Tener flores en los pies siempre puede presentar complicaciones, sobre todo a a la hora de caminar. Hay que tener mucho cuidado en no arrancarles ningún pétalo.

También es un problema para ponerse las zapatillas, ya que a las flores no les gusta que las encierren y se empecinan en asomar sus tallos verdes entre las costuras del calzado, haciendo que se estropeen irremediablemente.

La primera vez que vi mis pies convertidos en flores tuve miedo, como es lógico, y me sentí muy confundido. Luego recordé que me había pasado todas las vacaciones jugando con mis hermanos en la huerta de mi abuelo. Probablemente algunas semillas habían ingresado por los agujeros de mis botas y habían germinado.

Cuando mis padres se enteraron se agarraron la cabeza y me retaron por descuidado. Ellos hicieron todo lo posible por podarme, pero las raíces de las flores estaban tan fuertemente arraigadas a mis pies que terminaron por desistir, con la esperanza de que algún día se marchitarían. Mientras tanto, me cuidaba de no quedar demasiado tiempo varado en lugares donde la tierra era fértil, no fuera a ser que las flores enterraran sus raíces y me quedara plantado para siempre.

Aunque lo más extraño de todo era que las flores parecían responder a mis emociones: cada vez que yo estaba triste, sus pétalos se volvían mustios y cuando estaba feliz se llenaban de colores y de un delicioso aroma dulzón.

Luna, 13 años

La sociedad de los relojes

LA SOCIEDAD DE LOS RELOJES

Autora: Luna (13 años)

 
Adalia transpira mientras efectúa sus movimientos matutinos, siguiendo el ritmo frenético del enorme reloj de metal colgado frente a sus ojos. Ella es la esclava y el reloj, el amo. Puede sentir como cada tic-tac le pega como un latigazo.

Tic, pestañar.

Tac, respirar.

Su cerebro es como los ordenados estantes de una biblioteca. Acciones por un lado y emociones por el otro. Su espalda ya no está tan recta como la aguja de los minutos, su peinado ya no presenta la meticulosa simetría que le corresponde y la ropa recién planchada se le arruga con cada movimiento. Los libros dentro de su biblioteca mental se sacuden con violencia, amenazando con caer y desordenarse.

Adalia puede sentir la desaprobación de los Jurados, cuyos ojos se le clavan en la nuca. Su sistema respiratorio se contrae, se aplana como si fuera de papel, haciendo que el oxígeno se arrastre lentamente hacia sus pulmones.

En un momento, gira la cabeza hacia la ventana que refleja las calles grises de la ciudad perfecta. Donde todos sus habitantes respiran, se mueven y cuyos corazones laten al mismo tiempo. Igual que un reloj. ¡Ay, de los que se equivocan! Son arrojados sin miramientos al Abismo, donde se quiebran y corrompen como si fueran de porcelana. Porque, ¿en qué clase de ciudad perfecta hay habitantes que se equivocan?

Si Adalia logra superar la prueba, esa ciudad se convertiría en su nuevo hogar.

Sus ojos se desvían de pronto hacia un pequeño pájaro que acababa de posarse con delicadeza sobre el marco de la ventana. El ave canta, y ella siente que se encierra en una enorme burbuja. Escucha los murmullos del Jurado, el reloj que sigue sonando, se adelanta y grita órdenes que a ella no le interesan. Se hunde en una bruma de recuerdos donde se ve a si misma saltando la cuerda con su hermana, ensuciándose en el barro, leyendo un libro con su perro, raspándose las rodillas. Todo lo que ocurría mucho antes de que el Tiempo reinara y convirtiera a los humanos en sus esclavos, sus marionetas. Adalia entiende de pronto que no quiere ser un títere obediente, que pueda romperse en pedazos ante el más mínimo error.

La burbuja se desinfla como un globo ante el ensordecedor grito de una chicharra. El ave se asusta y vuela lejos.

Adalia levanta la cabeza. El reloj ya no está quieto. La mujer se gira hacia el Jurado, conformado por hombres y mujeres vestidos de forma idéntica y con idénticas expresiones en sus rostros cenicientos.

—Necesitamos gente perfecta para nuestra sociedad secreta —sentencian las voces, monótonas y grises, imitando de manera abrumadora el zumbido de un nido de avispas.

La toman de los brazos sin consideración alguna. La arrojan al Abismo, pero ella no tiene miedo. Siente que se quiebra en miles de pedacitos que salen volando, libres. Como pájaros.

Autora: Luna (13 años)

Cierta vez, en una escuela de la red municipal de San Pablo donde se realizaba una reunión de cuatro días con profesores y profesoras de las diez escuelas del área para planear en común sus actividades pedagógicas, visité una sala donde estaban expuestas fotografías de los alrededores de la escuela. Fotografías de calles enlodadas, también de calles bien conservadas. Fotografías de recovecos feos que sugerían tristeza y dificultades. Fotografías de cuerpos caminando con dificultad, lentamente, desalentados, de caras maltratadas, de mirada vaga. Detrás de mí dos profesores hacían comentarios sobre que lo que más los impresionaba. De repente, uno de ellos afirmo: “Yo enseño hace diez años en esta escuela. Nunca conocí de sus alrededores más que la calles que le dan acceso. Ahora, al ver esta exposición de fotografías que nos revelan un poco de su contexto, me convenzo de cuan precaria debe haber sido mi tarea formadora durante estos años. ¿Cómo enseñar, como formas sin estar abierto al contorno geográfico, social de los educandos?”


