A mi Colegio Mexicano

13 Mar

En su 130 Aniversario

 

Más que el patio, la sensación del patio. Su amplitud. Los edificios rectos, de ladrillos grises, y su intacto olor por dentro. A penas cruzar las puertas y ahí está la dulce adolescencia. El uniforme de polyester color verde. Las calcetas no tan limpias como deberían. Los mocasines recién lustrados pero que ya no se ven bien. Subo corriendo por las escaleras que huelen exactamente a lo de antes, una prisa por subir, no tanto por llegar. Pasar de largo por la dirección de la maestra Conchita y llegar a mi verdadero territorio, mi secu. Tan mía. Yo me quedé en esos pasillos. Sigo llegando a mi salón, formada, detrás de mis amigas y al llegar al dintel de la puerta salto y me cuelgo. Soy del equipo de básquet. Debe perdonárseme mis incontenibles ganas de saltar. Debo probar si llego o no llego, y llego. Me rajo un dedo. Sangro. La pequeña y encantadora maestra que vigila esa sección del pasillo –el hada de las ciencias- me socorre. Toma mi dedo índice y aprieta mi herida, me lleva al baño a prisa, sin correr. Ahí en el lavabo veo lo que ha ocurrido. Soy una imbécil, pero qué bien que lo soy. Porque estoy con una de mis favoritas frente al espejo del baño que luce mucho más brillante. El sol nos da en la frente. Mi maestra es muy pequeñita y yo soy una bebé gigante. Su cabeza huele a algo interesante, como a polvos, ¿sería talco? No era un perfume, era un olor a ella. La maestra de biología. La querida robotina, una maestra absolutamente respetable. Rosy, mi amiga Rosy, la gran Rosy, nadie la imitaba mejor que ella. Cuando mi amiga estaba tan feliz, tan llena de sí y de todas las demás, le suplicábamos: por favor, ¡¡házla de robotina!! Y Rosy, que es tan buena, tan noble, se negaba. No, no. Ya no. Pero nosotras le insistíamos. Y Rosy terminaba accediendo y era como si se animara a reventar una bomba de hilaridad, una sensación exclusiva de la complicidad… Días de permanente felicidad. O así los recuerdo ahora. Nunca tuve tantas amigas juntas en mi vida. Hoy batallo tanto para verlas. Imposible concretar en una fecha. Y entonces eran absolutamente mías y yo de ellas. La amistad jamás era interrumpida. Aún en el tiempo de clases el convivio seguía, actuábamos todas a ser alumnas, a ser niñas, a volvernos señoritas. Danzábamos. Ahora así lo veo. Danzábamos siendo la música. Ayer que por fin llegué al lobby del piso de secundaria, caray, no sé qué sentí. Miré primero que nada el salón de la Sociedad de Alumnos en donde pasé horas de absoluta fascinación. De adolescente tuve un laboratorio ahí. Esto lo compartí con apenas tres o cuatro compañeras más, pero la salita en donde ahora está la coordinación de inglés fue el mejor lugar de mi escuela. Esas fueron mis primeras lecciones de política. Representar al alumnado con amor de adolescente. Es extraño, aquí siento un dolorcito viejo, como de una antigua soledad en llamas… Cada que las integrantes de la Sociedad de Alumnos salíamos de una de nuestras juntas con una risita jiji la directora nos torcía la boca pero se le notaba interés por conocer cuál era la nueva locura. Se nos reprimió poco. Sor Elena y el equipo de dirección, las titulares, la mayoría de los profes, nos querían. Nos querían en serio. Les gustábamos a pesar de todo. Nos jorobaban, claro. Se obsesionaban, sí. Se desquitaban a ratos. Pero en lo profundo éramos sus protegidas. Creían en nosotras. A mi me llenaron de confianza. Ahora se que eso no es fácil. Ayer me di cuenta que durante todos estos años de mi vida, he andado con un orgullo callado. Tuvieron que pasar más de veinte años, ¡qué testarudez!, para reconocer que la felicidad del Colegio Mexicano ha dado para rato. Aún la llevo conmigo. No puedo dejar de ser esa niña que fui. Qué fantástico es el espacio. Guarda tanto, tantísimo, y al mismo tiempo es tan transparente. Nadie nota lo que para mi significa ese salón. La emoción de que por fin llegaría el maestro Víctor y me miraría. Y yo a él. Nunca lo supe como ahora, con mis 36 años a cuestas: éramos amigos. La relación entonces era tan incomprensible que fue sacrificada por la inercia del tiempo (me fui a la prepa, la carrera, la vida…), pero ahora se que éramos cuates. Él me regaló la primer novela que leí. En ese salón ayer estuve sola. Las amigas se dispersaron, o yo me salí del tour… y de pronto apreció el Segundo B. ¿Qué pasa? ¿por qué lloro? Imposible realmente saberlo. El espacio me provocó una escalada de emociones que rebosaron. ¿Puede uno bendecir un tiempo que ya pasó? ¿Qué diría la ley de la relatividad, le preguntaría a la maestra Carmen?

