Margarita Salas, profesora Ad Honorem del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, reconoce que la escasa inversión para investigación científica en España provoca una injusticia para los jóvenes investigadores y se debería hacer «un pacto de Estado para la ciencia». «En época de elecciones todo el mundo estaba de acuerdo en que había que hacer un pacto por la ciencia; debemos insistir», añadió ayer en su visita a Zaragoza para participar en el ciclo Trayectorias. Conversaciones sobre la cultura en España. También criticó que no exista un Ministerio de Ciencia: «Está incluida en el Ministerio de Economía y Competitividad, y ahora Industria, aunque tendrá una Secretaría de Estado».

La científica afirmó que «hay buenos investigadores» y que «en España ha mejorado mucho la formación; cuando salen al extrajero se rifan a nuestros doctores». Pero ante la falta de financiación «hacemos milagros», dijo.

Las inversiones en investigación han disminuido «entre el 37 y el 40% y se echa en falta una continuidad», puntualizó Luis Oro, catedrático del departamento de Química Inorgánica de la Universidad de Zaragoza. Ambos abrieron ayer por la tarde en el Aula Magna del Paraninfo el ciclo de conversaciones. El acto fue inaugurado por José Antonio Mayoral, rector de la Universidad de Zaragoza que afirmó que «la ciencia debería formar parte de nuestra cultura».

También estuvo en la mesa presentando el acto José Carlos Mainer, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Zaragoza que describió la actividad como «expresión de la cultura en forma de diálogo» y dejó a Salas y Oro «para que hablen de lo que piensan que puede ser una política científica y de lo que es una vida entregada a la ciencia». Y es que Margarita Salas, a sus 78 años, cree que «no debería existir la jubilación» para los investigadores. «Antes me sentía discriminada por ser mujer y ahora por ser mayor. Lo importante no es tener arrugas en la cara; lo importante es no tener arrugas en el cerebro», añadió.

Salas hizo un recorrido por su trayectoria profesional y vital, y explicó cómo en sus inicios tuvo los «mejores maestros». Estuvo en Nueva York para trabajar como investigadora posdoctoral junto a Severo Ochoa y «aprender biología molecular para luego desarrollarla». A su vuelta a España, en el año 1967, «no había financiación para la investigación y sabíamos que iba a ser difícil, pero desarrollamos el fago Phi29».

Luis Oro reflexionó que ese es un ejemplo de cómo «la investigación científica puede ser rentable», pues el descubrimiento se patentó y supuso más del 50% de los ingresos del Centro Superior de Investigaciones Científicas: «Durante veinte años de explotación, supuso un ingreso de más de seis millones de euros», precisó Salas.

Margarita Salas fue «la primera mujer en muchas cosas», afirmó Oro. Es la científica española más reconocida con prestigiosos premios, doctora Honoris Causa en varias universidades españolas y presente en academias, desde la de Ciencias Exactas Española, europea de Ciencias, Artes y Ciencias de Estados Unidos, hasta la Real Academia de la Lengua Española. Margarita Salas reconoce que se debe realizar pedagogía entre los científificos para que sean capaces de hacer llegar la ciencia al público general: «Tenemos la obligación de divulgar la ciencia, de modo comprensible pero riguroso».