Pedagogía de la autonomía

PAULO FREIRE

Cuando él estaba en Guinea haciendo un trabajo con los campesinos, en un taller cuyo tema era el de la salud, había un viejito que estaba siempre callado. No participaba en ninguna de las dinámicas que ponían los coordinadores en las mesas, estuvo en una esquina, completamente callado, sin participar, durante tres semanas.

Pero un día al final del taller le pidieron que identificara una palabra generadora. Y se para el viejito que nunca había hablado y dice: “Salud es liberación, porque la salud se asocia con la liberación del hombre”, etc. Hizo entonces una larga y muy clara exposición analítica sobre todo lo que había venido tratando esa semana.

Entonces todo el mundo le dice: “Oiga, pero usted no había hablado, pensábamos que era mudo; en todas las dinámicas no hizo ruido, no participaba para nada”

El contestó. “No, yo estaba en silencio activo”.

 

Pedagogía de la esperanza
PAULO FREIRE

Nunca me olvido de las observaciones que hizo en Natal (Río Grande do Norte) una persona que estaba siendo alfabetizada en 1963, durante un debate en un círculo de cultura. Se discutía exactamente este tema – la importancia de las tareas que los hombres y mujeres debemos cumplir en la historia. “Ahora me doy cuenta – dijo, como si comenzara a liberarse de su baja autoestima, el zapatero de un taller precario, en la esquina de la calle – de que mi oficio de arreglar zapatos es también muy valioso. Con mi trabajo devuelvo, a quién me trae un zapato roto, otro casi nuevo. Cuido los pies de las personas, que además, gastan menos colocando media suela en el zapato, que si tuvieran que comprar otro nuevo. Tengo que luchar por la dignidad de mi trabajo y no sentir vergüenza de él. Lo que hago es diferente es diferente de lo que hace un médico que tiene su consultorio, del otro lado de la calle, de donde yo tengo mi negocio. Es diferente, pero también es importante”.

Aquel hombre estaba aprendiendo a escribir y a leer oraciones y palabras, “releía” el mundo y al hacerlo, percibía lo que antes, en una lectura previa no había captado. La relectura en la que se enfrascaba mientras se alfabetizaba reconstituía su autoestima…

 

Pedagogía de la indignación
PAULO FREIRE

… has dicho algo sobre la motivación. Me parece que esta es una cuestión interesante. Nunca conseguí entender el proceso de motivación fuera de la práctica, antes de la práctica. Es como si, primero, se debería estar motivado para, después, entrar en acción. ¿Me comprendes?

Esta es una forma muy anti dialéctica de entender la motivación.

La motivación forma parte de la acción. Es un momento de esa misma acción. Es decir, tú te motivas a medida que actúas, y no antes de actuar. En este sentido el libro será provechoso si su posible lector, en el momento mismo en que lo lea, es capaz de sentirse motivado por el propio acto de la lectura, y no por haber leído algo sobre motivación. Incluso así somos responsables también de eso. Es decir que debemos trabajar con seriedad en este libro, que, por ahora, es una conversación…

 

Miedo y osadía
PAULO FREIRE

En ese sentido, creo que el educando que participa en un proceso de educación permanente tiene que ser un gran preguntador de sí mismo. Quiero decir, no es posible pasar del lunes al martes sin preguntarse constantemente. Vuelvo a insistir en la necesidad de estimular en forma permanente la curiosidad, el acto de preguntar, en lugar de reprimirlo. Las escuelas rechazan las preguntas, o bien burocratizan el acto de preguntar. La cuestión no radica simplemente en introducir en la curricula el momento de hacer las preguntas, de las nueve a las diez, por ejemplo ¡no es eso! ¡Lo que nos ocupa no es la burocratización de las preguntas sino reconocer la existencia como un acto de preguntar!

La existencia humana está, porque se hizo preguntando en la raíz de la transformación del mundo. Existe una radicalidad en la existencia, que es la radicalidad del acto de preguntar.

Concretamente, cuando una pregunta pierde la capacidad de asombrar, se burocratiza.

Me parece importante observar que existe una relación indudable entre asombro y pregunta, riesgo y existencia. De modo radical, la existencia humana implica asombro, pregunta y riesgo. Y por eso mismo supone acción, transformación. La burocratización implica adaptación con un mínimo de riesgo, con cero asombro y sin preguntas. Así, la pedagogía de la respuesta es una pedagogía de la adaptación y no de la creatividad. No estimula el riesgo de la invención y reinvención. Para mí, negar el riesgo es la mejor manera de negar la existencia humana.

 

PEDAGOGÍA DE LA PREGUNTA
PAULO FREIRE

Sergipe, nordeste de Brasil: Paulo Freire inicia una nueva jornada de trabajo con un grupo de campesinos muy pobres, que se están alfabetizando.

  • ¿Cómo estas Joao?

Joao calla. Estruja su sombrero. Largo silencio, y por fin dice:

  • No pude dormir. Toda la noche sin pegar los ojos.

Más palabras no le salen de la boca, hasta que murmura:

  • Ayer yo escribí mi nombre por primera vez…

 

Nunca subestimemos el valor del aprendizaje y del trabajo conseguido… quizás parezca poco a nuestros ojos, pero puede ser un mundo para otros… siempre con vocación y convicción…

 

Pedagogía del oprimido
PAULO FREIRE

¿Cómo construir la pedagogía de la movilidad?

