta ahora no se ha generado trabajo en ningún sentido.

–Si el enunciado es que se quiere eliminar la pobreza y yo muestro que estoy colaborando efectivamente para eso, voy a tener el presupuesto que necesito. Una vez que se establece esa cadena productiva no hay con qué darle, esa gente va a seguir vendiendo fibra de guanaco. Esa política no te la niega nadie, es un ejemplo para toda América Latina. Es el tipo de ciencia que hay que hacer acá. Lo que queremos hacer es formar científicos con otra visión, no podemos mandarlos solamente a Estados Unidos o a Alemania para que sean buenos científicos produciendo información, eso es en definitiva lo que le conviene al hemisferio norte: gente que acá siga laburando para ellos. El presidente en la última reunión de gabinete que se hizo en el Centro Cultural Kirchner dijo que estaba trabajando con nuestro ministerio, continuando políticas que venían en marcha y que están generando trabajo. Aval tengo.

–Ahí también llevó un gurú de la felicidad, Daniel Cerezo.

–Fabrica alpargatas, debe emplear gente, uno puede suscribir o no su discurso. El tema es que hay que generar trabajo.

–En estos meses también se paralizó la construcción de la tercera central nuclear de Atucha, ¿cómo analiza esto?

–La explicación que me han dado es que el inicio de la obra está pensado para cerca de un año y ya se habían contratado a todos los empleados. Lo que está postergado es el inicio de la obra. El Ministerio de Energía está apostando a que un fuerte componente de la matriz energética venga de la energía nuclear. Estamos apoyando proyectos de producción de uranio en el país, con una tecnología novedosa que no implica minería a cielo abierto. Incluso con Chile estamos apostando a minería inteligente, que sea amigable con el medio ambiente, que no contamine. Desarrollar tecnología autóctona para hacer eso. Australia exporta más de tecnología en minería que de minerales. Así como nos hemos puesto a trabajar en la fractura para el Shale para YTEC-YPF. Se está desarrollando un sistema de fibra óptica para bajar al pozo en Vaca Muerta. Se ha desarrollado con gente de Exactas una tecnología que con una especie de arpillera separa automáticamente el aceite del agua, puede limpiar la contaminación con petróleo del agua, se patentó y desarrolló en YTEC. Ya está YTEC en condiciones de hacer las baterías de litio, para aplicaciones como los pozos de petróleo. Se ha desarrollado combustible para el Tronador, el lanzador espacial que pondrá en órbita satélites de hasta 250 kg.

“No se les va a cortar la luz”

Otro reclamo de los investigadores es cómo se va a compensar el impacto del aumento de los servicios de luz gas, en un 400 por ciento o más, en los costos de funcionamiento de los institutos...

–Se va a ajustar automáticamente. No vamos a cortar la luz de los institutos, No me cabe en la cabeza que alguien piense eso.

–Me parece bárbaro que no le quepa en la cabeza, pero en la Argentina eso ha sucedido.

–No vamos a perder la inversión que estamos haciendo, que se congelen los millones de dólares que hemos invertido porque se corta la luz. Los investigadores no se tienen que preocupar: de eso nos ocupamos nosotros y el Conicet. A ellos no les va a llegar la cuenta de luz ni se van a enterar que pagamos más.

–No han llegado las partidas para el funcionamiento de los institutos.

–Por el cambio de gestión, toda la parte contable ha llegado a cuentagotas. Hemos tenido tres reuniones para analizar presupuesto. De ahora en más se supone que vamos a recibir las cuotas de acuerdo a lo que pedimos. Hemos ajustado los subsidios por el ajuste cambiario. Hicimos un cálculo promedio del 17,5 por ciento de incremento. Teníamos compra de equipamiento, en los casos que podemos le hemos puesto plata encima.

–¿Se puede incrementar ese desfasaje por la devaluación?

–Es impensable que no continuemos con la compra de equipamiento y con las obras de infraestructura. Se genera trabajo en las provincias. Me gustaría llevar un mensaje de tranquilidad. Obviamente nadie puede estar seguro de nada. Hasta ahora el presupuesto lo tenemos asegurado, tenemos a futuro un incremento, siguen todos los programas que hemos hecho. No ha habido ni un solo despido.

“No hay relación entre el glifosato y el cáncer”

El reportaje ya estaba terminando y Pablo Piovano, el fotógrafo de Página/12 que acaba de realizar la muestra El costo humano de los agrotóxicos en el Palais de Glace, le preguntó al ministro Lino Barañao.

Piovano recorrió por cuenta propia 6000 kilómetros de áreas rurales de Entre Ríos, Chaco, Córdoba y Misiones para ser testigo del efecto del uso de agrotóxicos en los pobladores.

–Tenemos casi el 60 por ciento del territorio cultivable del país con transgénicos en donde se utilizan más de 300 millones de litros de agroquímicos. ¿Usted cree que se está contemplando la situación sanitaria?

–Nosotros sí la estamos contemplando. Estamos realizando estudios con la Facultad de Farmacia y Bioquímica monitoreando presencia de agroquímicos en suelo, efectos en las poblaciones. Salió un nuevo estudio en Nature en el que se comprobó que no hay relación entre el glifosato y cáncer.

–La Organización Mundial de la Salud reconoció los efectos nocivos en el 2015.

–El glifosato puro no tiene relación con el cáncer. El tema son los excipientes, con qué viene acompañado, y cómo se aplica. Es muy importante esta empresa que se ha lanzado hace poco en Bariloche, esa unión entre Grobocopatel y el Invap para darle al productor un software que le permita optimizar cuánto fertilizante, cuánta semilla va a poner, cómo va a regar para no poner demás. Tiene el incentivo de que gasta menos plata y al mismo tiempo conserva el medio ambiente.

–¿Ha visto los estudios de la Universidad de Córdoba y de Rosario donde demuestran que a partir de muestras en suelo y en agua, en algunos pueblos se han incrementado entre dos y tres veces los casos oncológicos.

–En muchos casos cuando han ido investigadores a ver, están fumigando al lado de una población, ahí tiene que ir preso el que lo hace. En otros casos viven al lado de un basural, se mide y hay plomo, cadmio, una cantidad de cosas, no ha sido posible establecer una relación causal. El glifosato es como cualquier antibiótico.

–Usted tuvo una frase muy polémica, dijo que el glifosato podía ser como agua con sal.

–No, yo dije que está mal incluso fumigar con agua y sal. El que fumiga en zonas pobladas tiene que ir preso. Lo que decimos es que hay que aprovechar las normas que elaboró el Ministerio de Agricultura en su momento, fumigar como se debe, en la mínima proporción, el operador tiene que estar protegido. No hay que usar los recipientes del glifosato para buscar agua y tomarla de ahí. Si Europa no va a comprar granos a futuro, si cualquier agroquímico está fuera de las normas, también va a ser un problema para la exportación.

–El tema es que no parece haber manera de regularlo.

–Manera de regularlo hay, lo que no hay es poder de policía para controlarlo. En la medida en que se vea que se le cancela la licencia a alguien por eso, se va a cambiar.

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Imagen: Pablo Piovano
 
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