Ayer el Colegio cumplió 130 años. Estuvimos ahí cientos de ex alumnas de todas las edades. Golpe al ego. Hubo muchas antes y muchas después que nosotras. Es peor. No somos las únicas que amamos al Colegio, y nuestros espacios fueron de otras de la misma intensa forma. Esa capilla, por ejemplo. Ay, ahora se que ese era el lugar para pensar. Rezaba, sí, pero ahora creo que lo más disfrutable era el silencio y el respeto al recogimiento de cada quien. Afuera uno vivía y en la capilla uno asimilaba. Claro, seguramente viví con enorme fervor mis constantes visitas y gocé al máximo mi propio misticismo pero ahora que regreso con la misa conmemorativa del aniversario pienso que me quedaría con la mitad de los significados y el resto de plano lo dejaría atrás. Hay una diferencia entre la profundidad espiritual y la retórica religiosa. Ahí en medio de todas las compañeras de la propia y de tantas generaciones, entre maestros y maestras, sores y personal de toda la vida del Colegio –como don Mónico y don Goyo- había muchas otras formas de lograr una verdadera comunión y, sin lugar a dudas, sor Gloria o tantas mujeres ahí presentes, hubieran dado una excelente homilía. Sentí cierta frustración por no poder romper el protocolo de una misa siendo que habían ahí reunidos tantas historias que nos congregarían de veras, como comunidad espoiritual. En fin. Siempre fui así en mi Colegio. Nunca dejé de criticar lo que me parecía debía cambiar. Y en una mañana tan bella de sábado, el 11 de Marzo de 2017, yo pensé que las monjas de ese Colegio debieron haber dado la Misa. Quien lo diría, una vez más volví a la capilla a asimilar mi fe.

Bacha de aquellos días

11 Jul

Cuando se estacionó enfrente y me señaló el número 33 con un indiferente movimiento de cabeza quise gritar ¡no chingues!, pero no pude interrumpirlo. Ese día Mario estaba particularmente deprimido y no paraba de hablar. Se trataba de la vieja casona del Tecolote. Ahí iba a reiniciar su vida, (donde inició la mía). La rentera nos esperaba en la puerta. Era una señora de esas muy correctas que no pude relacionar de ninguna forma con el Tecolote. La resolana estaba pegando duro así que pasamos de prisa y nos saludamos adentro. Esa tarde salí de casa a firmarle de aval a mi compadre y de pronto me encontré encandilado –como arrojado- dentro de los gruesos muros de sillar que sólo había revisitado en sueños. La estancia tenía impregnada una melodía. Comencé a escuchar Have you ever seen the rain? cuando, en un parpadeo, vi una silueta al fondo del pasillo, ¿era él? Perdí el hilo del tema pero de reojo continuaba viendo aquella silueta difusa. Confundido miré con más fijeza. El Tecolote pareció sonreírme y caminó hacia mi, como patinando en el aire por el pasillo central, traía puestas sus patas de gallo con calcetines. Me traía una cerveza. Llevaba puestas las espantosas bermudas de toalla. Me restregué los ojos y volví a la conversación. La señora nos habló de un problema en el contrato de la luz. Había que dar una mordida por “una situación” con el inquilino anterior. ¿El Tecolote?, la interrumpí ignorando por completo lo que nos estaba planteando. Aquí Ramirez+Amaya+Tecolote+Guatemalavivía hasta hace tres meses el señor Leobardo Martínez, dijo la señora como quien defiende la decencia de la propiedad (pero se trataba del Tecolote). No pude preguntarle más. Hubo algo. Algo incómodo, intuí. Ella y Mario se quedaron hablando de que ya ningún barrio era seguro y de que la policía andaba cobrando piso incluso en las colonias “bien”. Mientras tanto pude recorrer la casa de mi amigo porque, el Tecolote era eso, mi amigo. Nunca me referí a él como “mi dealer”. Esa palabra ni se usaba. Quien te rolaba la mota era tu amigo, y punto. Le pagabas pero te quedabas a escuchar sus discos por gusto. Encontré a Mario y a la rentera en el patio, hablando del boiler destartalado. La anacahuita llovía flores. Su caída parecía más lenta por la falta de viento. En una de las dos mecedoras estaba mi amigo cuando me contó que lo invitaron a hacer negocios en grande. La mota no es negocio, me dijo, pero cuando la tratas de puta te arrepientes. De hecho, el Tecolote tenía fama de escoger a sus clientes. No le gustaba compartirla con desconocidos. Decía que mantenía podados sus bonsáis para que no perdieran su encanto. Si perdían la forma era momento de recortar contactos. Aquí había un jardín japonés, dijo la señora cuidando no ensuciarse los tacones con la tierra suelta. Nos repartimos las macetitias entre los vecinos. ¿El señor Leobardo murió? pregunté, pero Mario se negó a que la señora contestara. Le pareció de muy mal gusto mi pregunta, me dijo después. De cualquier forma la casera pareció ignorarme. No lo volví a visitar. Los años se fueron acumulando hasta que ya me pareció ridículo buscarlo. Me volví viejo, sin historia propia. Quizá fue eso lo que me detuvo; algo de vergüenza, un resentimiento hacia los mejores recuerdos de mi vida. En las paredes de su recámara estaban marcados los pósters (uno era la letra de The House of the Rising Sun), y algunos de sus cuadros, (había una acuarela del cerro de la Silla hecha por él mismo). El sol había impreso sus espíritus sobre el yeso. Aquí hace falta pintar, dijo Mario. La señora no tuvo comentarios. Era evidente que todo correría a cuenta del nuevo inquilino. En su habitación desnuda advertí mi ingratitud. Ni siquiera me había planteado cómo la estaría pasando con las cosas como se pusieron. Habrá sido difícil adaptarse a los nuevos significados. De la noche a la mañana el Tecolote se había convertido en un criminal. El amigo que se deleitaba con el perfume de sus flores se volvió, repentinamente, enemigo de la Nación. No dudo en que lo hayan presionado a aliarse a los monopolios. A fin de cuentas de eso se trata esta guerra; de acabar con los changarritos, de agandallarse todo el mercado. La señora le entregó un llavero de peluche. En ese momento mi amigo era todo menos un hombre recibiendo las llaves de su departamento de soltero. Tuve que darle una palmada en la espalda. La señora también sacó de su bolsa una botellita de agua bendita que me entregó y se despidió de mano. Mario y yo nos quedamos bajo el arco de la puerta mirando hacia la calle, sin nada qué decir. Finalmente reunió algo de fuerzas para consolarse: tiene buena vibra, ¿no? Di un par de pasos afuera para ver la casa por fuera y así descubrí una bacha escondida (no abandonada) en una de las esquinas de los barrotes. Sí, le contesté, tiene buena vibra.

