-¿Qué impresión le merece la nueva exigencia de la Universidad coruñesa al reclamar ahora 8,7 millones de euros a la Xunta cuando antes eran 3,8?

-Nos resultó muy sorprendente la deriva que tomó después del Consello de Goberno del martes, parece como que queriendo romper cables. Esto es un debate absolutamente artificial, no sabemos con qué finalidad, pero fuera de la realidad del día a día. No lo entendemos, porque además el motivo de fondo no solo es oscuro, sino que después de lo de ayer [por el martes] ya es ridículo al decir que han vuelto a echar las cuentas y que ahora les faltan otros 5 millones. No es muy serio para una universidad, ya que si así es como llevan las cuentas, está dando una imagen un poco penosa de la gestión financiera.

-¿Le pareció sorprendente que se haya incrementado tanto esa supuesta deuda?

-Hay que puntualizar que se habla mucho de deuda pero la Xunta no debe nada a la Universidad. Hay un plan de financiación pactado en 2010 con una dotación que va cambiando a lo largo del quinquenio y hay un órgano que es el único legitimado para dirimir cualquier interpretación en su evolución que es la comisión de seguimiento, en la que tienen voz y voto las tres universidades y que se ha reunido ordinariamente desde 2011. Incluso aunque en el nuevo contencioso se diera la razón a la Universidad de A Coruña, la Xunta no va a poner un solo euro, ya que lo que está pidiendo no es que la Xunta le pague una deuda, sino que se le detraigan a las universidades de Vigo y Santiago las cantidades recibidas en 2012, 2013 y 2014, que son 8,8 millones. Lo que está manifestando años después es que no está de acuerdo en como se repartieron unas cantidades previstas en el plan, pero la Xunta no tiene ninguna deuda. Lo que está haciendo la Universidad con el contencioso es querer que en caso de victoria judicial, se detraigan esas cantidades a Santiago y Vigo. A Coruña tiene todo el derecho a presentar recursos y lo que digan los jueces se acatará, pero la cuestión de fondo es que presupuestó esas cantidades que ahora dice que no se le ingresaron.

-¿Quiere decir que el presupuesto de este año incluía los fondos que ahora se reclaman mediante un recurso?

- Así lo reconocieron en las reuniones ellos mismos, pese a que una universidad seria nunca puede presupuestar ingresos que se corresponden a derechos no reconocidos por la Xunta en el plan de financiación.

-¿La insuficiencia financiera que denuncia la Universidad provendría entonces de una presupuestación errónea?

-Claro, y precisamente por eso se está trabajando con ellos y la Consellería de Facenda la elaboración de un plan de ajuste presupuestario, que es lo que hay que hacer cuando los ingresos de una administración bajan o se incrementan sobre lo previsto. El plan de financiación de las universidades gallegas es similar al de las autonomías españolas, en el que hay un consejo de política fiscal y financiera donde el Estado expone sus criterios de transferencias para el próximo año que cada gobierno debe incluir en su presupuesto. Los representantes de muchos gobiernos dicen que no están de acuerdo con esos criterios, pero habrá una votación y el ministerio cerrará una cifra que habrá que incluir en el presupuesto aunque no se esté de acuerdo con ella. Se puede seguir reclamando, pero en el presupuesto hay que poner lo que se dijo que iban a dar, no lo que se cree a lo que se tiene derecho.

-¿Podría haber alertado la Xunta a la Universidade da Coruña del peligro que corría al incluir en el presupuesto de este año cantidades que no tenía garantizadas?

-La elaboración y aprobación de los presupuestos entra dentro de la autonomía universitaria, que es total, por lo que la capacidad de intervención de la Xunta en cualquier ámbito es mínima. Nosotros no tenemos competencia ni conocimiento directo de los presupuestos, pero supimos de la inclusión de esas cantidades por comentarios que los representantes de A Coruña hicieron en las reuniones que mantuvimos. Pero lo que hay que hacer cuando las cifras no se ajustan es una modificación presupuestaria y adaptarse a los ingresos y gastos. En este caso es muy evidente, ya que tenemos tres universidades en el sistema gallego con una de ellas, la de Santiago, en la peor situación financiera por su deuda y que ha elaborado un plan de ajuste para eliminar el déficit y ajustarse a sus ingresos. Su vicerrector de Economía explicó el pasado fin de semana que entre 2010 y 2012 se ajustaron al nuevo marco financiero y que desde entonces equilibraron las cuentas y no tienen graves problemas de tesorería. Eso es lo lógico en cualquier administración, pero la Universidad de A Coruña no ha hecho eso y según dice el rector ha vivido de unos remanentes, pero si los ingresos son inferiores a los gastos permanentemente...

-El argumento que utiliza el Rectorado para justificar ese déficit estructural es que la Xunta aplicó de forma incorrecta los indicadores que figuran en el plan de financiación.