En primer lugar, moviéndonos. No es posible trabajar por una pedagogía del movimiento quedándonos quietos. Primero tenemos que andar, y andar significa, en este caso, aún quedándonos sentados, estar abiertos al cambio y a la diferencia. Yo no puedo hablar a los alumnos de una pedagogía de la palabra si los silencio, si ante una pregunta que me crea dificultad contesto: “¿Vos sabes con quien estás hablando?”. Ustedes no se imaginan lo que se aprende con alguien diferente. A veces no aprendemos con quien es igual, pero con el que es diferente, siempre aprendemos. A veces aprendemos, incluso, con el antagonista. Una pedagogía del movimiento es una pedagogía de apertura hacia el otro, el diferente. Cuando llegué del exilio, en uno de mis primeros seminarios, en la Universidad Católica de San Pablo, tuve de alumna a una joven señora, seguramente reaccionaria, que guardaba hacia mi persona un resentimiento gratuito, histórico. Cuando hablé de lo que pensaba hacer, ella me miró y me dijo: “No voy a faltar ni un día a su clase porque quiero ver si hay coherencia entre lo que dice y lo que hace”. Yo le contesté: “Muy bien, muchas gracias, estoy contento de que usted venga, será siempre bien recibida y tengo la certeza de que cuando terminemos el semestre usted va a descubrir con pruebas concretas que lo que digo coincide con lo que hago”. Nunca tuvimos una relación mayor, pero nunca faltó, y terminado el semestre tuvo la nota más alta, porque era una mujer seria, estudiosa e inteligente, pero reaccionaria, y ser reaccionaria era un derecho que tenía, como el que yo tengo de no serlo. Cortésmente nos despedimos y ella dijo: “Usted hace lo que dice”. Ése fue el mejor regalo. En realidad, el mejor regalo hubiera sido que ella viniera a verme y dijera: “Me convertí, ahora soy una mujer progresista”. No es fácil. Siempre existe la tentación de rechazar al que piensa diferente. Hay que dar esa pelea. El profesor que quiere ser coherente con su posición democrática y ética tiene la obligación de entender y respetar las opiniones diferentes a las suyas.

 

El grito manso
PAULO FREIRE

Lo que quiero decir es que el educando se torna realmente educando cuando y en la medida en que conoce o va conociendo los contenidos, los objetos cognoscibles, y no en la medida en que el educador va depositando en él la descripción de los objetos o de los contenidos. El educando se re-conoce conociendo los objetos, descubriendo que es capaz de conocer, asistiendo a la inmersión de los significados en cuyo proceso se va tornando también significador crítico. Más que ser educando por una razón cualquiera, el educando necesita volverse educando asumiéndose como sujeto que aprende y no como resultado del discurso del educador…

“Muy bien – dije en respuesta a la intervención del campesino -, acepto que yo sé y ustedes no saben. De cualquier manera quisiera proponerles un juego que, para que funciones bien, exige de nosotros lealtad absoluta. Voy a dividir el pizarrón en dos partes, y en ellas iré registrando, de mi lado y del lado de ustedes, los goles que meteremos, yo contra ustedes y ustedes contra mí. El juego consiste en que cada uno le pregunte algo al otro. Si el interrogado no sabe responder, es gol del que preguntó. Voy a empezar por hacerles una pregunta”.

Primera pregunta:

  • ¿Qué significa la mayéutica socrática?

Carcajada general, y yo registré mi primer gol.

  • Ahora les toca a ustedes hacerme una pregunta a mi – dije. Hubo unos murmullos y uno de ellos lanzó la pregunta:
  • ¿Qué es la curva de nivel?

No supe responder, y registre uno a uno.

  • ¿Cuál es la importancia de Hegel en el pensamiento de Marx?

Dos a uno.

  • ¿Para qué sirve el calado del suelo?

Dos a dos.

  • ¿Qué es el verbo transitivo?

Tres a dos.

  • ¿Qué relación hay entre la curva de nivel y la erosión?

Tres a tres.

  • ¿Qué significa epistemología?

Cuatro a tres.

  • ¿Qué es abono verde?

Cuatro a cuatro.

Y así sucesivamente, hasta que llegamos a diez a diez.

Al despedirme de ellos hice una sugerencia: “Piensen en lo que ocurrió aquí esta tarde. Ustedes empezaron discutiendo muy bien conmigo. En cierto momento se quedaron en silencio y dijeron que sólo yo podía hablar porque sólo yo sabía y ustedes sabían diez cosas que yo no sabía. Piensen en eso…”

 

Pedagogía de la pregunta
PAULO FREIRE

El gran peligro del asistencialismo está en la violencia del antidiálogo, que impone al hombre mutismo y pasividad, no le ofrece condiciones especiales para el desarrollo o la “apertura” de su conciencia, que, en las democracias auténticas, ha de ser cada vez más crítica.

Sin esta conciencia cada vez más crítica no le será posible al hombre integrarse en su sociedad en transición, intensamente cambiante y contradictoria. De ahí a las relaciones de asistencialismo y masificación de las que es a un mismo tiempo efecto y causa.

Lo que importa, realmente, es ayudar al hombre a recuperarse. También a los pueblos. Hacerlos agentes de su propia recuperación. Es, repitamos, ponerlos en una posición conscientemente crítica frente a sus problemas.

El asistencialismo, al contrario, es una forma de acción que roba al hombre condiciones para el logro de una de las necesidades fundamentales de su alma: la responsabilidad.

La satisfacción de esta necesidad – afirma Simone Weil, refiriéndose a la responsabilidad- exige que el hombre tenga que tomar a menudo decisiones en problemas grandes o pequeños, que afecten intereses ajenos y propios, con los cuales entonces se siente comprometido.