El triunfo del Bronco y la “democracia” militarizada

8 Jun

Dos caras de la jornada

Lo primero que tendría que decir es que tuvimos una jornada de verdaderos contrastes, tan marcados, que parecía que se trataba de noticias de dos países distintos en elecciones. Mientras que los reportes de Chiapas, Oaxaca y Guerrero, principalmente, pero también en Michoacán y Tamaulipas, nos dibujaban escenarios de guerra, en el resto de los estados, aunque plagadas de irregularidades y delitos, no hubo resistencia a la instalación de casillas. La gente votó porque quiso.

Lo segundo es que tuvimos una elección militarizada en por lo menos cuatro estados del País. Las imágenes de casillas resguardadas con soldados armados hasta los dientes, el desfile de tanquetas, el arribo espectacular de más mil 500 efectivos de la policía federal al estado de Oaxaca sólo esta mañana, las redadas de soldados, nos permiten hablar de una democracia tan fallida que su propia elección debe ser no sólo resguardada sino defendida hasta las últimas consecuencias, aunque con esto se ponga en duda, precisamente, la democracia de las elecciones.

La elección en Nuevo León fue histórica, sí, porque por primera vez se usó una nueva estrategia de mercadotecnia política novedosa que hizo creer a la mayoría que era posible vencer los lastres del “bipartidismo”. Este fenómeno, que El Bronco y su publicista Memo Rentería hicieron posible, fue la mezcla de mercadotecnia de marca pero con acentuación política, es decir, sostenida en discursos esperanzadores por un lado y vengativos por el otro. Por lo demás, fueron reportados delitos de acarreo y compra de voto por todo el estado, tuvimos información de varios operativos que seguramente a muy pocos preocupará porque el margen de triunfo es sumamente amplio y entonces la máxima “haiga sido como haiga sido” la aplican siempre los felices “ganadores”.

índicePor cierto que me quedé atónita viendo cómo la broncomanía terminó seduciendo a la mayoría. Cualquier duda, información, acusación hacia su candidato era asumida como guerra sucia y no era respondida para no entrar en provocaciones. Se cerraron todos los canales posibles de discusión: era ahora o nunca y era por El Bronco. No importo que fuera acusado por activistas de golpeador, no importó el récord de acusaciones graves durante sus 33 años de priista. Nada. Incluso, muchas personas me decían muy quitadas de la pena “no es el Bronco, es lo que significa”. No puedo dejar de preguntarme qué hubieran opinado de él si, como lo pretendió en un principio, hubiera sido elegido por el PRI como el candidato a la gubernatura… la pregunta es sólo para comprender el poder de un discurso electoral frente a un récord de calamidades comprobable.

