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La boda cancelada que se convirtió en un banquete para indigentes

Una pareja de Indianápolis rompe su compromiso y, al no poder recuperar los más de 26.000 euros pagados, invita a 170 sin hogar a una cena por todo lo alto

Trishell Crawford y su hija Jacqueline, dos de las invitadas al banquete caritativo.Vídeo: KELLY WILKINSON (AP)

¿Qué harías si tu boda se cancela días antes de la fecha, has pagado ya el banquete y no hay posibilidad de recuperar el dinero? A Sarah Cummins, de Indiana (EE UU), le pareció una barbaridad tirar los 30.000 dólares (más de 26.000 euros) que ella y su exnovio habían pagado, así que decidió convertir el que iban a ser su banquete de bodas con 170 invitados en una cena por todo lo alto para personas sin hogar.

Ha ocurrido hace unos días en Carmel, un suburbio al norte de Indianápolis, capital del Estado estadounidense de Indiana, cuenta el periódico The Indianapolis Star. Cummins explica al rotativo local que ella y su prometido cancelaron la boda, que llevaban dos años preparando, pero no ha revelado los motivos. El problema es que el lujoso centro de eventos que habían reservado, Ritz Charles, exige pago por adelantado y no reembolsa el dinero en caso de cancelación.

Sarah Cummins abraza a una de sus invitadas, Janice Williamson-Cox, a su llegada al centro de recepciones Ritz Charles.
Sarah Cummins abraza a una de sus invitadas, Janice Williamson-Cox, a su llegada al centro de recepciones Ritz Charles.Kelly Wilkinson (AP)

"Fue realmente devastador, llamé a todo el mundo para cancelarlo, me disculpé, lloré, llamé a los proveedores, lloré un poco más y luego empecé a sentirme muy enferma de tirar toda la comida que había encargado para la recepción", recuerda.

De acuerdo con Cummins, de 25 años y estudiante de Farmacia en la Universidad Purdue, fue ella quien decidió dar un sentido altruista al evento en lugar de malgastarlo, y la que se puso en contacto los albergues de la zona como Wheeler Mission Ministries, una organización de servicios sociales aconfesional. A su exnovio, Logan Araujo, le pareció bien cuando se lo propuso.

A la organización se sumaron varios negocios y particulares, que donaron trajes y accesorios para vestir a los invitados, algunos de ellos niños. También acudieron a la cita a apoyar a la novia tres de las que iban a ser sus siete damas de honor, su madre y sus tías.

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Sarah Cummins charla con miembros de la Wheeler Mission, la organización caritativa con la que ha organizado el banquete.
Sarah Cummins charla con miembros de la Wheeler Mission, la organización caritativa con la que ha organizado el banquete.Kelly Wilkinson (AP)

"Para mí, ha sido la oportunidad de permitir que estas personas supieran que merecían estar en un lugar como éste como la demás gente", subraya Cummins. Los invitados, que llegaron en autobús, fueron recibidos con un caluroso abrazo por la propia Cummins, vestida con camisa negra, pantalón beige y una sencilla coleta, y degustaron, entre otros manjares, salmón, albóndigas con salsa de burbon, brochetas, pechuga de pollo con alcachofas en salsa de Chardonnay y, por supuesto, la tarta de bodas. 

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"Muchos de ellos no han tenido la oportunidad de vivir algo parecido en años o incluso en toda su vida", ha comentado Bryan Schrank, una de las personas que ha ayudado a la novia a organizarlo. Uno de los invitados, Charlie Allen, que lleva tres meses viviendo en un albergue, fue al acto con una chaqueta donada: "Para muchos de nosotros, es un buen momento que nos muestra lo que podemos tener o para recordarnos lo que tuvimos". 

El exprometido, que no acudió al evento y que recientemente ha perdido a su madre, ha declarado al Indy Star: "Estoy muy feliz a pesar de mi pena y también lo está Sarah porque ha sido capaz de tomar una decisión desinteresada y muy reflexiva en un momento tan difícil". Araujo había sufragado la mayor parte de la boda, mientras que Cummins y sus padres, así como un amigo de la familia del novio, cubrieron el resto. Desde el Ritz Charles, la organizadora de bodas explica que obviamente, esta no es la primera vez que una boda es cancelada con poca antelación y que algunas parejas deciden hacer una fiesta y otras no quieren saber nada del asunto, pero hasta ahora nadie lo había convertido en un acto caritativo. 

Ahora, Cummins se marcha con su madre a lo que iba a ser su luna de miel en la República Dominicana. Ya ha solucionado la peor parte de la situación, pero, de momento, no sabe qué hacer con su vestido de bodas. "Es demasiado doloroso pensarlo", ha concluido. 

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