Es exactamente por eso por lo que la responsabilidad es un hecho existencial. De ahí que ella no pueda ser incorporada al hombre intelectual sino vivencialmente.  En el asistencialismo no hay responsabilidad, no hay decisión, solo hay gestos que revelan pasividad y “domesticación”. Gestos y actitudes. Es esta falta de oportunidad para decidir y para participar responsablemente lo característico del asistencialismo que lleva a sus soluciones una contradicción en cuanto a la vocación del hombre a ser sujeto y a la democratización fundamental. En verdad, no será con soluciones de este orden, internas o externas, como se ofrecerá a un país un destino democrático. Lo que se precisa urgentemente es dar soluciones rápidas y seguras a los problemas más angustiosos. Soluciones, repito, con el pueblo y nunca sobre o simplemente para él.

La educación como práctica para la libertad
PAULO FREIRE

LA INNOVACIÓN SOCIAL (Fragmentos)

La innovación no puede ser un hecho aislado o contingente; es un proceso sostenido que la contempla como meta, posibilidad y necesidad de crecimiento.

Es decir, es la consecuencia de procesos innovadores destinados a producirla, como resultado del aprendizaje que es incorporado a las estructuras organizativas que estimulan el cambio o que, cuando menos, no lo reprimen.

En muchas de las organizaciones que han desarrollado una práctica innovadora existen espacios informales abiertos al diálogo, se reflexiona acerca de la experiencia, se aprende de otros procesos, existe sensibilidad a la participación de los integrantes, y se escucha a los aliados externos.

Es preciso que los innovadores entren en contacto directo y sistemático con los gestores de políticas, que intercambien experiencias y las lecciones aprendidas.

Es muy importante, además, que los gestores de política se interesen en tener contacto con las experiencias piloto destinadas a probar las nuevas ideas y se muestren receptivos a ellas.

Lo que se procesa en la innovación es conocimiento y esto es lo que se comunica, se aprende y se replica en otro contexto. Conocimiento como saber hacer, de tipo técnico, que se origina en una práctica y se puede aplicar de forma adaptada a otra; conocimiento de la realidad que la transforma precisamente al modificar las ideas, el discurso y las prácticas de los sujetos de la innovación.

Las innovaciones que se originan y difunden en el circuito mercantil tienen por incentivo la ganancia, intrínseca al sistema de precios.

En el caso de las innovaciones sociales el incentivo va mucho más allá.

Además de las consecuencias materiales que puedan tener sobre la calidad de vida de los beneficiarios, existe un valor intangible e incalculable, el de una esperanza o una dignidad recuperada, la certidumbre de que los seres humanos no están tan abandonados y de que un mundo mejor, fundado en la solidaridad y la cooperación, siempre es posible.

«CLAVES DE LA INNOVACIÓN SOCIAL SOCIAL EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE» – Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Año 2008.

Tenemos que pensar, diseñar, inventar otras formas de relaciones, generadas a partir de la confianza, basadas en una comunicación abierta, que valore las diferencias.

Queremos contribuir a la construcción de organizaciones que produzcan sentido, sean significativas en sí mismas, sentidas y no sólo padecidas: un primer paso para rescatar la dimensión de lo humano.

Somos capaces y podemos promover el cambio en las organizaciones, trabajando en equipo, enriqueciéndonos con otras miradas, con actitudes de apertura y flexibilidad.

Merecemos y deseamos construir y desarrollarnos en espacios que nos dignifiquen, que no nos cosifiquen, que nos permitan -a partir del esfuerzo colectivo-, crecer, creer, proyectarnos con otros, aprender, innovar, valorarnos.

Para esto, necesitamos sujetos comprometidos, capaces de asumir ya no sólo el pragmatismo económico, sino fundamentalmente su papel histórico y fundante de lo político y social.

El tejido social es una metáfora para ayudarnos a concebir la transformación de una sociedad fragmentada, en una conectada. Una sociedad en la que los ciudadanos están comprometidos a crear una realidad diferente. Estos ciudadanos tienen la conciencia que un tejido social sólido es capaz de producir, ahora mismo, algo que hemos estado esperando por mucho tiempo.

El tejido social se construye poco a poco, como se construye una telaraña. Hay que comenzar con un grupo pequeño que tiene la capacidad de interpretar la realidad de una forma diferente: de una situación problemática, a una llena de posibilidades. Cambiar la visión para generar nuevas conversaciones.

En: http://www.filogenia.net/images/reflexiones/rxe2.pdf

Una de las cuestiones fundamentales en un proceso innovador como elemento impulsor es el deseo. El deseo de construir algo diferente, alimento básico para vencer las incidencias que van a emerger consustanciales con lo nuevo. ¿Cuánto deseo existe en unas organizaciones diseñadas para ejercitar, como un mecanismo, unas tareas predefinidas y ausentes de significado para quienes las tienen que acometer?

Los sistemas de trabajo habituales no están diseñados para impulsar el protagonismo de las personas, para desplegar su deseo sino para que realicen tareas en ausencia del significado de su trabajo. Situar el protagonismo como centro en el quehacer de la organización y como consecuencia el aprendizaje, el despliegue de la creatividad y la responsabilidad sobre lo que se desarrolla exige una recreación de los sistemas y con ello, de las dinámicas de información, comunicación, cooperación, etc. que contienen.

Creemos espacios colectivos y singulares en cada organización que afronten la necesidad de avance en el protagonismo de las personas, únicas que les dan sentido y pueden ofrecer un futuro en un proceso de construcción colectiva.