Mi reflexión la aterrizo en la cortísima distancia que tenemos entre nosotros y la publicidad. Casi nadie quiere aceptarlo porque nos pone como totales idiotas pero la mercadotecnia domina nuestra capacidad de imaginación y de deseo. La mercadotecnia política es un contrasentido en cualquier democracia de alta intensidad en donde al representante se le conoce en persona, sin necesidad de volverlo un personaje. Sin embargo, nuestra democracia liberal, representativa, está casada, es amante, del capitalismo más salvaje, que usa de gestores de inversiones a los gobiernos.

Gane quien gane, ese capitalismo neoliberal se fortalece con cada elección porque pone a circular dimensiones absurdas de dinero y se presta a la especulación política con compras de candidatos, acuerdos de negocios, cierres de proyectos, etc… este año el gasto público ascendió a más de 39 mil millones de pesos (13 años de operación de la UANL).

No vamos a tener una democracia de alta intensidad mientras no seamos dueños soberanos de nuestros deseos y representemos a nuestra propia imaginación. La democracia es un momento que aparece entre individuos emancipados.

El día de la lucidez

6 Jun

Los funcionarios de casilla montaron las mesas, las mamparas, contaron las boletas y todavía algunos pidieron permiso para ir a la esquina por un café sin que hubiera rastro de los electores. La presidenta de la casilla no podía sentarse a esperar y, de pie, nerviosa, llamó por su celular a su marido, ¿vas a venir? ¡no ha venido nadie y son las diez!

A pesar de que se esperaba una copiosa participación la gente no aparecía. La sensación era como de haber confundido la hora o el día pero no, era exactamente el domingo 7 de Junio. Simplemente algo serio, inesperado y paralizador estaba sucediendo en todo el País sin que pudieran comprenderlo.

Las primeras señales de alarma llegaron vía Twitter. Efectivamente, como ellos, todos los funcionarios de casilla estaban reportando el fenómeno.

A las dos de la tarde los noticieros televisivos ya estaban trasmitiendo mensajes de artistas populares, de líderes sociales, llamando a la gente a votar.

A las cuatro de la tarde, como si se tratara de una hora acordada, la gente salió de sus casas, caminó hacia la casilla y tomó su lugar en una kilométrica fila. ¡Vaya, lo conseguimos! Gritaron los estrategas oficiales.

A las nueve y media de la noche la presidenta de la casilla colocó la manta con los resultados del conteo: el 80 por ciento de los electores había votado en blanco. Parecía una escena de ficción, un asunto que tendría que ser esclarecido por los especialistas de siempre.

A las dos de la mañana apareció en los canales de televisión el Consejero Presidente del INE acompañado del Secretario de Gobernación para decir que la elección tendría que repetirse el siguiente domingo pues la amenaza de abstención masiva y luego el sufragio en blanco permitían creer que había operado “un boicot electoral que debe ser investigado hasta las últimas consecuencias”.

Durante la semana siguiente los candidatos con y sin registro de partido se unieron en una coalición llamando a que la gente votara sin miedo y eligiera a alguno, el que fuera. Mientras tanto, el Estado había iniciado una investigación sobre los hechos. Daremos con los responsables de este acto terrorista, declaró el Presidente.

Las investigaciones fracasaron porque buscaban indicios de un operativo clandestino, una orden secreta, pagada, financiada por agentes externos.

El domingo siguiente los electores fueron a votar desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde. Los resultados, sin embargo, cambiaron mínimamente. 83 por ciento de los sufragios fueron en blanco.

Fue así que el Presidente, apoyado por el Congreso, declaró un Estado de Sitio. Los agentes policiales, todos, fueron suspendidos en tanto no se indicara una estrategia oficial. El Estado no sabía a quién reprimir ni por qué razón, por ello decidió esperar a que explotara la primer escena vandálica.

Entre tanto llegó el lunes. Sonaron las alarmas de los despertadores. La gente comenzó su jornada. Los cafés se tomaron, los motores arrancaron y la normalidad se instaló. Todos hicieron lo propio: ir a la escuela, al trabajo, a surtir la despensa. No había ningún ánimo triunfalista, ni siquiera algún hervor patriótico, nada.

La revuelta no llegó el lunes ni nunca. Reinaba la paz. Los políticos estaban encerrados en juntas y así estuvieron el suficiente tiempo para que se instalara en la memoria popular que aquel 7 de junio el País entero hizo evidente que sabía vivir sin policía porque de ella se había tenido que defender y que sabía organizarse porque había aprendido a hacerlo para sortear las omisiones, violaciones e ineficiencia de sus gobiernos.

El fenómeno, que José Saramago creó en su novela “Ensayo sobre la lucidez”, y que yo reescribo en esta colaboración, también envió al mundo la información de que los aparatos gubernamentales impostores, los corruptos y los saqueadores no son la mayoría sino una pequeña mafia de la cual es posible desprenderse.

