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Un museo de Londres quiere “devolver el nombre” a los migrantes

'Wanderers', de Nikolaj Bendix Skyum Larsen, es una obra escultórica compuesta por más de 300 figuras humanas hechas a mano que caminan en la misma dirección.

Javier Domínguez Reguero

Londres —

Un grupo de más de 300 figurines se posiciona en una misma dirección. Inerte, parece que avanza a ninguna parte. Una masa uniforme y sombría compuesta sin embargo por distintos modelos, todos diferentes entre sí. Estos vagamundos son parte de una instalación escultórica que domina la entrada del Museo de la Migraciones de Londres. “Representa la humanidad que hay detrás de los titulares de prensa”, explica la directora Sophie Henderson.

Errantes es la pieza central de la exhibición 'Llámame por mi nombre. Historias de Calais y más allá', que monopoliza dos de las salas del pequeño espacio destinado al proyecto. Desde el pasado mes de abril el que fuera un edificio utilizado por la brigada de bomberos de Londres en el barrio de Lambeth acoge el primer Museo de las Migraciones en el Reino Unido. La idea surgió en 2003 y desde entonces se mantuvo de manera itinerante por la ciudad.

El objetivo principal del museo es generar un diálogo en un ambiente cultural y artístico que abandone la visión simplista de las migraciones. La apuesta es compartir historias de idas y venidas en el Reino Unido para que los visitantes conecten a nivel humano dejando de lado la presión mediática. La empatía es esencial al hablar de la identidad, la inclusión o la pertenencia, temas complejos y que la política ha estereotipado según Henderson, quien dejó su carrera como abogada especializada en inmigración, asilo y Derechos Humanos para liderar el proyecto.

“No perseguimos dar respuestas porque son muy complicadas así que lo mejor que podemos hacer es debatir sobre asuntos contemporáneos y relevantes, como la crisis actual, y ofrecer un lugar para que la gente piense”.

Henderson reconoce que la migración es un tema candente en la sociedad británica y que el museo tiene que dar cabida a todo tipo de perspectivas. “Se tiene que tener en cuenta que hay gente que preocupada por la llegada de inmigrantes. Existen periodos en los que los servicios sociales están congestionados y es un problema real que no podemos ignorar. Hay que admitir esa realidad y hacer que esas personas se unan a la conversación”.

Puentes entre “nosotros” y “ellos”

Exhibiciones como Alemanes en Gran Bretaña y Recuerdos junto con los programas educativos y conferencias impulsadas por la organización intentan derribar la visión del inmigrante como una amenaza a la identidad nacional. El museo invita construir puentes entre “nosotros” y ellos“.

“(Esa actitud) es una respuesta humana pero que homogeniza ya que los números son tan vastos que la gente no puede asimilarlos. Quizás la manera más fácil sea despersonalizar el asunto”, comenta Henderson quien además apunta a la historia migratoria británica: “Realmente debería ser nosotros y nosotros ya que el Reino Unido se ha forjado a base de migrantes y un ejemplo son los hugonotes que eran los refugiados en el siglo XVII. Nuestra intención es mostrar que esta historia viene mucho antes de la Segunda Guerra Mundial y que aquí se ha venido incluso antes de los romanos”.

En otra de las salas se exhibe 100 Imágenes Migrantes,  una competición que recibió más de 700 fotografías para cubrir escenas cotidianas sobre la migración. El museo no es sólo una recolección de historias de aquello que saltaron el muro de los “malos inmigrantes” a ocupar un lugar respetable en el imaginario social.

“Hay que difundir que es común que la gente migre”

“No sólo se celebra el éxito de Moh Farah, que gana medallas olímpicas, o el trabajo de los caribeños que crearon el servicio nacional de salud, trabajaron en la construcción del metro y en definitiva hicieron funcionar las instituciones. Estos hechos forman parte de la historia pero la mayoría de la gente que viene aquí tiene una vida ordinaria, va al colegio, encuentra trabajo, se casa… Queremos hacer llegar que es algo común que la gente migre”, explica la directora.

En tiempos de Brexit y la crisis de los refugiados Henderson reconoce que el museo es un lugar necesario y relevante ya que los ciudadanos quieren conversar sobre estos temas. Las exposiciones dan cuenta de la herencia migratoria del Reino Unido por lo que hace más difícil definir lo “británico”. “Los movimientos migratorios son algo normal. Si echamos la vista atrás a nuestros árboles genealógicos antes o temprano encontraremos un caso de migración y eso es lo que nos une”, dice Henderson.

A pesar de que el museo tiene garantizada la estancia en el espacio comunitario The Workshop (http://www.theworkshoplondon.com) hasta la primavera del año que viene, la organización sigue buscando un lugar en el que asentarse de forma permanente. La misión es poder otorgar un contexto amplio a temas actuales y compilar distintos puntos de vista que enriquezcan que el debate.

“No sólo recogemos las historias de las personas que vienen a este país sino de las que sale. Es importante entender que funciona en los dos sentidos ya que antes de mediados de los años 80 éramos un país principalmente emigrante. La gente olvida eso y en definitiva cada emigrante es un inmigrante a la vez. Es la misma gente, el mismo concepto”.

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