Solamente se requiere abandonar las situaciones de aparente conformidad y la impresión de haber llegado a alguna parte. Frente a ello, debemos fluir en otros conceptos, en otras posibilidades a veces contracorriente de las modas y cultura de la gestión. Crear una nueva realidad organizacional más plena lo exige. Y a partir de ahí, a innovar.

(Alberto Etxeandia | Fragmento de artículo: «Ser innovadores para innovar»)

«…tenga paciencia frente a todo cuanto en su corazón no esté todavía resuelto. Y procure encariñarse con las preguntas mismas, como si fuesen habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma muy extraño. No busque de momento las respuestas que necesita. No le pueden ser dadas, porque usted no sabría vivirlas aún -y se trata precisamente de vivirlo todo. Viva usted ahora sus preguntas. Tal vez, sin advertirlo siquiera, llegue así a internarse poco a poco en la respuesta anhelada y, en algún día lejano, se encuentre con que ya la está viviendo también.»

 

|| Rainer Maria Rilke en «Cartas a un joven poeta» ||

Cambiar la perspectiva de forma radical: ya no se trata de alinear y motivar a las personas hacia un objetivo dado, sino que se trata de liberar los contextos para que las personas cooperen, se comuniquen, activen su conocimiento, lideren, tengan iniciativas, aprendan, se enriquezcan… desde sus deseos.

(Conceptuando sobre transformación organizacional | Maite Dárceles & Alfonso Vázquez)

El conocimiento se activa desde la libertad. Es obvio que activar y poner en valor el conocimiento requiere poder.

Si queremos avanzar en el despliegue del potencial y del conocimiento de todas las personas, éstas requieren poder para definir su actividad. Por tanto, sólo en un contexto de poder distribuido se puede activar el conocimiento.

El concepto de poder que estamos manejando no es el poder sobre otros o sobre una actividad, que tiene una implicación excluyente («si tú tienes ese poder, yo no lo tengo»), sino que hablamos de poder para hacer, para decir, para decidir: éste es un poder que no excluye, sino que suma, que genera, que construye.

Una organización que consigue hacer desplegar el potencial de sus personas, con su talento interdependiente y su capacidad de innovación, será sin duda una organización con muy poco poder excluyente, sino distribuido, y con un gran poder para crear y hacer.

(Maite Dárceles & Alfonso Vázquez)

Nuestras declaraciones y nuestras acciones tienen un evidente poder transformador (¿de dónde podría venir, de otra forma, la transformación de nuestras sociedades?), pero necesitamos encontrar los intersticios donde acuñarlas.

¿Y dónde se encuentran esos intersticios? Todo sistema con vocación totalizante va a presentar brechas, pues su intento es imposible; nunca puede contener la diversidad del todo, ni mucho menos uniformizarla.

Entre el discurso justificativo y la práctica percibida se generan grietas que constituyen fuentes de malestar.

El intento transformador debe, pues, situarnos en las fuentes de indignación, en los puntos de inconsistencia flagrante entre la declaración y lo realizado.

(Alfonso Vázquez)

«La escuela es un lugar de recuperación de sueños»

«…No podemos decirles a los chicos que tienen que ir a la escuela porque así se ganarán la vida. Decirle a un ser humano que tiene que estudiar porque está trabajando para tener trabajo es contradictorio con darle un sentido a la vida. Porque lo que le estamos diciendo es que su vida sólo vale para ser conservada en sí misma, y no para producir algo diferente. Si a un ser humano le decimos que lo único que importa de todo lo que está haciendo ahora es prepararse para seguir viviendo, estamos hablándole a un esclavo y no a un ser humano. Los seres humanos tienen que sentir que lo que hacen tiene algún sentido que excede a la autoconservación. No se le puede plantear a un ser humano que el sentido de su vida está en ganarse la subsistencia, porque eso no es el sentido de ninguna vida. Tenemos que terminar con esta idea que les planteamos a los chicos de que el único sentido de conservar su vida es para que trabajen y sobrevivan: el sentido de conservar su vida es para producir un país distinto en donde puedan recuperar los sueños. Y la escuela es un lugar de recuperación de sueños, no solamente de auto-conservación.»

 

Silvia Bleichmar. Violencia social – Violencia escolar. De la puesta de límites a la construcción de legalidades. «Subjetividad en riesgo: Herramientas para su rescate» P. 132. Noveduc, 2012

La verdad no está fuera del poder, ni sin poder. La verdad es de este mundo; está producida aquí gracias a múltiples imposiciones. Tiene aquí efectos reglamentados de poder. Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su política general de verdad: es decir, los tipos de discursos que ella acoge y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la manera de sancionar unos y otros; las técnicas y los procedimientos que son valorizados para la obtención de la verdad; el estatuto de aquellos encargados de decir qué es lo que funciona como verdadero.”

(Michael Foucault – Microfísica del Poder. 1994, 187)

Mientras no recuperemos nuestra palabra, como propia, con fuerza e identidad propias, no tenemos madurez política ni social; somos objetos de los otros: de los que «tienen la palabra».

La educación política y la educación en general, al fin y al cabo, se resume en esto: tomar la palabra.

Esa palabra pensante, propia, creadora y creativa; una palabra que piensa, siente, elige, decide y propone.

Es la palabra-poder.

Entonces el lenguaje se transforma en la mediación por medio de la cual nos expresamos, expresamos nuestras percepciones vivenciadas y nos relacionamos con los otros seres humanos.

Salimos del encierro de un yo enclaustrado para encontramos con un tú que nos interpela.