* Nota de la autora: este es un texto nostálgico. Nadie se preocupe. La literatura no tiene poder en territorios del mercado.

¿Ya lo pensaste bien?

3 Jun

TIPS para electores.

  1. Primero que nada verifica que tus principios irrenunciables estén a salvo. Por supuesto que no existe el candidato ideal y siempre hay cosas que no te gustan o convencen pero de ninguna forma conviene que termines cediendo sobre ciertas cuestiones que yo llamo “principios irrenunciables” y que constituyen nuestra postura ética individual. Te propongo que des una última repasada al sentido de tu voto y que lo confrontes con lo que definitivamente nunca estarías dispuesto a apoyar. Algunas preguntas que quizá te puedan ayudar son: ¿estaré apoyando la política de guerra, las desapariciones de personas, las matanzas y secuestros ejecutadas por el propio Ejército y los mandos policiales del Estado? ¿estoy legitimando de alguna forma el reparto del dinero público entre las mafias? ¿estoy fortaleciendo la impunidad?viñeta corrupción
  2. Verifica que no estés creyendo únicamente en el discurso electoral sin pruebas empíricas, es decir, sin una experiencia personal que te confirme tu creencia o bien sin información que valide tu corazonada, intención o convicción. Las campañas políticas por desgracia no son la exhibición de los exitosos resultados obtenidos en administraciones anteriores ni los candidatos son personas elegidas por los pueblos que vivieron su gobierno. Prácticamente la campaña es un ramo de propuestas, promesas y especialmente, un conglomerado de ideas con las cuales el elector pueda sentirse identificado. El candidato es un producto político, acondicionado para que el mayor número posible de personas se identifiquen con él.  Sin embargo, ¿no corremos el riesgo de creer en lo que el político en campaña dice sobre sí mismo? ¿Será que si apagamos la mercadotecnia electoral podríamos referirnos a los candidatos por tener una carrera honesta, será que podemos referir prácticas de gobierno o prácticas sociales anteriores a su campaña?
  3. Verifica si no estás reduciendo los problemas que observas económicos, políticos y sociales para que éstos puedan ser solucionados con discursos políticos. Las campañas políticas tienen el cometido de crearnos una realidad precipiciopolítica que no existe en tiempo normal, es decir, durante los últimos meses hemos sido violentamente bombardeados por una orquesta de productos políticos que anuncian soluciones sencillas a problemas verdaderamente complejos. Un ejemplo emblemático de Nuevo León, “el problema de la inseguridad”, lo entrecomillo porque no existe tal cosa. La inseguridad se volvió un problema para que los políticos pudieran resolverlo pero, como lo sabemos, su causa no es la falta de policías, ni de Ejército patrullando las calles, por lo tanto combatir la inseguridad con ello en realidad sólo aumenta la percepción de vulnerabilidad y riesgo en las poblaciones.  La inseguridad es el resultado del pésimo reparto de la riqueza que generan las grandes mayorías empobrecidas, y de la política de Estado que empuja a las poblaciones más vulnerables a enrolarse en el crimen organizado como medio de subsistencia familiar. El combate a “las drogas”, de nuevo entrecomillado, es una solución típica de políticos al problema de la inseguridad porque, de nuevo, puede generar percepciones o sensaciones de que algo bueno se está haciendo pero los siete años de guerra nos aclaran lo contrario. ¿Te estás dando cuenta de la complejidad que queda fuera de la discusión propagandística? ¿Estás seguro de estás eligiendo como representantes a quienes antes que esconderla confronten la complejidad de nuestros problemas?
  4. Verifica que no reduzcas la política a lo político. Es decir, verifica si tu voto abona a un mejor futuro para tu sociedad y no que estés cayendo en un juego particular entre grupos económicos y mafias políticas. No es un juego de barajitas, ni una historieta de traiciones. Al votar estás confirmando el funcionamiento de todo el sistema que soporta las elecciones. ¿Será que la mejor forma de organizarnos es a partir de las instituciones que aquí ya probaron su fracaso y que lo comienzan a probar en Europa?
  5. Verifica cuál es tu fuerza. Una vez entregado tu voto qué. ¿Votar te fortalece o te debilita? ¿Crees que votar es una acción que mejora tu experiencia de vida? ¿lo has comprobado? ¿Desde dónde estás votando? ¿es un acto racional, emocional? ¿lo haces por obligación, por disciplina? ¿con qué poder te quedarás después de votar? sh

En un momento de crisis es normal tener dudas sobre las decisiones que uno toma. No hay respuestas fáciles. Es realmente difícil probar que votar no es una acción que se ciega al pasado de derrotas sociales, pero es igual de difícil probar que no votando las cosas mejorarán. Lo que deseo al menos es que al final la participación o no participación sea un indiciador de una conciencia asumida, que sea una señal de autonomía.

