Es noticia
La medicina televisada no mejorará tu salud
  1. Sociedad
UNO DE CADA TRES ESPAÑOLES SE INFORMA con estos programas

La medicina televisada no mejorará tu salud

Una tesis doctoral cuestiona que programas como 'Saber vivir' tengan un impacto positivo en la salud de la sociedad

Foto: Fotograma del espacio 'Saber vivir', conducido por Mariló Montero (TVE)
Fotograma del espacio 'Saber vivir', conducido por Mariló Montero (TVE)

Uno de cada tres españoles tiene como referencia a la televisión como primera fuente a la hora de recibir información médica. Es más, según un informe de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), la salud es el ámbito general en el que advertimos un mayor déficit de información desde los medios, por encima de la ecología o el consumo, materias sin apenas presencia en las parrillas televisivas.

Siempre han existido espacios de salud en televisión. Desde que el doctor Beltrán popularizase el género a principios de los noventa, casi todas las cadenas han incluido, cuando menos, un microespacio en su programación dedicado al bienestar y la prevención médica. Ninguna como RTVE que, a lomos de su vocación de servicio público, ha cargado su programación de espacios dedicados a la salud entre los que destaca, por veteranía, el matinal 'Saber vivir'.

La rigurosidad de 'Saber vivir' ha sido puesta en duda a lo largo de los 19 años que el programa lleva en antena, cosechando 'shares' de hasta el 25%, si bien nadie se había parado a estudiar analíticamente sus mensajes. El primero ha sido el doctor Juan José Gonzálvez, de la Universidad de Murcia, que ha dedicado su tesis doctoral a medir la calidad de la información que se hace llegar a los telespectadores con unas conclusiones desoladoras. Según los datos obtenidos, apenas un tercio de los consejos que ofrece el programa están basados en la evidencia científica, y solo uno de cada cinco tiene una base sólida.

El médico, que ejerce en el hospital Virgen de la Arrixaca, en Murcia, tomó 80 programas aleatorios como muestra y clasificó los consejos vertidos en dos categorías: las recomendaciones fuertes, que es donde el espacio hace más foco, y las secundarias, compuestas por pequeños trucos y comentarios de los colaboradores. Los resultados que obtuvo, valorando solamente las recomendaciones fuertes, mucho más relevantes en tiempo de emisión que las demás, son inquietantes: solo un 23% de los consejos estaba basado en las últimas evidencias cientificas del momento, mientras que un 9% hacía referencia "a estudios observacionales bien diseñados con poca probabilidad de sesgos".

placeholder

Del 48% de las recomendaciones no se pudo encontrar literatura científica que las avalase, "que no significa que sean incorrectos, sino que aún no lo sabemos", indica el autor, y sucede lo contrario con el 19,3% restante: lo expuesto en 'Saber vivir' contradice la investigación. "Es paradigmático el caso de la dieta mediterránea, que se defiende una y otra vez en el programa. Se dice que la fruta y la verdura son alimentos mágicos, cuando son fuentes muy ricas de hidratos de carbono que causan niveles elevados de insulina y sus posibles consecuencias: hipertensión, diabetes tipo II o el síndrome metabólico, grandes males de nuestro tiempo", dice el doctor.

"Lo mismo sucedió con la aspirina. Se ha vendido como un elixir contra el infarto y mucha gente se la ha tomado, y se la sigue tomando, como si fueran caramelos, cuando es un tratamiento solo indicado para pacientes que han sufrido una trombosis u otro accidente cardiovascular", explica Vicente Baos, médico y divulgador científico. "Esto no significa que los doctores que dan los consejos actúen de mala fe, de hecho muchos son jefes de servicio, sino que muchas veces dan por buenos conocimientos que no están documentados", detalla el autor de la tesis, quien también lamenta en el texto que el 12% de los consejos médicos no proceda de personal sanitario, sino de "periodistas colaboradores o cocineros".

'Saber vivir' tampoco les ha cerrado la puerta a las pseudociencias. Con fondos públicos se ha dado pávulo a extravagancias como la biorresonancia, el reiki, el holismo y todo tipo de dietas milagrosas, sin olvidar, por supuesto, la homeopatía. Una pregunta sobre esta práctica desveló la línea editorial del programa respecto a las pseudociencias: "Televisión Española recoge todo lo que hay en la calle. Los productos homeopáticos se están vendiendo, son medicamentos. Los famacéuticos no podemos dejar de vender medicamentos homeópaticos mientras haya una receta bien prescrita", explica Pilar León, experta en nutrición en las mañanas de TVE.

Además de la información sesgada, el doctor Gonzálvez acusa a 'Saber vivir' de idealizar la monitorización clínica. "Hay estudios que demuestran que las mujeres que se hacen mamografías regularmente no presentan una mortalidad más baja que las demás, de hecho se crea una burbuja de falsa seguridad que puede llevarlas a no hacerse autoexploraciones. Este programa hace entender al espectador que un diagnóstico es lo mismo que una curación, cuando solo sirve para aumentar el gasto sanitario en pruebas innecesarias". En esta línea, la Sociedad Americana del Cáncer modificó recientemente a la baja sus directrices para la detección del cáncer de mama, elevando el grupo de riesgo de los 40 a los 45 años y limitando a una mamografía cada dos años a las pacientes con más de 55 años.

Algo semejante, recuerda Vicente Bao, sucede con la popularización de la prueba PSA ('prostate-specific antigen'), una sistema de detección precoz del cáncer de próstata que ha generado tantos falsos positivos que Estados Unidos ha dejado de prescribirla. "El problema es que es mucho más difícil convencer a alguien de que sus creencias no están fundadas que lo contrario; llevará años cambiar la idea de que hacerse muchas pruebas diagnósticas es un seguro de vida", concluye Baos.

Llevará años convencer a la sociedad de que las pruebas diagnósticas no son un seguro de vida

Ambos facultativos coinciden, por separado, en señalar que los pecados de 'Saber vivir' -"más allá de las promociones comerciales descaradas", apuntan- tienen que ver con la falta de cultura científica y no con la mala fe. Difieren, no obstante, en el tratamiento: Gonzálves pide que el espacio centre sus mensajes en dos o tres por programa, "con las más sólidas evidencias", y descarte las numerosas aportaciones secundarias. Insiste, por último, en la importancia de que el espectador filtre los mensajes: "Sale un médico en televisión y nos creemos que es dios, y eso no es así, porque es un profesional que puede equivocarse o seguir un tratamiento que no es beneficioso para el grueso de la población; es por esto que tiene que estar sometido a la crítica. El paciente debe contrastar la información que recibe, porque ni la televisión ni la medicina son verdades absolutas".

Baos va más allá, pues considera la divulgación médica en la televisión pública "una obligación social", y pide la creación de un comité científico que asesore a la cadena. "Y una mayor exigencia del espectador. Si la BBC recomienda la homeopatía, se monta gorda, pero aquí sale la señorita Mariló Montero asegurando que oler limones cura el cáncer y otras absurdidades con las que nos reímos".

Uno de cada tres españoles tiene como referencia a la televisión como primera fuente a la hora de recibir información médica. Es más, según un informe de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), la salud es el ámbito general en el que advertimos un mayor déficit de información desde los medios, por encima de la ecología o el consumo, materias sin apenas presencia en las parrillas televisivas.

El redactor recomienda