-No es cierto. Dan unas cifras según las cuales el porcentaje de esos indicadores pasó del 5% al 41% que son un disparate y una falta de rigurosidad. La evolución de los indicadores a lo largo de los años del plan está prevista y se ha tratado todos los años en la comisión de seguimiento, donde las tres universidades han tenido conocimiento de todos los fondos, cómo se calculaban y las fuentes de las que se obtenía la información. Durante tres años y medio, ninguna de ellas manifestó ningún problema con el reparto que se venía haciendo, pero en el verano de 2014 la de A Coruña consideró que se la estaba tratando injustamente y acudió a la vía judicial. Hubo otra comisión de seguimiento el pasado enero en la que A Coruña expuso sus tesis y fueron rechazadas por el resto de la comisión, en la que hay dos universidades, y decidió seguir con la vía judicial.

-¿Cabe pensar que A Coruña interpreta que existe una discriminación hacia ella en este plan de financiación?

-El reparto se hace como se había hecho con el plan de financiación anterior, mediante una fórmula matemática, por lo que en principio creo que no discrimina a nadie. Puede salir un mejor o peor resultado, pero no por culpa de la fórmula. Aquí perdemos un poco de vista que las universidades tienen su autonomía y que es absoluta, por mucho que a veces se quejen de las limitaciones que tienen, que son las de cualquier administración pública. Esa autonomía implica responsabilidad, de forma que lo que le pase, bueno o malo, a la Universidad es consecuencia no de enemigos exteriores sino de las políticas rectorales que se desarrollan a lo largo de los años. Eso provoca que unas universidades vayan ascendiendo en las clasificaciones y que otras vayan descendiendo, pero la causa está dentro, no fuera. Echar la culpa a los demás de lo que pasa no nos parece muy universitario.

-Uno de los acuerdos del Consello de Goberno del martes fue solicitar a la Xunta que le adelante cantidades del Fondo de Calidad previstas para 2016. ¿Qué opinión tiene de esta iniciativa?

-Ese es un tema, como otros muchos, que tratamos todos los años. Este fondo, que depende de la Consellería de Facenda y cuenta con 18 millones de euros, es el único que se reparte más tarde, ya que con los otros en marzo las universidades saben las mensualidades que van a recibir. Pero este está vinculado a indicadores de gestión financiera, como el cumplimiento del objetivo de equilibrio presupuestario, lo que obliga a dejarlo para finales del año. Suele ser entre noviembre y diciembre cuando se acuerda el reparto. El año pasado se adelantó una parte a cuenta y este se abordará nuevamente un adelantamiento similar, ya que son temas cotidianos pero que se tratan internamente. No parece muy lógico que un rector solicite esto a través de la prensa, ya que lo puede hacer en cualquier momento en la Xunta por teléfono o en una reunión, en lugar de usar a los medios de comunicación para efectuar una petición que no es la primera ni la última vez que se va a hacer.

-¿Cabe por tanto la posibilidad de atender esa petición para hacer frente a las facturas impagadas que tiene en la actualidad?

-Claro, porque ya no es la primera vez. Lo que se ha venido haciendo es adelantar cantidades a cuenta sin ningún problema. Y como nunca lo hubo, nos extraña que se solicite algo como si hubiera un problema. Eso es lo nos sorprende, ¿por qué se están sacando todos los días en la prensa temas que son de hablar en la mesa todos los años y todas las universidades? No lo entendemos.

-¿Cree que esta actitud puede estar relacionada con el hecho de que a finales de este año se celebren las elecciones al Rectorado de la Universidade da Coruña?

-No lo sabemos y ahí entraríamos en el terreno subjetivo. Es cierto que un año electoral es muy especial en cualquier ámbito, ya que es un año de hacer balance, de explicar lo que se ha hecho y lo que no se ha hecho, así como de que un grupo se presente para que revaliden su confianza, por lo que es especialmente delicado. Pero sigue sin explicar por qué si la vía de comunicación está abierta, si la mesa de negociación se está reuniendo y las colaboraciones no solo se mantienen sino que se están intensificando, se da esta imagen de ruptura o de que la Xunta quiere castigar o discriminar a la Universidade da Coruña. Llevó 6 años en el cargo y lo he dicho desde el primer día: La Secretaría Xeral de Universidades y la Consellería de Educación lo que quieren es presumir de universidades. Yo haré mejor mi trabajo como secretario xeral si las universidades tienen buenos resultados, ya que si son malos mi trabajo está fracasando. No queremos que ninguna universidad tenga malos resultados ni problemas de tesorería ni problemas de ningún otro tipo. No somos enemigos, ya que somos administraciones públicas las dos y la Xunta no es un ente abstracto que esté para machacar a las universidades, pero la Universidad no puede creerse que no es una administración pública sujeta a las mismas restricciones que el resto del sector público y por lo tanto sufre tanto como el resto, ni más ni menos. Mejor dicho, menos, porque en los presupuestos de la Xunta a las tres universidades se las ha tratado como a ninguna otra institución, ya que ninguna tuvo 5 años blindados sus presupuestos y esto también hay que ponerlo en la balanza.