Uwe Boll se retira del cine

Uwe Boll ha anunciado su retirada del cine; Rampage: President Down, su próxima película, será la última que dirija el alemán, infame por sus adaptaciones de videojuegos.

El director ha explicado al diario canadiense Metro los motivos de su retirada: «el mercado está muerto», según Boll, y después de diez años autofinanciando sus películas ha comprendido que no le merece la pena competir en un mercado donde sus películas, más políticas con el paso de los años, «no tienen impacto».

«Con el streaming en todas partes simplemente tienes una gran ola de películas inundándote por todos lados», explica Boll; la ubicuidad del cine vía Netflix, iTunes y el resto de servicios de alquiler digital ha reducido, para el director, la capacidad de ciertas películas para provocar en el espectador el tipo de reacción que busca. «El mercado está muerto, ya no ganas nada de dinero porque el mercado del DVD y el Bluray a nivel mundial ha caído un 80 por cierto en los últimos tres años. Ese es el motivo real; simplemente no me puedo permitir hacer películas».

Boll reconoce que no quiere volver al cine amateur después de tantos años trabajando a cierto nivel (en sus películas han aparecido desde Michelle Rodriguez, Ben Kingsley o Ray Liotta hasta Udo Kier o Meat Loaf): «No puedo volver al cine de estudiante porque he hecho muchas películas en mi vida, y no puedo hacer, a mi edad, películas más y más baratas. Es una pena. Sería feliz haciendo películas, pero no es viable económicamente».

Desde 2005, Uwe Boll ha dedicado su propio dinero para producir sus películas; «si no hubiera hecho esas estúpidas películas basadas en videojuegos nunca habría podido juntar el capital para poder decir «vamos a hacer la película de Darfur»», dice, en referencia a su película Darfur, de 2009, basada en el desolador conflicto militar. «No necesito un Ferrari; no necesito un yate. Invertí en mis propias películas y perdí el dinero», reconoce.

El cine de Boll, un accidente irresistible, engrandeció el mundo del videojuego cuando entró en una espiral delirante de adaptaciones y polémicas, por el contenido de sus cintas (en Postal se parodiaba el atentado del 11S) y por sus propias extravagancias: siempre recordaremos cómo desafiaba a combates de boxeo a los críticos que estaban en su contra. 

Sus adaptaciones de videojuegos son más cuestionables, pero también son testimonios de una época más salvaje, en la que SEGA podía licenciar The House of the Dead para crear una de las películas más disparatadas y divertidas de cuantas se han producido a partir de un juego o el clásico Alone in the Dark, título veterano y pionero del survival horror, se convertía sin dificultad en una cinta torpe pero bendecida con la presencia de una pareja sagrada del cine de derribo, o del cine derribado: Christian Slater y Tara Reid.

Boll espera que el tiempo sea justo con él: «Ahora que no hago más películas, quizá [los críticos] encuentren tiempo para verlas, empezando con Postal, de 2005, las películas de los últimos diez años», las que no han sido adaptaciones de videojuegos (la última de este tipo fue BloodRayne: The Third Reich, de 2010). «Verán que son películas muy interesantes, y que creo que tienen sentido y dicen algo sobre las cosas. Merecen ser discutidas más de lo que han sido».