Gurús de la educación: César Bona

Cada niño tiene sus inquietudes: hay qué descubrir qué le gusta a cada uno

    César Bona se fía más del factor humano y de la empatía que del libro de texto y los planes de estudio. Tras pasar por varios centros, ha revolucionado el colegio Puerta Sancho de Zaragoza, donde llegó el pasado mes de septiembre. Es el único español que fue seleccionado entre los 50 finalistas al Global  Teacher  Prize, que finalmente obtuvo la estadounidense Nancie Atwell. Su clave es conocer los gustos y necesidades de cada niño, y adaptarse a ellos. En sus clases, cada alumno tiene un cargo –está la Apuntacitas, la jefa de Reciclaje, la Curiosa, el Defensor de la Lectura...–, todos intervienen, se divierten y hacen un pequeño brainstorming antes de empezar cada tema. Asegura que su único truco es hacer con los niños las mismas cosas que a él le gustaban de pequeño.

     Los alumnos de César Bona casi no tocan los libros de texto y apenas tienen deberes. ¿Su método? Hacer que cada alumno se sienta importante.

    Foto: Archivo TELVA.

    Los alumnos de César Bona casi no tocan los libros de texto y apenas tienen deberes. ¿Su método? Hacer que cada alumno se sienta importante.

    ¿Cuál es su método?

    Conectar con los niños. Me gusta imaginarme un tubo que conecta el adulto que somos con el niño que fuimos. Muchos tenemos ese tubo obstruído, y hay que desatascarlo  para llegar hasta los niños. Para ello es fundamental eliminar unas cuantas reglas. Más  que un método, creo que es una visión de la vida. Si trabajas con niños, tienes que  saber convertirte en niño.

    ¿Cómo aprendió a dar clases?

    Si a ti no te gusta tu trabajo puedes cambiarlo por otro, pero un niño no tiene esa opción. Se les obliga a estar 10 años en un colegio sin explicarles por qué. Muchas de  las cosas que aplico en mis clases las he aprendido de mi propia vida. Mi misión como maestro es proporcionar a los niños las herramientas para que sean felices. Enfoco la educación de una manera global, por eso hablar de asignaturas es encorsetar.

    ¿Qué impedimentos ha encontrado a la hora de aplicar sus ideas?

    Es muy importante que los padres  demuestren su confianza en los profesores. Por ejemplo, con los alumnos de Muel  creamos una protectora de animales virtual. Mis alumnos consiguieron que Jane  Goodall (la conocida primatóloga) amadrinase la organización y han dado charlas en  varios países. Las materias pueden enseñarse de muchas maneras.

    ¿Qué ha aprendido de sus alumnos?

    Que a todos nos gusta que nos escuchen. Una vez, al salir de clase, un alumno que había suspendido el curso y pasaba de todo fue hacia mi moto y le soltó un escupitajo. Tiempo después le pregunté: "¿A ti que te gusta hacer?". Me dijo que escribir. Le  propuse que transformase en cuentos los temas de  Ciencias para enseñárselos a sus compañeros. Cada niño tiene sus inquietudes. Hay qué descubrir qué le gusta a cada uno.

    ¿Es usted partidario de los deberes?

    Es importante crear un hábito de trabajo en los niños, pero es inadmisible  que lleguen del colegio cargados de deberes, cenen  y se acuesten. ¿Dónde está el espacio para la curiosidad?

    Un niño con un iPad, ¿aprende mejor?

    La tecnología sirve si es práctica. Nosotros grabamos una película de cine mudo con los alumnos como protagonistas en Bureta, un pueblo de 258 habitantes que se implicó de lleno. Lo único que hago es intentar conocer a mis alumnos. Un niño está  compuesto de ilusión, creatividad... ¡No puedes pedirles que dejen esto en la puerta del colegio y se conviertan en máquinas de transformar datos!

    ¿Qué le gustaría que enseñasen en la escuela?

    A hablar en público. Yo era muy tímido y no me atrevía a participar en clase. Me parece increíble que en los planes de enseñanza no se estimule la comunicación y la  expresión oral.

    Lo más visto en TELVA