Si la democracia (poder del pueblo) consiste en que el pueblo asuma esta palabra creadora, los regímenes autoritarios revelan la ausencia de palabra en el pueblo y la acaparación de poder en unos pocos.

El silencio-pasivo de una sociedad es el signo de su inmadurez o de la opresión de un pueblo, o de ambas cosas.

En definitiva, es el signo de una democracia o de un pueblo impotentes.

Afirmar la espontaneidad es recuperar el placer de expresarnos, en un lenguaje que es expresión y autorrevelación: es la libertad ejercida de comunicarnos, de afirmar lo que sentimos y pensamos, de reírnos o de llorar, de jugar, saltar o bailar, de hacer bromas o de ponemos serios, de aplaudir, gritar y aclamar, de tomarnos la vida con humor y de abrazar a alguien que sufre.

En las manifestaciones políticas todo este lenguaje se pone en marcha, sobre todo cuando el pueblo participa y lo hace a su manera. Es el puro y legítimo placer de expresar lo que se piensa, siente y quiere.

Hemos vivido años de miedo y de represión política, educativa, social, militar y religiosa. Miedo a la autoridad, a Dios, al infierno, a los exámenes, al ridículo, a ser distintos.

Recuperar nuestra palabra supone recuperar nuestra libertad.

Y esta tarea implica audacia. 0 sea: animarnos a decir y hacer aún con riesgos.

Es el riesgo de la libertad, cuando perdemos protección a cambio de autonomía.


Fragmento de artículo «Comunicación, vínculo y personalidad».
(Lic. Santos Benetti)

Acerca del conflicto docente y la crisis educativa

El ejercicio de la educación no contó hasta ahora con el suficiente reconocimiento de nuestros Estados para desempeñar la profesión docente con la dignidad y en las condiciones que corresponden a su naturaleza e importancia social.

Se da a menudo una cuestión contradictoria: por un lado, los pueblos y las diferentes sociedades reconocen muchas veces la importancia de la educación y frecuentemente atribuyen a los maestros características humanas sobresalientes como forma de agradecer el papel tan fundamental que cumplen en el desarrollo de la humanidad, pero por el otro… las políticas de Estado consignan la profesión docente a espacios de inferior jerarquía, que se traducen a veces en bajos salarios y a menudo en pobres condiciones para su cabal desempeño.

El Gobierno y ciertos medios de comunicación oficialistas presentan los paros y las movilizaciones docentes como atentados contra los derechos que tienen los niños a la educación.

Es importante desencadenar un proceso de búsqueda de alternativas a la crisis de un sistema educativo que no tiene capacidad para responder con la calidad y evolución necesaria a sus actuales y futuros educandos, y que tampoco posee capacidad inclusiva para lograr sumar a segmentos de la población que quedan al margen de la instrucción, en muchos casos permanentemente.

La propuesta debe basarse en un pensamiento innovador. Y se requiere un plan de acción, un nivel de conciencia distinto, un gran esfuerzo y energía al servicio de la mejora y transformación.

En América Latina se reafirma cada vez más la convicción que sin educación no habrá cambio posible, que la educación es un instrumento fundamental para el desarrollo humano, para el crecimiento económico, para la competitividad, para la profundización de la democracia, para la recreación y contacto de las culturas, para la generación de ciudadanía y para el ejercicio de los derechos.

La educación no es un fin en sí misma, es un camino. Pero también es un espacio para la concertación y generación de acuerdos.

Para que la educación aporte con su benéfica influencia se requiere de muchas condiciones, de las que sobresalen al menos tres básicas:

a) Que la educación forme parte y apoye a un proyecto nacional

b) Que la educación sea considerada una prioridad en la agenda política de los
Estados.

c) Que las políticas educativas de cambio sean consensuadas y asumidas por
todos los sectores, en especial por los maestros.

En buena parte de América Latina la educación está divorciada del destino de la gente y de su país.

Una educación de este tipo tiene un impacto marginal en los procesos de cambio.

La calidad educativa deja mucho que desear. Es más, en la mayoría de países estos indicadores muestran la gravedad de la crisis educativa y del fracaso de las reformas.

Buena parte de las reformas impulsadas en los noventa respondieron a un formato adaptado a los requerimientos del modelo de ajuste neoliberal, entonces prevalecieron políticas diseñadas bajo la óptica de la gestión, la eficiencia, la gerencia y de la reducción del Estado e impuestas a las espaldas o contra los movimientos docentes.

En las actuales circunstancias, la educación no aporta significativamente al cambio, sino más bien me parece que refuerza el status quo.

Los gobiernos son responsables de esto, pero también son responsables aquellos maestros, que por múltiples razones, han colaborado también al reforzamiento del conservadurismo de los sistemas educativos.

El maestro, por su alta responsabilidad en el aula, se erige como uno de los elementos esenciales de los cambios, pero también puede constituirse en factor de estancamiento.

Podemos preguntarnos: ¿Qué rol han estado jugando los sindicatos?

Varios estudios sobre la conflictividad docente en América Latina señalan que las acciones de hechos y las estrategias políticas de los gremios, con algunas excepciones importantes, se han circunscrito o limitado a la cuestión salarial.

Esta visión limitada o reduccionista no permitió que los docentes aporten e incidan en las políticas educativas de una manera sustancial y trascendente.

Es decir, los sindicatos no exigieron fuertemente otras cuestiones… se quedaron en el tema salarial, lo cual es muy importante y básico, pero no suficiente para salir de la crisis educativa.

