Paloma Pedrero

Nos caemos

Una exnovia del copiloto que estrelló el avión en los Alpes dice que algunas noches se despertaba gritando: “Nos caemos”, esa debía ser su peor pesadilla. Nada extraño para alguien que se dedica a volar. Nada extraño tampoco para quien se estaba cayendo personalmente y disimulaba ante los demás haciendo que iba por lo más alto. Hay tanta gente así a nuestro alrededor. Vivimos en un mundo lleno de sufrimiento y enfermedades mentales no tratadas. Porque, entre otras cosas, siguen estando muy mal vistas. Tampoco la sanidad pública contempla a fondo terapias psicológicas. Y todo lleva a los enfermos mentales al aislamiento y la simulación. Nos caemos sin tener donde agarrarnos. Y, aunque no se habla de ello, el índice de suicidios por estos lares, es aterrador. La inmensa mayoría de los que se quitan la vida por una depresión lo hacen sin llevarse a nadie por delante, casi siempre sin avisar. Vuelan y caen solos. Algunos por ventanas de pisos altos. El copiloto alemán desmoronado tenía en sus manos la desgraciada posibilidad de llevarse a muchos en la caída, y lo hizo. ¿Cómo nadie cercano se dio cuenta de que este hombre estaba desquiciado? ¿Cómo nadie pudo agarrarlo en tierra? A veces me parece que estos mundos dominados por materialismos, tecnologías y prisas, nos hacen incapaces de mirar al otro, de sentir al otro. Y cuando lo hacemos, cuando notamos que algo va mal en alguien, no tenemos fuerzas suficientes para sostenerlo. Es como si tuviéramos miedo a que en ese esfuerzo descomunal perdiéramos el delicado equilibrio que poseemos. Demasiado poco pasa entre tanto ser humano cayéndose solo.

Paloma Pedrero