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¿De dónde viene la esperanza? ¿Dónde nace y dónde muere? Muchos parecen ser hijos del dolor; las aguas que sacian su sed son sus propias lágrimas y parecen tener un contrato con la tragedia. Es el hombre que amó a su esposa; la bendijo, la cuidó y trabajó cada minuto para proveerle todo, mas ella lo menospreció y le pagó con la más grande humillación, la humillación de la infidelidad.

            Es la esposa que se casó con su príncipe azul, mas poco después de la preciosa boda, fue una víctima más de la violencia doméstica. Hijos abandonados por sus padres; rechazados, abusados y tirados a un sistema en donde la familia es redefinida y en donde la misericordia y la gracia no existen.

            La esperanza muere en todo corazón en donde Dios no es el Rey. No hay luz sin Dios, la ausencia misma de Dios es la obscuridad. Hoy día vemos el derrumbamiento de nuestros valores sociales; los gobiernos se bañan en corrupción. “Las cosas están malas” dicen todos. Pusiste tu esperanza en partidos políticos y en promesas de oradores sin substancia. Te dejaste impresionar y engañar por personalidades carismáticas, imágenes vacías maquilladas con hipocresía y hambrientas de poder, riquezas y vanagloria.

            ¿Dónde está la esperanza? pregunta la niña que perdió su virginidad e inocencia a manos de un ser humano cuya conducta es una vergüenza, aún, para el animal más salvaje. Dios nos hizo libres porque solo en libertad puede fluir el amor. ¿Cómo amar si somos obligados a amar? Mas esa libertad tiene precio y grandes riesgos; somos libres para hacer lo malo, lo incomprendido, lo injusto; somos libres aún para odiar a Dios.

            ¿Acaso no sabía esto Dios? Pero aún así tiene un plan redentor. Esta dimensión no lo es todo; es una corta vida; casi insignificante comparada con la eternidad. ¿Qué son 100 años de injusticias comparados con una eternidad en gloria? La ira de Dios será manifestada y el destino de las almas será declarado justamente, pero para aquellos que pusieron su fe en Cristo; aquellos que se arrepintieron y creyeron en un Dios bueno y justo, nos esperan las calles de oro, la nueva Jerusalén y una eternidad con nuestro Padre Celestial en un lugar tan extraordinario; un lugar tan puro y tan precioso, que ni aún las mentes más dotadas pueden tener la capacidad de aún imaginar semejante lugar.

            Esa es la esperanza; la esperanza nace y permanece en Cristo; no una esperanza vacía; pero una esperanza que se materializa en cada corazón y se manifiesta de forma tangible en la realidad; en tu realidad y en la mía. ¡Abre tu corazón, ven a la luz y experimenta la esperanza de Cristo!

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