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      Buenos Aires, la ciudad que ama el jazz

      En 2017 los porteños disfrutaron con la escena local. Hubo interesantes visitas internacionales.

      Buenos Aires, la ciudad que ama el jazzRavi Coltrane. Un ilustre estadounidense que pasó por Buenos Aires.
      30/12/2017 15:51

      La escena del jazz mostró una notable vitalidad a lo largo del año; a las interesantes visitas internacionales se le sumó un evidente crecimiento del nivel artístico de los músicos locales, aspectos que dejaron un saldo largamente positivo en el balance anual.

      Por un lado, propuestas originales que representan un factor determinante en la construcción de una identidad musical; por el otro, proyectos que rescatan -algunos de un inmerecido olvido- obras, artistas o momentos que son parte de la historia del género.

      El público porteño disfrutó con las visitas internacionales de un largo y variado espinel estilístico. Diferentes propuestas trajeron a la ciudad artistas que tienen voz propia. Músicos de primera línea como los saxofonistas Ravi Coltrane, que hizo un concierto excelente con música de un vanguardismo sin poses; Joe Lovano, siempre inspirado; Kenny Garrett, que divierte tocando con enorme nivel; el latinismo de Miguel Zenón; la contundente musicalidad de George Garzone, la exploración de Tony Malaby o la expresiva tradición de Vincent Herring.

      Joe Lovano, siempre inspirado.Joe Lovano, siempre inspirado.

      Algo similar ocurrió con los pianistas que con diferentes proyectos expusieron una rica variedad de enfoques como Barry Harris, el último de los pianistas bop, que hizo unas memorables master class en el CCK; Marc Copland, gurú del piano jazzístico; Chick Corea, acompañado esta vez por el baterista Steve Gadd en plan eléctrico; Matthew Shipp y Jacky Terrason, dos miradas diferentes de gran calidad técnica. Para aquellos que disfrutan del virtuosismo puro y duro pasaron por Buenos Aires Hiromi y Stefano Bollani, aunque en planes menos jazzísticos. El cantante Gregory Porter hizo un muy lúcido concierto de debut, un notable artista en pleno ascenso; el trompetista Roy Hargrove, aquejado de serios problemas de salud, no brilló a la altura de sus antecedentes.También actuó el trío del contrabajista Gary Peacock, con una propuesta de profunda musicalidad y el guitarrista Bill Frisell que, a comienzos del año, hizo un concierto de serena belleza.

      Ahora bien, una mirada sobre la escena local dejó en evidencia que sigue habiendo una importante cantidad de propuestas de música original como las de los trompetistas Mariano Loiácono, en quinteto y Sergio Wagner; la del flamante septeto de Juan Cruz de Urquiza; la creatividad del pianista Ernesto Jodos, tanto en cuarteto como su excelente tributo a los 100 años del nacimiento de Monk.

      El músico Adrián Iaies (David Fernández).El músico Adrián Iaies (David Fernández).

      El guitarrista Lucio Balduini y su concepto estético, la fuerza emotiva del saxofonista Ricardo Cavalli; la introspección de Adrián Iaies o los proyectos de los contrabajistas Arturo Puertas, Hernán Merlo y Sebastián de Urquiza, entre otras, son sólo una parte de la riqueza musical del jazz en Buenos Aires. Además, Escalandrum motoriza varios proyectos que convergen fluidamente la música popular y la erudita dentro de un contexto jazzístico de sonoridad propia.

      El género tiene amplias fronteras. Dentro del jazz vocal sobresalen propuestas como las de Julia Moscardini, una verdadera revelación artística, Julia Sanjurjo, María Cueto o Barbie Martínez, quienes reflejan diferentes aproximaciones con calidad y swing. Por el lado instrumental, entre otros, el grupo de hot jazz Brazofuerte, el trío del pianista Manuel Fraga, que hace la música de Woody Allen, y el cuarteto del baterista Pepi Taveira, que conjuga varios repertorios con rigor estilístico. También son muy habituales los días fuertes en los clubes porteños con tributos a la música de Charlie Parker, Thelonious Monk, Miles Davis, Charles Mingus o Charlie Christian, nombres que saben atraer auditorios cercanos a propuestas más conocidas.

      El jazz en la actualidad vive una saludable horizontalidad que hace difícil encontrar un liderazgo; es decir, hay artistas con una trayectoria reconocida que comparten los escenarios junto con nuevos músicos que demuestran talento y creatividad. Por cierto, el resultado de esta relación es de una evidente riqueza que quedó expuesta en el Festival de Jazz Internacional BA17, en los cruces en los que existe cada vez un mayor equilibrio entre los jazzman locales y los extranjeros.

      Otro de los fenómenos que están a la vista es que tanto esos jóvenes músicos como aquellos que están consagrados vienen desarrollando un circuito alternativo donde le dan forma al nuevo jazz. Años atrás, una buena parte de los artistas que hoy forman la escena pusieron su energía en la composición como manera de concebir su propio camino, se estaban descubriendo a sí mismos; hoy, esa senda les permite converger en un equilibrio que no sólo ha mejorado la calidad de las propuestas sino que atrae a un público que puede disfrutar tanto de materiales standards como de la música original.

      Mientras Thelonious y Virasoro son lugares esencialmente de jazz, otros como Bebop, el CCK y La Usina del Arte colaboran desde sus programaciones como vehículos de difusión del género como también el histórico ciclo Jazzología, en el San Martín, sin embargo, no alcanzan a albergar las expresiones de una nueva generación.

      Clubes como Roseti, Borges 1975, Vicente el Absurdo, Monk y varios otros son espacios para propuestas de música original que se convierten así en laboratorios donde toma forma lo que será esa "nueva cosa" que tiene el jazz para contarnos. Ese afán conmemorativo que sostienen algunos clubes sugiere que el negocio no rinde lo suficiente y empuja entonces a los músicos en la búsqueda de nuevos lugares donde desarrollar su música sin tener que atarse a ningún aniversario; casi que recuerda a los coffe shops de Nueva York en la década del sesenta donde los jóvenes leones del Free Jazz encontraron refugio para hacer su música.


      Sobre la firma

      César Pradines


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