La ciudad invisible

CÉSAR REQUESÉNS

Condición para el viaje

HAY cosas que ni siquiera la presencia omnipresente de Facebook, Whatsapp y otras app inútiles del móvil han cambiado en nuestras vidas. Me refiero a esa vieja sensación de urgencia que nos posee en estas fechas, esta gustosa inseguridad esperanzada previa a partir que se apodera del ambiente cuando ya se ve en lontananza que llegan festivales, que en nada retransmiten las cogidas de San Fermín y que la Sierra ya no está ni una pizca blanca.

Verano. Libertad. Viaje. Todo se ha mudado a nuestro alrededor: las piscinas abren, los colegios cierran, los escotes se profundizan, las bermudas nos tornan ridículos ligones en las barras. Hay que emprender la huida, y será en breve.

Porque si el final de junio fue un continuo de cierre de actividades, con notas de IRPF y suspensos que se liquidarán con la extra, el comienzo de julio nos trae unas ansias de libertad que transforman la casa en un revuelo de trasteros en busca de maletas, bolsas de viaje, de aseo, de plástico para los zapatos que si no van a ensuciar las camisetas, los pantalones, los calzoncillos, las pocas camisas; se nos transforma la vista en un mirar inquieto de precios de bus, de trenes, de distancias en kilómetros o en horas de trayecto; nos vuelve el calor, en definitiva, unos homo-recolector de folletos de agencia, de comparativas de precios de hoteles, de hostales y hasta de en un rescatar amistades que de pronto recordamos que viven (siempre vivieron) en tal o cual ciudad que está de paso y nos conviene.

El ánimo adormilado de rutinas y seguridades da paso a ese Indiana Jones que desea la aventura de conocer otras realidades. Vamos a ser extraños en lugares donde serán otros los mirados. Bien conocemos esa sensación de ser nativos fotografiados en esta Granada que a base de 'turistizarse' se está volviendo carne de despedida vocinglera.

En estos tiempos de vacaciones del yo social habrá hasta quien opte, los menos, por hacer silencio y buscarse lejos del ruido. Tal vez serán los que más encuentren aunque no se traigan el móvil y el Whatsapp y Facebook saturado de imágenes. Puede que hasta descubran algo. Porque la colección de hechos que es todo viaje no será nada si no cesamos en el afán de acumular y nos entregamos, libres de todo, a la fértil vocación de ser por ser, incluso de viaje.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios