jueves. 25.04.2024

Javier A. Salvador, @jsalvadortp

El presidente de la Diputación Provincial que es capaz de boicotear a los medios de comunicación que no le ríen la gracia o que contrata las obras públicas con sólo un pequeño grupo de constructoras, por casualidad, se siente perseguido.


El alcalde de Roquetas de Mar que permitió un centro comercial construido sobre un terreno que precisamente era de su familia, el mismo que le compra palmeras con GPS al marido de su hija o que adquiere los coches del ayuntamiento en su propia empresa, Gabriel Amat, se siente perseguido.


Lo dice su presidente regional y si lo hace es porque su hombre en Almería le ha dicho que todo eso que dicen de él es mentira, que será cosa de la envidia, de la inquina o el rencor. Vamos, sentimientos que despierta normalmente la gente que no le hace mal a nadie.
Pero esta vez no cuela.


Los juzgados, por primera vez en muchos años parecen dar indicios de que han trazado una línea sobre la que no están dispuestos a que nadie pase. Y da la impresión de que esta vez no hay visita de ministro que pueda prestarle su apoyo porque, sencillamente, no gobernarán los suyos. Quizás por eso ahora se sienta más perseguido que nunca o igual lo confunde con sentirse inseguro, sin capacidad de maniobra.


El presidente del Partido Popular de Almería, una provincia con 71.371 parados en el mes de abril, no puede sentirse perseguido después de haber amasado una auténtica fortuna por medio de una red de sociedades que han florecido desde que pasó de concejal de urbanismo a alcalde de la localidad de Roquetas de Mar. Puede que sea una casualidad porque toda su carrera como empresario ha transcurrido en paralelo a su dedicación a la política, pero el inocente no tiene que tener miedo a que le investiguen si nada tiene que ocultar. De hecho, suena mal que además de su defensa, pida el archivo de la causa el propio Ayuntamiento de Roquetas de Mar, pues parece una utilización de recursos públicos que la mayoría absoluta de ese consistorio no deberían permitir, y recordemos que está formada por PSOE, IU, Tu Decides Roquetas y Ciudadanos, que es el único grupo que vota a favor de los planes de Amat hasta ahora. Vamos, que menos postureo en Venezuela y más ajetreo en Roquetas de Mar, por lo menos mientras que en España tres de cada diez habitantes sean pobres.


El 12,5% de las personas que trabajan están en riesgo de pobreza pese a acudir todos los días a un puesto de trabajo. Vivimos una situación caótica. Los datos nos muestran una imagen que sólo recuerdo haber percibido en alguna película en blanco y negro en las que  Paco Martínez Soria mostraba una España en la que unos lo tenían todo y otros parecía que coleccionaban remiendos. Casas en las que se pasaba hambre, como hoy aquí. Pero frente a esa realidad en Almería tenemos un nuevo rico que nace al albor de la política.
Hablamos de un tipo al que se vincula con más de 100 empresas a las que podría haber beneficiado de manera ilícita, según investigan los juzgados tras las pesquisas de la Sección de Delincuencia Económica y Blanqueo de Capitales de la UDYCO Costa del Sol. Pero es él quien se siente perseguido.


Gabriel Amat ha estado tan seguro de que nadie le va a tocar que es capaz de firmar contratos de obras en la Diputación Provincial de Almería cuando ya llevaban meses realizadas ¿Ilegal? Ha sido denunciado, las pruebas aportadas y aún nadie sabe por qué se firmaban hasta acta de no inicio cuando las rotondas ya estaban hechas, como en Olula del Río ¿Y se siente perseguido?


El único que persigue a Gabriel Amat es Javier Aureliano García, su número dos en el PP de Almería y en la Diputación Provincial, tan pegado a él que el día que caiga uno el otro irá detrás porque una persona medianamente lista no puede estar tan cerca, tanto tiempo, y no ver nada. Y en política se necesita a los listos, porque representan a todos, hasta cuando no les voten.

Gabriel Amat se siente perseguido
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