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Sábado, 4 de abril de 2015

UNIVERSIDAD › ENTRE 1976 Y 2008 SE REDUJO LA SUPERFICIE DE BOSQUE DE CUñA BOSCOSA SANTAFESINA.

Casi 400 mil hectáreas menos de bosque

Un estudio de la UNR mostró el alto porcentaje de superficie de bosques que se pierde con la deforestación anualmente. Consecuencias de una práctica que se intensificó con el paso de los años. Desde las compañías forestales al daño actual.

 Por Silvana Di Stefano*

Estudios realizados desde la Universidad Nacional de Rosario (UNR) demostraron que desde 1976 al 2008 la superficie de bosque de Cuña Boscosa santafesina se redujo de 790.529 a 404.672 hectáreas, alcanzando entre 2005 y 2008 una tasa de deforestación anual de 19.574 hectáreas; es decir, una superficie mayor a la ciudad de Rosario, de 17.800 hectáreas, por año. La zona abarca la porción más austral del Chaco Oriental, desde Gobernador Crespo hacia el norte ocupa porciones de los departamentos San Javier, San Justo, San Cristóbal, Vera y General Obligado. "El uso del bosque santafesino tiene inicios hacia finales del 1800 y la intensificación del uso ocurre posteriormente en la primer parte del siglo XX. Uno de los emprendimientos de mayor impacto fue sin duda el establecimiento de las compañías forestales que explotaban el quebracho colorado para la producción de taninos", detallaron José Vesprini, Claudia Alzugaray e Ignacio Barberis, investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias.

No obstante, los especialistas de la UNR precisaron que "a pesar que la historia señala a estas intervenciones como las de mayor impacto en la pérdida de masa boscosa, eventos más recientes, y que siguen funcionando, indican que tal vez la historia de uso y destrucción de nuestros bosques no se encuentre ubicada en un pasado muy remoto".

Para los investigadores, la deforestación no consiste solamente en eliminar árboles, sino que se eliminan todos los organismos que crecen dentro del bosque y así muchas de las interacciones que existen entre ellos. "Los bosques son ecosistemas complejos donde gran parte del alto número de los seres vivos que en ellos habitan interactúan. La eliminación de cualquiera de ellos afecta el modo en el que circula la materia o fluye la energía dentro de los ecosistemas", precisaron.

"Estamos acostumbrados a observar paisajes agrícolas que se ubican inicialmente en la parte sur de nuestra provincia y forman parte de la llamada llanura pampeana, que es muy productiva. El paisaje original de pastizales permitió la rápida y fácil transformación en los paisajes actuales: cultivos agrícolas con muy pocas especies vegetales (soja, trigo y maíz) y la eliminación de casi todos los animales en los que la actividad humana está basada en un gran aporte de energía contenida en combustibles, químicos y maquinarias", agregaron.

También se encuentran en la provincia de Santa Fe los ecosistemas de bosque que son muy distintos a los ecosistemas agrícolas y albergan una gran diversidad de especies vegetales, animales, hongos, bacterias y otros organismos pequeños: "La única fuente de energía a partir de la cual funcionan es el sol. No son ecosistemas subsidiados con energía externa, por lo cual si bien no tienen una alta productividad por unidad de superficie son altamente eficientes en el uso de la energía. Las poblaciones humanas asociadas a estos ecosistemas son muy reducidas en tamaño, no conforman grandes ciudades, no exportan grandes cantidades de materia ni son grandes productores de basura".

Los investigadores acentuaron lo negativo que tiene la pérdida de superficie boscosa ya que "implica que la dinámica de la materia y energía se verá muy afectada. Transformar bosques en pastizales o cultivos significa que no toda el agua que podría retener el bosque puede ser retenida en ecosistemas de pastizal o cultivos". Una de las consecuencias visibles, remarcó Vesprini y su equipo, es que "el agua no retenida escurre cuenca abajo encontrando en muchos casos a las ciudades donde la población humana se halla muy concentrada".

Sin embargo, las consecuencias desfavorables pueden llegar a ser peores. A modo de ejemplo, indicaron que "gran parte del carbono presente en un bosque se encuentra inmovilizado como materia viva o muerta y poca cantidad forma mineral. Los bosques capturan dióxido de carbono, la eliminación de bosque significa alterar el modo en el que cicla el carbono; es decir, se vuelve más disponible en la forma más oxidada que es el dióxido de carbono. Los cultivos y pastizales también retienen una cantidad de carbono y agua. Pero debido principalmente a su escasa biomasa, es decir materia orgánica acumulada, y la vida más corta de sus organismos, la materia cicla de un modo más veloz".

Los investigadores analizaron la actualidad de la situación y subrayaron: "El modelo y sistema económico actual exige crecimiento y desarrollo y pareciera que esta concepción del mundo moderno se ha establecido en nuestro pensamiento y no podemos imaginar alternativas". Asimismo, reflexionaron: "Una de las estrategias tecnológicas modernas para el mantenimiento del incremento de la productividad sigue siendo la misma que llevó al hombre Europeo a `descubrir` América: la expansión de la frontera productiva. Esta lógica implica imponer al paisaje chaqueño la forma y dinámica del paisaje pampeano, proceso que llamamos pampeanización".

"Los estados imponemos en los ecosistemas las actividades necesarias para mantener vigente nuestro modelo económico. Los ecosistemas responden frecuentemente con una plasticidad que resulta sorprendente. Pero hay situaciones en la historia donde los ecosistemas no pueden responder a las modificaciones impuestas del modo en que lo deseamos. Es que algunas de las `leyes que rigen la naturaleza` son inexorables", concluyeron los especialistas de la UNR.

*Integrante de la Dirección de Comunicación de la Ciencia-UNR

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Los investigadores José Vesprini, Claudia Alzugaray e Ignacio Barberis, realizaron el estudio.
 
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