Por último, nos invito a reflexionar sobre el valor democrático del silencio y del secreto. Démonos un respirito. Platiquemos con nosotros mismos. No corramos a explicar en redes sociales lo que nos ocurre mentalmente. Procuremos un reposo que nos ayude a mejor pensar.

Que diga cómo diablos

27 Abr

Hace un par de días me reenviaron de EL NORTE la carta de este lector. Me permito compartirla y contestarla toda vez que fue enviada para publicarse. El ejericio además tiene el objetivo de celebrar los diálogos que casi nunca comparto. Hoy cumple 17 años mi columna.


Señora Peredo:

Hemos leído ya sus diagnósticos sobre el aparato electoral mexicano y sobre la podredumbre del sistema político; a varios nos gustaría leerle  respuestas concretas y realistas a estas dos preguntas ¿Cuál es su modelo de Estado Nación?  ¿Cuál sería el camino para que una sociedad haga factible y realizable dicho modelo?

Ángel Sánchez Borges

Col. Las Torres

Monterrey. N.L.


Estimado Ángel:

El modelo de Estado Nación en el cual he inspirado las últimas columnas está en construcción. Le mentiría si le dijera que tengo uno mío, mi modelo. Eso sería precisamente escribir desde una gigantesca trampa.

Lo que estoy haciendo, eso sí, es aterrizar lo que me gustaría que fuera este nuevo marco político, que de entrada tendría que mudar de nombre (tal vez a “Estado-naciones” o quizá incluso dar por agotado el concepto porque nos ha costado carísimo en términos materiales y culturales imponer una homogeneidad inexistente).

Entiendo, sin embargo, que el par de preguntas me piden concreción. Atendiendo a la urgencia diría que mi modelo es un antimodelo, es decir la antítesis de lo ya-hecho o del patrón que debe replicarse.

El camino para que una sociedad recupere su derecho a la creación política es muy ancho, de ninguna forma existen rutas establecidas. Esto no quiere decir que le reste dificultad. Crear es una postura radical cuando estamos obligados a repetir un modelo.

Insistiría en que el 7 de Junio puede ser una fecha simbólica para que cada quien decida crear su postura política ante la podredumbre del sistema. No podría ser más concreta.

Te agradezco tu tiempo y compañía,

Ximena

ximenaperedo@gmail.com

15-4 La defensa histórica de Cherán

15 Abr

Una de las maravillas de la vida son sus consecuencias no calculadas. Podemos cruzar un umbral pero no sabemos hacia dónde nos arrojará. Ese momento es fascinante y sólo reconocible al paso del tiempo. Con este breve texto quiero honrar el segundo que dispara toda futura transformación.

Hoy, hace cuatro años un grupo de mujeres detuvo un camión de talamontes criminales. No tenían idea de todo lo que sucedería después. No podrían haber sabido que ese acto valiente y arriesgado, esa rabia digna, detendría un reloj en el pueblo y encendería uno nuevo.

En quince días, el 3 de Mayo, Cherán sostendrá sus segundas elecciones municipales sin partidos políticos, ni campañas, ni casillas. Se liberaron de la partidocracia y de buena parte de la opresión estatal y criminal, hoy toman en conjunto las decisiones públicas y conquistaron el reconocimiento legal a sus propia forma de gobierno pero, todo esto, lo lograron sólo después de que un grupo de mujeres saliendo de la primer misa decidió detener a un camión con  troncos de su deforestado bosque. ¿Quién iba a dejar solas a estas mujeres frente a los criminales? ¿sus amigas? ¿sus hijos? ¿sus parejas? ¿sus padres? ¿Quién iba a permitir que estas señoras fueran asesinadas? El pueblo reaccionó cruzando junto a ellas el umbral de la insurrección. Si ellas no se arrojan primero, no sucede lo siguiente.

La pregunta obligada de este caso es ¿y el resto mestizo, qué? ¿qué nos detiene a parar el siguiente camión de saqueo?

¡Larga vida a la libertad del pueblo de Cherán! Que la lucha por la emancipación sea la herencia de las próximas abuelas y abuelos y que el derecho a transformarnos sea una causa común.

Para saber más:

Aquí les dejo este video grabado el 16 de Abril de 2011, unas horas después de que las mujeres detuvieron a los talamontes y el pueblo asaltó el poder.

En este segundo video ya puede verse en qué se convirtió Cherán:

¿Qué haces el 7 de Junio?

3 Abr

La idea de que votar en estas próximas elecciones es legitimar un sistema podrido permea cada vez con mayor intensidad. Más personas están llegando a la conclusión de que las condiciones están dadas para un boicot, o un paro electoral. Sin embargo no le ven condiciones subjetivas, es decir, creen que “la gente” no será capaz de organizar algo así, espontáneamente (¿sin partidos?), pero además creen que aunque así sucediera como quiera tendríamos resultados electorales y seguiríamos igual. Hay muchas formas de responder a estas posturas, voy a explorar dos que me vienen a la cabeza.

