Marcado por la ley

Javi Fuego ha sufrido el concurso de acreedores en los cuatro clubes profesionales en los que ha jugado

Javi Fuego, durante un partido con el Recreativo frente al Sporting, entre Andreu y Kike Mateo.

Javi Fuego, durante un partido con el Recreativo frente al Sporting, entre Andreu y Kike Mateo. / archivo

Oviedo, Mario D. BRAÑA

Javi Fuego pasó como un tiro por las categorías inferiores del Sporting y debutó con el primer equipo, en Segunda División, con 18 años. En plena época de vacas flacas, con los dirigentes haciendo equilibrios para salvar al club, el poleso parecía un cheque al portador. Era un centrocampista con calidad, físico privilegiado y cabeza bien amueblada. Casi diez años después, Fuego es uno de los muchos jugadores marcados por el estallido de la burbuja futbolística. No reniega de su carrera, pero lamenta su récord negativo: en el Rayo está a punto de verse afectado por su cuarto proceso concursal.

Javier Fuego Martínez (Pola de Siero, 4 de enero de 1984) podría hacer un libro con las penurias que pasan algunos futbolistas profesionales. Ha estado en cuatro clubes y en los cuatro se ha visto afectado por la ley concursal: Sporting, Levante, Recreativo y Rayo Vallecano. En todos ha tenido problemas de cobro y ha sufrido especialmente por los apuros de algunos compañeros que no tenían el respaldo suficiente.

El fin de la inocencia para Javi Fuego llegó en 2005, cuando el Sporting pagó su delicada situación económica con la declaración de un concurso de acreedores. «Fue uno de los primeros casos, por lo que resultó un poco sorprendente, sobre todo al principio. Yo vivía en casa de mis padres y no tenía ningún problema. No era consciente de la gravedad, como lo puedo ser ahora», expone el centrocampista.

Lo que más le dolió de su primer proceso concursal fue la regulación de empleo, que mandó al paro tanto a empleados como a dos compañeros de la plantilla, Blin y Álvaro. «Fue una etapa bastante convulsa. Me acuerdo de que tuvimos muchas reuniones y viajes a Oviedo a llevar papeles al Juzgado de lo mercantil. Siempre nos preguntábamos con qué noticia nos íbamos a encontrar al día siguiente».

Los momentos más delicados en lo deportivo llegaron en la campaña 2005-06: «Los administradores concursales pusieron un tope salarial. Eloy nos comentaba que se las veía y deseaba para fichar. Aun así hicimos una campaña muy digna con Ciriaco, que sacó a muchos chavales de la cantera que años después darían un buen rendimiento».

La precariedad se notaba también en otros aspectos del día a día del club, como el estado de los campos de entrenamiento o el cierre de la residencia de Mareo para los jugadores de fuera. Al final de la temporada 2006-07, cuando el Sporting empezaba a levantar cabeza, al menos en el campo, Javi Fuego dio por cerrada su etapa. Una salida dolorosa, que no quiere comentar públicamente.

Ya que tenía que abandonar el club de su vida, la prioridad para Javi Fuego era jugar en Primera. Eligió el Levante, que en aquel momento tenía fama de buen pagador. «Me vendieron un proyecto muy ambicioso, pero a los tres o cuatro meses dejamos de cobrar». El dueño del club, Pedro Villarroel, pegó la espantada y el equipo se hundió en la clasificación, mientras los jugadores se buscaban la vida.

«A Ettien le embargaron la casa y varios compañeros tuvieron que pedir dinero a sus padres», explica el futbolista asturiano, que supo lo que era apretarse el cinturón: «No pasé necesidades, pero sí tuve que vivir con lo mínimo porque estaba pagando el piso de la Pola y el alquiler del de Valencia, que es una ciudad cara».

Aquello también tuvo su parte positiva: «Los jugadores hicimos una piña, conservo muchos amigos de aquel año». Del conflicto incluso surgió un líder sindical, ya que el capitán del Levante, Luis Rubiales, es el actual presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE): «Estaba estudiando Derecho y fue el que más se movió, confiábamos en él. Llegamos a amenazar dos veces con una huelga y gracias a aquello se firmó el convenio entre la Liga y la AFE».

El expediente de regulación de empleo se llevó por delante a buena parte de la plantilla y Javi Fuego volvió a hacer las maletas con la vana intención de encontrar una estabilidad: «Mi prioridad era jugar en Primera y me decidí por el Recreativo. Además, según algún informe que leí entonces, era uno de los clubes más saneados. Los problemas llegaron con el descenso».

Con el equipo en Segunda, los jugadores del Recre empezaron a recibir pagarés que nunca pudieron hacer efectivos y pronto apareció una figura familiar para Javi Fuego: el concurso de acreedores, tercero hasta entonces. Al menos, a final de temporada no tuvo ningún problema para rescindir el contrato y volver a intentarlo: «Tuve la opción del Aris griego, pero por cuestiones familiares me decidí por el Rayo».

Pese a las buenas perspectivas, no tardó en sufrir otro desengaño: «Por muchos compañeros tenía referencias de que el Rayo siempre pagaba muy bien. Pero ya en verano nos dijeron que empezaríamos a cobrar en septiembre. Nos pareció normal porque en aquel momento éramos muchos jugadores y había que reducir la plantilla».

En vez de mensualidades, el Rayo paga por semanas: «Cobramos bien las dos primeras y después tuvimos una reunión con uno de los hijos de Ruiz-Mateos, que nos propuso una reducción de entre el 50 y el 80 por ciento, según las fichas. Aceptamos porque pensamos que en enero se iba a solucionar, pero las cosas siguieron igual o peor».

En febrero se conoció públicamente la delicada situación de Nueva Rumasa y, para desesperación de Javi Fuego, el Rayo entró en preconcurso: «Debo de tener el récord en el mundo del fútbol», ironiza. «Lo que más me fastidió fue que ocurriera con el equipo líder y la plantilla muy unida, con ganas de hacer una buena temporada».

«Estas cosas afectan», reconoce el poleso, sin querer entrar en el cruce de declaraciones con la presidenta, Teresa Rivera, que tras algún tropiezo puso en duda la profesionalidad de la plantilla. «Tengo una espina clavada, me apetece mucho vivir un ascenso y jugar en Primera», aclara el jugador, que pese a todo se considera un privilegiado en comparación con compañeros: «Algunos lo están pasando mal, pero cuando nos ofrecieron un dinero lo rechazamos para que cobren antes los empleados, los chavales del filial y el equipo femenino».

Pese a este panorama, tan familiar para él, Javi Fuego no descarta seguir en el Rayo: «Tengo un año más de contrato, y otro más si subimos. Mi prioridad ahora es deportiva porque la Primera División es un escaparate para todos y un respiro económico. La solución puede ser la venta del club».

Por experiencia, califica la aplicación de la ley concursal en los clubes de fútbol como «una trampa. No es normal que los clubes que se acogen a ella no tengan una sanción deportiva. Hace poco Rubiales dijo que había 17 en concurso de acreedores en Europa, y 16 de ellos son españoles».

Javi Fuego no cree que los jugadores sean los culpables: «El problema es que la riqueza que genera el fútbol está mal repartida. Hay ingresos por derechos de televisión, quinielas, publicidad, y a los futbolistas nos toca una porción pequeña de esa tarta. Estamos en una situación bastante peor que hace años».

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