Para muchos, Rebecca de Mornay (USA, 1959) siempre será la prostituta que acababa montando un negocio en casa de Tom Cruise en 'Risky Business' (Paul Brickman, 1983). No tendría nada de malo si no fuese porque aquella película fue practicamente su debut en Hollywood (previamente había tenido un pequeño papel en 'Corazonada', de Francis Ford Coppola, en cuyos estudios se formó como intérprete), porque el film tiene más de 30 años, y porque las comparaciones son odiosas: Tom Cruise también se dio a conocer al gran público con aquel título, pero las carreras de ambos no han sido, ni mucho menos, equivalentes.

No es lugar este para recorrer paso a paso la larga trayectoria de una actriz cuyo currículum podría resumirse en dos títulos: 'Risky Business' y 'La mano que mece la cuna' (Curtis Hanson, 1991). No es que no hubiese más películas apreciables, pero el aura del thriller en el que interpretó a una niñera con ganas, si no de dominar el mundo, si al menos de robarle la vida a Annabella Sciorra, fue tremendamente alargada para una De Mornay que a partir de entonces deambularía de thriller de baja estofa en thriller de baja estofa, casi siempre interpretando a la mala malísima pero sexualmente atractiva de la función. Desde aquel polvo mítico con Tom Cruise en 'Risky Business', nadie se atrevió a discutir su categoría de mito erótico (no en vano, Roger Vadim la eligió en 1988 para ser la Brigitte Bardot del remake de 'Y Dios creó la mujer'), pero ese valor no fue suficiente para construir una carrera solvente ni siquiera en sus años de esplendor.

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La carrera de De Mornay desde los 90 hacía adelante es una acumulación de malas decisiones, películas fallidas y telefilms en los que la actriz no siempre fue culpable del batacazo. Por ejemplo, pocos podían pensar que 'El abogado del Diablo' (1993), acabaría siendo una de las peores peliculas de Sidney Lumet, por mucho que la presencia como coprotagonista de Don Johnson pudiese darnos alguna pista al respecto. Que la producción de 'Los tres mosqueteros' (Stephen Herek, 1993) fuese un baile de nombres y que los productores acabaran dándole un papel que en principio debía ser para Winona Ryder quizás también indicaba que el film (que fue vapuleado por la crítica) no se sostenía sobre cimientos sólidos. Lo de 'Nunca hables con extraños' (Peter Hall, 1995), con Antonio Banderas como partenaire, ya era un despropósito desde el mismo guión, pero De Mornay se aseguró un puesto en la producción, por lo que en este caso parte de la responsabilidad sí que podemos atribuirle. Lo mismo que con 'El ganador', un film cuyo final cut fue tan controvertido que su director, Alex Cox, pidió que se borrara su nombre de los créditos.

De protagonizar el remake para televisión de 'El Resplandor' (1997) a montarse en el vehículo promocional de Hilary Duff como actriz ('Escucha mi voz', 2004) hay sólo un paso. La estrella de De Mornay fue apagándose a medida que Hollywood la iba viendo demasiado mayor para los carteles de sus películas, aunque siendo justos, ser una bomba para la taquilla tampoco ayudó a que las productores le tuviesen mucha estima. En los últimos años la hemos visto en películas de terror poco memorables ('Mother's Day', 'Apartamento 1303: La Maldición'...), o en series como 'Jessica Jones' o 'Lucifer', siempre en personajes episódicos. A día de hoy, parece que ni Tarantino podría hacer remontar su carrera, pero... ¿quién sabe?