Por otra parte, la pérdida de prestigio social del docente, la falta de atractivo económico y otros aspectos profesionales y políticos han redundado en una baja de autoestima del profesorado.

Todas estas condiciones han generado un grupo humano y profesional cada vez más presionado, desestimulado, estresado y con poca motivación al cambio.

Todo lo cual por supuesto también redunda en la crisis del sistema educativo.

Los sindicatos docentes deberían -me parece- ampliar sus agendas hacia propuestas que impliquen incidir en las políticas educativas y en la puesta en práctica de alternativas pedagógicas innovadoras.

Se hace necesario que amplíen la base social de alianzas y que apunten a incorporar a todos los sectores sociales y políticos a una agenda común por el cambio en la educación.

Pero todo esto pasa también por crear y ejecutar políticas educativas con activa participación de los profesores.

El núcleo inspirador tienen que ser los niños, niñas y jóvenes.

Tiene que ser el ejercicio pleno del derecho a una educación de calidad.

Tienen que ser el bien común y la realización integral del individuo y de la sociedad.

¡Sin docentes comprometidos, los cambios educativos no son posibles!

Un educador motivado pero poco cualificado no tiene mucho radio de acción.

Y lo contrario también: un educador cualificado sin compromiso ni motivación, no contribuirá de modo firme a construir aprendizajes en el aula.

Sin gobernantes realmente decididos y con voluntad política, tampoco.

Y los padres, por supuesto también tienen su rol importante aquí.

He ahí el mayor desafío político de los procesos de transformación educativa actual y futura: lograr la participación activa y comprometida de todos los sectores sociales… de toda la comunidad educativa.

¿Para qué? Para cumplir con la ineludible demanda histórica de ir hacia un cambio educativo. Requerimos urgentemente no sólo colocar a la educación en la agenda prioritaria de nuestros países, sino articular la lucha por la educación en el marco de la reconstrucción de un nuevo proyecto nacional, donde lo nacional sea pensado desde una perspectiva sudamericana o latinoamericana.

Proyecto que apunte a la integración, justicia social, equidad, interculturalidad, desarrollo humano, crecimiento económico y fortalecimiento de la democracia.

(Redactado en base a textos de Revista Prelac | «Protagonismo docente en el cambio educativo»).

“Por eso creo que la violencia de esos chicos es el rostro nuestro: la gente se horroriza de verse en el espejo. Ellos quieren destruir a la sociedad que los hundió y también autodestruirse. Y la sociedad reacciona por miedo y no por compasión o solidaridad, porque cuando esos chicos necesitan ayuda no existen, nadie les soluciona los problemas. Cuando son víctimas no existen; cuando son victimarios, todos los quieren matar. La sociedad tiene que darse cuenta de eso: primero dejamos que se carguen de locura y después nos asombramos de sus reacciones y no sabemos qué hacer. Y nos desentendemos.”

(Alfredo Moffat)

En América latina, uno de cada cinco jóvenes está fuera del sistema educativo y del mercado de trabajo.

No tienen inserción social alguna.

LAS CAUSAS REALES DEL DELITO JOVEN

La mano dura ilusiona a la población con la idea de que políticas duras para los jóvenes
desfavorecidos, la posibilidad de encarcelar menores, el aumento fuerte de las penas, eliminarán la delictualidad joven.

No hay ninguna prueba estadística que demuestre esta correlación. Lo que se observa
en los hechos es que va a aumentar la población penal, sin bajar las tasas de delincuencia joven.

En cambio, hay una fuerte correlación entre la tasa de desocupación juvenil y la tasa de delitos. Aumentan las oportunidades laborales para jóvenes y disminuyen los delitos.

Hay asimismo una relación muy clara entre tasa de escolaridad y delito. A mayor escolaridad, menos delitos. En EE.UU. se estimó que un año más de escolaridad reduce los delitos violentos en un 30 por ciento. Una de cada 10 personas que no terminaron la secundaria está en la cárcel. Entre los que la terminaron, hay uno de cada 27.

Actualmente, el 50 por ciento de los jóvenes latinoamericanos no completa la secundaria. Si se los apoyara para finalizarla, se reduciría sensiblemente la delictualidad.

También hay una vinculación intensa entre articulación familiar y delito. Cuanto más se proteja a las familias, particularmente las pobres, que tienen más riesgo de desarticularse por las condiciones hostiles que fomentan la implosión familiar, hay menor probabilidad de delito. Dos terceras partes de los delincuentes jóvenes en Uruguay, según un estudio de Rubén Katzman, de la Cepal, vienen de familias con un solo cónyuge al frente.

En Estados Unidos, en un estudio sobre 60.000 delincuentes jóvenes, también dos terceras partes provenían de familias desarticuladas.

Fortalecer a las familias más humildes es decisivo para reducir la delincuencia juvenil, porque la familia entrega valores, educa y forma desde el afecto, lo que no puede hacer ninguna policía del mundo.

Con la mano dura no se están tratando las causas estructurales del delito. Se eluden. Por lo tanto, no puede sorprender que no tenga mayor incidencia en su eliminación
o control.

Un prominente analista del tema, Louis Vacquant (Las cárceles de la miseria, 2000), escribe:

“El encarcelamiento, además de afectar prioritariamente a las capas más desprovistas (desocupados, precarios, extranjeros) es en sí mismo una tremenda máquina de pauperización. Al respecto, es útil recordar sin descanso los efectos deletéreos de la detención, no solo sobre los reclusos sino también sobre sus familias y sus barrios”.