Mientras las ideas estúpidas requieren millones de publicidad para parecer convincentes –tomar Coca Cola, por ejemplo, o votar por X partido- las ideas lógicas se esparcen de boca en boca, generando cambios en nuestra mirada que ya no tienen retorno.  Creo que si manifestamos públicamente las razones que tenemos para no votar, las causas de nuestra radical protesta, podremos convertir el 7 de Junio en una protesta histórica –a nivel mundial- contra el fracaso de la «modernidad democrática» que  terminó convertida en otro tipo de colonización desastrosa. Sobre la segunda cuestión, dando por cierto que el Tribunal Electoral legitimará al que gane más votos sin interesarle el porcentaje del padrón que votó, es decir, asumiendo que tendremos nuevos gobernantes electos, pensaría que el escenario aún sería mejor que el acostumbrado porque en esta ocasión nuestra postura sí sería diferente. Estos cambios de miradas no tienen retorno y constituyen la sustancia de todo proceso emancipador. Los acontecimientos suceden, pero no aparecen de la nada. Un momento de verdad siempre tiene potencial desconocido.

Una de las dudas que en lo personal tengo tiene que ver más con lo que haremos el día 7 de junio que no será votar. Una de las ideas que me han gustado más es que ese domingo nos reunamos en un espacio público a determinada hora en todo el País. En el extranjero se pueden replicar actos igual de significativos.

¿Qué hubiera pasado si los mayas hubieran «descubierto» Europa?

21 Mar

¿Si los mexicas? ¿los chichimecas? Piénselo un segundo. Olvídese de los “cómos”. Imagine cómo sería hoy la cultura Europea, imagine el olor de las ciudades, los problemas públicos, los desafíos que estarían enfrentando esas sociedades. Me lo pregunté apenas hace unas horas y mi cabeza voló.

El conocimiento, el pensamiento religioso, la tecnología de hoy serían completamente diferentes a las actuales, ¿o se parecerían? ¿serían todavía más osadas, más peligrosas, más bellas? Me pregunto, ¿los conquistadores habrían respetado los castillos, las iglesias cristianas, las tradiciones? ¿habrían saqueado los pocos recursos naturales?

I07-02-14-cultura-ilustracion_41ea89d95767904c0f09a965ff404f6cmaginemos que sí. Que entre los tres hipotéticos grupos exploradores se dividieron todo el territorio “descubierto” para luego hacerle la guerra a sus sociedades hasta dominarlas espiritual, militar, política y económicamente. No habrían habido Hobbes, ni revolución francesa, ni Van Gogh, ni Beatles.

Los hombres blancos habrían sido explotados por los indígenas. El cabello rubio, la piel clara, la altura, los labios delgados  serían hoy códigos de inferioridad, las tradiciones celtas, por ejemplo, el derecho romano, la escritura alfabética, todo el conocimiento acumulado habría sido tachado como insignificante o peligroso. Las instituciones políticas se encargarían de mantener a la “raza” blanca vigilada, como si se tratara de potenciales criminales.

Me parece interesante que el ejercicio de imaginar qué hubiera pasado si Europa hubiera sido colonia de los indígenas nos permite reconocer que hoy los pueblos mexicanos son desvalorados producto de un proceso largo y aterrador de dominación. Los rasgos indígenas que llevamos marcados en nuestro cuerpo nos siguen pareciendo marcas de dominado, de subalterno, de inferior frente al blanco. Hemos llevado el absurdo demasiado lejos, casi cinco siglos de equivocación. ¿Cómo puede explicarse tanta estupidez? ¿cómo pudo sostenerse tanto, tanto tiempo?

Descolonizar las mentes, recordar.

A propósito del 21 de Marzo, Día internacional contra el racismo (y yo agregaría el pensamiento eurocéntrico).

Amor espacial -diario de tésis-

3 Mar

Dejar Ciudad del Carmen y llegar a Monterrey fue una de las etapas más traumáticas de mi vida. Ahora, veinticuatro años después (what?!) lo advierto. Me arrancaron de un espacio total, en donde no faltaba absolutamente nada, y me arrojaron a una realidad que yo no construí, que ya estaba ahí.

Entonces tenía diez años pero la experiencia del espacio siempre es igual de intensa, no importa que acabes de nacer o que tengas ochenta años. Por espacio no me refiero sólo a lo levantado, a las paredes, los concretos, los trazos, sino a toda una red de signos, identidades, relaciones, creencias y temores, que proyectamos en un lugar pero que se desprenden del terreno y van con nosotros a todas partes. Constantino Cavafis lo dijo en verso: “No hallarás otra tierra ni otro mar. La ciudad irá en ti siempre”.

