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Trump atiza a Cuba con Internet

La conectividad y los medios libres se suman a la crispación entre Washington y La Habana

Pablo de Llano Neira
Dos jóvenes en un punto wifi en La Habana.
Dos jóvenes en un punto wifi en La Habana.REUTERS

La degradación de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca no es radical, pero sí acumulativa. Cuando ambos países siguen embarcados en el misterioso caso de los ataques a diplomáticos estadounidenses en Cuba, a la crispación bilateral se ha sumado la creación por parte de Washington de un Grupo de Trabajo de Internet para Cuba (Cuba Internet Task Force) que realiza este miércoles su primera reunión. A cargo del Departamento de Estado y compuesto por funcionarios y especialistas externos, su objetivo es "promover el flujo de información libre y no regulada en Cuba". La Habana lo considera una "violación" de su "soberanía".

El Gobierno estadounidense no ha dado de momento los nombres de los integrantes del grupo ni ha entrado en detalles sobre proyectos concretos. En un comunicado se ha limitado a avanzar que "el grupo de trabajo examinará los desafíos tecnológicos y las oportunidades para ampliar el acceso a Internet y los medios de prensa independientes en Cuba". El fin último es el mismo que el de la administración de Barack Obama, pero si el expresidente demócrata, partidario de la influencia en la isla a través de una diplomacia conciliadora, apostaba por flexibilizar regulaciones para favorecer el trato entre empresas de telecomunicaciones de Estados Unidos y Cuba, el nuevo mandatario, recuperando el enfoque republicano confrontativo, opta por la presión directa.

Y al viejo modelo de Washington, la vieja respuesta de La Habana. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba ha entregado una declaración oficial al principal diplomático estadounidense, Lawrence Gumbiner, expresando su "enérgica protesta por la pretensión (...) de violar de modo flagrante la soberanía cubana" y reivindicando la potestad del Estado cubano de "regular los flujos de información y el uso de los medios de difusión masiva". Cuba afirma que la iniciativa de Estados Unidos es "un intento de manipular Internet para propósitos políticos y subversivos".

El choque remite a episodios conflictivos anteriores relacionados con Internet, como el encarcelamiento en Cuba de 2009 a 2014 de Alan Gross, detenido cuando trabajaba para una empresa subcontratada por el Departamento de Estado en la mejora de las telecomunicaciones y el acceso a Internet para la comunidad judía cubana, o el proyecto ZunZuneo, una red social de mensajería creada en secreto en 2009 por la Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) para tratar de provocar cambios en Cuba mediante la circulación de contenidos políticos.

Desde el deshielo diplomático de 2014, Estados Unidos y Cuba venían dando pequeños pasos adelante en la delicada cuestión de la expansión de Internet. Varias compañías de teléfono estadounidenses llegaron a acuerdos con La Habana para permitir la itinerancia de datos a los usuarios que viajan a la isla. Google cerró en diciembre de 2016 –en pleno traspaso de poderes de Obama a Trump– un trato con Cuba para dar mejor acceso a los usuarios cubanos a contenidos de la compañía estadounidenses como el correo electrónico o los vídeos de YouTube. En 2015 el gigante tecnológico expuso al gobierno del general Raúl Castro una propuesta para expandir el acceso a Internet de manera masiva en la isla por medio de conexión inalámbrica de teléfono móvil, ofreciéndose incluso a costear el grueso de la inversión, pero Cuba, muy recelosa de una presencia tan fuerte de una firma tecnológica estadounidense en su territorio, rechazó explorar esa vía.

Cuba mantiene una estrecha colaboración con China –en especial con la multinacional Huawei– para sus desarrollos en telecomunicaciones. El régimen cubano, a la vez que sigue reprimiendo la libertad de expresión bloqueando el acceso a portales de información críticos de dentro y de fuera de la isla y hostigando a periodistas independientes, ha iniciado en los últimos años una política paulatina y controlada de expansión de la conectividad. Según datos oficiales, en 2016 había en Cuba (11,4 millones de habitantes) alrededor de 4,5 millones de usuarios de Internet, un 40,3% de la población –frente a un 34,8% en 2015–, si bien con acceso ocasional, de baja potencia, caro (un dólar y medio por hora) y concentrado en zonas urbanas, en especial La Habana. Una encuesta hecha en la isla por la Junta de Gobernandores de Radiodifusión (BBG), financiada por el Gobierno estadounidense y en la que están integradas Radio y Televisión Martí, medios anticastristas de Miami, un 25% de los cubanos accede cada semana a Internet –un 35% entre los 18 y 34 años de edad–.

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En La Habana se ha llevado a cabo un proyecto piloto para instalar Internet en domicilios, pero hasta ahora la mayoría de los cubanos deben acudir a puntos wifi en espacios públicos abiertos para conectarse a la red con sus tarjetas de pago.

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