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¿Eso querías decir?

Cuando el autor terminó de leer se hizo el silencio. Nadie se atrevía a decir nada. Quizá pensaban: ¿este tío va enserio?, ¿es una broma? Respiré profundo y pedí a los demás que se mojaran un poco. «Venga, vamos a revisar este texto. ¿Qué opinión les merece? Intentemos fijar nuestra atención en todos los aspectos posibles: forma, ritmo, uso del lenguaje, técnica narrativa», esperaba poder aterrizar suavemente en el fangoso territorio del mensaje, pero fue imposible desviar la atención de los demás. Otro de los alumnos se animó a participar. Su aportación fue reveladora y tierna. «No sé, para mí esta historia es una suerte de crítica sobre los prejuicios de la sociedad.» Se negaba a creer que su compañero quisiera comunicar disparates a través de su trabajo, por eso rompió las reglas del debate y, empujado por su necesidad de sentir empatía con el texto (obligándose a ello) preguntó al autor: «Eso es, ¿no? Una crítica…» Al autor se le llenó el rostro de rubor. Y antes de que pudiera responder, otro de los alumnos dijo: «Yo no creo que sea una crítica. Yo no quiero decir algo sobre el texto, sólo quiero pedir a todos —miró al autor de la historia recién leída—, de buen rollo, que seamos más respetuosos, yo he venido aquí a aprender, no a…» Se cortó cuando se dio cuenta de que el autor se removía nervioso en su asiento. ¿Te puedes imaginar el fandango que vino después? Nos enfrascamos en un debate que parecía más una reyerta. Y todo, ¿por qué? Simple: las historias tienen un poder inmenso para transmitir ideas, mensajes. Al consumir historias alcanzamos un grado de conocimiento específico sobre una realidad de la vida.
Taller de Escritura Creativa Roda de Sant Antoni 80 1º 2ª Barcelona, Barcelona 08001 Spain
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