De niña cerraba mis ojos para no olvidar. Viajaba a la isla, caminaba por mi calle con charcos, siempre encharcada, el sol lo abarcaba todo, iluminado el pavimento, la fachada de la panadería Marisol. El camino a la escuela en el Tsuru rojo. Había cierto placer en recorrerlo con los ojos cerrados sintiendo el camino, reconociendo los baches, las sombras de los árboles, hasta los cambios de velocidad del motor. Jugaba a conocer el espacio. Abría los ojos y ahí estaba, tal como lo figuraba, mi universo: novedades Andrea a la izquierda, la casa de Rubén Ramón a la derecha, la barda blanca de los Re Bo, la plaza de los almendros, el golfito; luego parábamos en uno de los pocos semáforos de la isla y dábamos vuelta hacia la izquierda, entonces el pavimento adquiría una textura extraña, como corrugada, esa vibración era el anuncio de que cruzábamos por la iglesia de Fátima, y que en seguida estaba mi escuela. Durante mi primer año en Monterrey visité durante largas horas a mi añorada Ciudad del Carmen. Aquellos fueron auténticos viajes hacia un amor vivido con autonomía. Yo decidía en dónde comenzar el recorrido, a dónde ir, qué lugar re-visitar, cuánto tiempo me quedaba contemplando aquella entrada a la cantina Las Camelias. Ahora puedo sentir la certeza de que mis papás y mi hermana también hacían estos viajes solitarios. La familia entera se enfermó de nostalgia durante el largo, larguísimo aterrizaje a la Ciudad de Monterrey. Ya en la casa de octava avenida, mi papá al piano y yo de pie junto a él cantábamos: “Isla del Sol, tierra querida, jirón de Patria que me vio nacer, hoy te canto, con toda mi vida, Ciudad del Carmen, quiero volverte a ver …”.

El espacio es un sensación total.

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Cuando llegamos a Coimbra, hace dos años y medio, nos trajimos a Monterrey. Ocupa nuestra mente como un recipiente de discusiones, como un laboratorio de análisis, pero éste es apenas la forma más obvia, más fácil de explicar. Volví a sufrir la dolorosa pérdida del espacio. Quedé fuera de él.  Recitaba como mantra por las noches: Arteaga, Salazar, Treviño, Isaac Garza, Tapia… Me consolaba viajando en mi imaginación: ir en bici sobre M. M del Llano, dar vuelta a la izquierda en Zaragoza… atar mi bici al poste del Nuevo Brasil, saludar a Moani. O voy hacia casa de Pulido, cruzo en una tarde fresca, no, en una tarde de intenso calor, arden los muros, el paseo en bici me atempera, voy gozando lo que veo, sea lo que sea… o camino con Víctor por las estrechísimas banquetas de la calle Guerrero en donde el ruido de los camiones no nos deja escucharnos. Me detengo. En este momento me siento jaloneada por Monterrey, el espacio favorito de mi ensueño. Mis dedos no pueden capturar tanta información emocional. Llegaron todos mis amores a volcarse sobre mi en este momento. Mi Monterrey más entrañable, el del cuarto de mis papás, la mesa del comedor de mi hermana, luego mis emociones cartografían una ciudad que no existe pero que siento totalmente viva. Seis de la tarde, atasco en Morones Prieto,  miro al Cerro de la Silla y pienso en cómo lo vería si dejara de llamarse así.

Y finalmente, hoy, que ya puedo contar los meses que me quedan en Coimbra recorro sus recovecos con la conciencia de que alimento mi amor espacial. “Coimbra de Choupal, ainda es capital do amor em Portugal, ainda”… Y soñaré, se que lo haré, con el musgo que nace entre sus piedras, con los cambios de temperamento del río Mondego, con la vecina de balcón que cariña a sus flores, con el dolor de piernas al subir las quebra costas, o con el amor que me reservo para las señoras del mercado que me llaman filhia. Viajaré al mágico jardín Sereia, que nunca es el mismo ni se visita por segunda vez. Sospecho que la única forma de sentir saudade es soñando con Portugal.

El amor espacial es una de las emociones más fuertes y menos explicables que me constituyen como persona. Soy efecto y causa de ese amor. El espacio me produce y el espacio es una producción mía. No puedo dividirme de él. No puedo describir sino a mi espacio, aunque lo desconozca. La mayor parte de mi amor espacial es inconsciente, está oculto, ha quedado enterrado en las profundidades de una caverna. Es todo lo que tengo. Es todo lo que soy. Es todo lo que haré.

La diferencia entre espacio y lugar, ahora lo comprendo, es que podemos hacer mapas de los lugares pero lo espacios no permiten ser dominados. Apenas podemos cartografiar nuestros diarios exploratorios, pero nada más. El espacio se aleja, nuestras redes emocionales sólo alcanzan a hacer conciente lo que ya no existe.