TOLERANCIA CERO

Se sigue vendiendo activamente como solución la “tolerancia cero”. Según esta doctrina, se debe castigar duramente aun las contravenciones más pequeñas para
que no se transformen en mayores.

Se inician, en nombre de ella, guerras contra las personas que viven en las calles, los mendigos, los consumidores de pequeñas cantidades de drogas.

Se argumenta falsamente que ella ha permitido reducir la delictualidad en algunas ciudades de EE.UU. No es real. Las ciudades más exitosas en bajarla son Boston y
San Diego, y aplican lo opuesto a “tolerancia cero”. Invierten en la prevención del delito. Movilizan combinadamente los municipios, la policía, las iglesias, las fuerzas
sociales organizadas, las comunidades de los barrios y la empresa privada para armar circuitos de inclusión.

Asimismo, los países más exitosos en seguridad ciudadana son los escandinavos. Tienen la menor proporción de policías por habitante del mundo y al mismo tiempo las más bajas tasas de criminalidad (en Noruega y Dinamarca de 0,8 homicidios cada 100.000
habitantes por año y en Suecia 24 o 25 veces menos que en América latina).

La receta ganadora de estos países pasa por la inclusión social.

Los países exitosos en seguridad ciudadana han sido los de “exclusión cero”, no los de “tolerancia cero”.

Su éxito está en que han logrado abrirles plenas oportunidades de inclusión a los jóvenes.

Tienen garantizada la salud, la educación, posibilidades de trabajo y hay una fuerte protección a la familia.

La Organización Panamericana de la Salud (1998) ha llamado la atención sobre diversas investigaciones al respecto. Pampel y Gartner (1995) crearon un indicador para medir el desarrollo de las instituciones nacionales responsables de la protección social. En países con crecimiento parecido de la población joven, la tasa de homicidios era mucho menor si esas instituciones eran más sólidas.

Messner y Rosenfeld (1997) analizaron la relación entre gastos más elevados en asistencia social y homicidios. El aumento de dichos gastos disminuía la tasa de homicidios.

También comprobaron que los países que protegían más a las poblaciones vulnerables a las fuerzas del mercado, a través de redes de seguridad económica, tenían menos homicidios. Briggs y Cutright (1994) encontraron en 21 países una correlación entre gastos de seguridad social y número de homicidios.

FUENTE: «Inseguridad ciudadana. Hora de mejorar la calidad del debate», de Bernardo Kliksberg, Octubre de 2011.

Artículo disponible en forma completa en:

http://www.pagina12.com.ar/…/bernardo_kli…/004-KLIKSBERG.pdf

Hacer comunicación popular es contar con un proyecto estratégico para participar con voz propia en la disputa simbólica, esa que nos plantea a diario a quién recurrimos para enterarnos de qué pasó, si solamente a las voces oficiales o también a los protagonistas de los hechos; la que nos hace pensar qué nombre les ponemos a las cosas, cómo cuestionamos desde otro lenguaje a las formas con que el poder mediático todos los días nos cuenta las noticias.

Una organización no solamente comunica cuando está en un medio específico, sino permanentemente por medio de sus prácticas cotidianas.

Lo que una organización hace todos los días es comunicación, produce sentidos, indica una manera de hacer las cosas y de ver la realidad.

El desequilibrio de poder se expresa a través de unas pocas voces autorizadas a tomar la palabra, destinando a otras a ser meramente escuchas o audiencias.
El discurso opera siempre de un lado a otro, impidiendo el diálogo en igualdad de condiciones alrededor de un tema o cuestión. A lo sumo, se permite el feedback o retroalimentación, el famoso ‘ida y vuelta’, aunque siempre dentro de las condiciones que el emisor original impone.

El modelo hegemónico de comunicación sostiene su esquema de emisor-receptor,
reforzando la idea de que hay ‘quienes saben’ y ‘quienes no saben’, quienes pueden informar y quienes deben ser informados.

Sin duda, una de las principales disputas de la etapa actual es la conquista de la visibilidad pública por parte de los sectores populares. Ningún actor social se constituye como legítimo para decir, hacerse escuchar, ser una voz válida para dar su mirada de la realidad sin una estrategia de comunicación.

Podemos decir que los medios comerciales operan mediante Tres lógicas/trampa:

Negación: las organizaciones ni siquiera son mencionadas, sus noticias no aparecen en la agenda, son silenciadas.

Estigmatización: las organizaciones son mencionadas con una fuerte carga negativa de sus acciones, en general nombradas a través de “etiquetas” que circulan y se instalan en el sentido común (piqueteros, gremialistas, militantes), cargándolas de un significado negativo.

Despolitización: las organizaciones son presentadas como “solidarias”, que “ayudan a la gente”, situándolas –a lo sumo– como parches pintorescos frente a la pobreza, la desigualdad y la exclusión.

La comunicación popular trabaja desde la articulación entre actores que comparten una mirada y una acción común sobre los problemas, que se proponen intervenir colectivamente.

(FRAGMENTOS DE CUADERNILLO: «ORGANIZACIONES POPULARES Y COMUNICACIÓN POPULAR»)

“’Sólo investigamos de verdad lo que nos ‘afecta’, y afectar viene de afecto”.
(Jesús Martín-Barbero)

Las preguntas que nos afectan son el motor de las investigaciones.

«Investigar es construir memorias; es ligar pasado, presente y futuro; es comprender los procesos vividos; es elaborar conceptos que nos permitan reflexionar, entender y accionar; es multiplicar experiencias; es hacer visibles aquellas prácticas que se tejen desde los márgenes».
(Larisa Kejval)