Centro Virtual Cervantes
Arte

Refranero multilingüe > Buscador > Ficha Paremia
Refranero multilingüe

Muerto el perro, se acabó la rabia

Paremia

Tipo: Refrán

Idioma: Español

Enunciado: Muerto el perro, se acabó la rabia

Ideas clave: Causa y efecto

Significado: Si cesa la causa, termina con ella sus efectos. Se aplica a un enemigo que ya no puede hacer daño por estar muerto o, en sentido general, a cualquier persona que está causando perjuicio.

Marcador de uso: De uso actual

Fuentes: Fuente oral

Variantes

Enunciado: Muerto el perro, se acabaron las pulgas (Puerto Rico, Rep. Dominicana) (1001 nº 671)

Sinónimos

Enunciado: Perro muerto no muerde

Hiperónimos

Enunciado: Al cesar la causa, cesa el efecto

Contextos

Contexto: «’Ana, la hija de la modista, había caído en cama; estaba sola, en poder de criados; no había más remedio que ir a recogerla. Ante aquella muerte concluían las diferencias de familia’.
‘- Muerto el perro se acabó la rabia" -había dicho uno de los nobles de Vetusta’» (Clarín, Leopoldo Alas, La Regenta. Madrid: Castalia, 1884-1885=1990, I, 212).

Contexto: «- En primer lugar, del dicho al hecho siempre hay gran trecho, y mucho más si los hechos son de la magnitud de éste que a usted la espanta; de manera que las amenazas de venir esta noche esos bandoleros a desvalijar a mi tío, se cumplirán... o no se cumplirán; y bien pesado y medido todo, quizás fuera preferible que vinieran, particularmente para usted, por aquello de que ‘muerto el perro, se acabó la rabia’» (José María de Pereda,Peñas arriba. Madrid: Cátedra. 1895=1995, p. 462).

Contexto: «Podrá decirse, sí, que muerto el perro se acabó la rabia, y que después que me muera no me atormentará ya esta hambre de no morir, y que el miedo a la muerte, o mejor dicho, a la nada, es un miedo irracional, pero... Sí, pero... E pur si muove! Y seguirá moviéndose. ¡Como que es la fuente de todo movimiento!» (Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida. Madrid: Espasa-Calpe, 1913=1996, p. 143).

Contexto: «–¿Y cómo lo voy a evitar? Bien dice la señora que tienes entendimiento de ladrillo. ¿Quieres que salga por ahí con una espada, y en un quítame allá estas pajas haga picadillo a toda la tropa, y después me encare con Rey y le diga: "O usted me deja en paz a la niña o le corto el pescuezo"?
–No; pero cuando aconsejé a la señora que diera un susto a su sobrino, usted se ha opuesto, en vez de aconsejarle lo mismo que yo.
–Tú estás loca con eso del susto.
–Porque "muerto el perro, se acabó la rabia".
–No no puedo aconsejar eso que llamas susto y que puede ser una cosa tremenda.
–Sí, porque soy una matona, ¿no es verdad, tío?»
(Benito Pérez Galdós, Doña Perfecta. Madrid: Turner, 1876=1993, p. 186).

Contexto: «–Qué tal, ¿paseamos mucho, joven? –agregó en alta voz, volviendo hacia Maxi su cara de caimán, en la cual la sonrisa venía a ser como una expresión de ferocidad–. Vamos bien, vamos bien. Al fin podrá usted volver a sus ocupaciones ordinarias. Ya decía yo que en cuanto estuviera usted libre [de Fortunata]… por aquello de muerto el perro se acabó la rabia» (Benito Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta. Dos historias de casadas. Tomo II. Madrid: Cátedra, 1887 =2004, p. 424).

Centro Virtual Cervantes © Instituto Cervantes, 1997-2024. Reservados todos los derechos. cvc@cervantes.es